Y bebí tanto alcohol que se terminó
y acabé por beberme el vino blanco
de cartón para cocinar,
y tomé tantas pastillas aquella noche
que a la mañana siguiente me desperté
del revés en la cama
y un charco de vómito chorreaba
desde el colchón hasta el suelo,
creando una mancha corrosiva
que ha dejado su huella indeleble en el mármol.
Y ni siquiera me importó demasiado,
ni me preocupé en exceso.
Simplemente, me dije,
debería drogarme un poco menos.
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