jueves, 31 de marzo de 2016

En momentos de bajón veo claramente mi reflejo en la superficie helada de mi porvenir, es oscuro, no parezco yo. Entonces sé que soy cruel, egoísta y osado, pero no soy capaz de contrarrestarlo, no me apetece. Por todas las veces que jugué en contra del destino, lo siento viejo amigo, nunca nos llevamos demasiado bien, intentaste darme lecciones y fui yo quien te las dio. Aún así todavía creo en ti, creo que puedes enseñarme maravillosas sorpresas.

Un día más cerca de la muerte y de la locura, pero también de la clarividencia. Ofrézcanme felicidad, talento o respeto, yo siempre elegiré la verdad, el resto de cosas vendrán sucedidas. Penitente voluntario de la cárcel de mis pensamientos, debe ser entretenido observarme desde allá arriba sin nada que perder y nada que ganar, con todo el trabajo hecho, con su voluntad vigente tanto en el cielo como en la tierra. 

No temo a lo que soy, de igual manera jamás podré cambiarlo, no acepto mi fuego interior, lo abrazo, y cuantas más veces mis huesos sean fracturados con más fuerza soldarán.

martes, 29 de marzo de 2016

Aokigahara.

Cuando bajé de la furgoneta ya era completamente de día, el Sol lo alumbraba todo, era temprano pero en los arcenes de la calzada se podía ver la nieve amontonada por algún vecino madrugador. No había nadie alrededor, tampoco me había cruzado con ningún otro vehículo de camino, sin embargo la luz lo inundaba todo y se reflectaba con fuerza en la nieve haciéndome sentir vivo por un momento. Tenía intención de dirigirme a un lugar al que nadie se le ocurriría ir a menos que tuviera frívolos planes entre manos, yo los tenía o creía tenerlos, supuse que en mi situación muchos como yo vacilaron y se aproximaron a las inmediaciones para cerciorarse a sí mismos de que realmente no querían hacer aquello que vinieron a hacer.

Caminé por la solitaria carretera, a un lado había un diminuto poblado con casas de madera y pequeños negocios aún cerrados, y al otro un inmenso mar de árboles en el que el Sol penetraba con dificultad. Un hombre, que abría con fuerza la puerta corredera de su restaurante, se me quedó mirando con el gesto torcido durante unos segundos mientras ataba un delantal blanco a su cintura. Yo encendí un cigarrillo y lo ignoré, volteé la mirada en dirección al bosque, había un cartel en la entrada de un sendero que lo penetraba que decía en letras grandes:


CUIDADO A LOS EXCURSIONISTAS. 
PRESTEN ATENCIÓN A LAS INDICACIONES.
NUNCA PENETREN BOSQUE A TRAVÉS.


—¡Eh! ¡Eh! Hace mucho frío fuera. ¿No te apetece entrar? —Dijo la voz de aquel tipo que asomaba por la puerta.

—No tengo dinero, pero gracias por la invitación.

—Eso es lo de menos. Vamos, entra y caliéntate. El calor es gratis.

Entré. El hombre estaba detrás de la barra, tenía las expresiones faciales muy marcadas, con arrugas y patas de gallo en los pliegues de sus párpados. Me pareció mucho más viejo de lo que aparentó a primera vista, pero tenía un pulso fuerte y un cuerpo ancho y robusto. Cortaba verduras para el desayuno y enjuagaba cubiertos con brío, como si llevase horas despierto.

—Hermosa mañana. ¿Cierto?

—Ya lo creo. —Respondí.

—Sobre todo cuando sale el Sol por la sierra, es precioso.

—¿Es de por aquí?

—Llevo viviendo en este pueblo toda la vida.

—¿Cuánto tiempo lleva en el negocio?

—Demasiado.

—¿Y no ha pensado en jubilarse?

—No soy tan viejo.

No parecía que tuviera mucha clientela, no parecía que nadie fuera a entrar por esa puerta en toda la mañana. Entonces sirvió en un bol una sopa de mijo caliente que expulsaba vapor, lo posó en la barra y lo arrastró hasta mí.

—Ya le he dicho que no tengo dinero, viejo.

—Y yo te he dicho que el calor es gratis.

Aquella clase de mierda ni siquiera me gustaba, pero me la comí, era lo único realmente sano que comía en mucho tiempo, sonreí pensando en que era un poco tarde para empezar a ser bueno conmigo mismo.

—Vas allá dentro. ¿Verdad?

—Sí.

—¿Y qué buscas?

—No lo sé. Nunca he entrado.

—Hay quiénes entran y no salen.

—Sólo voy a dar un paseo.

—Replantéatelo, la vida es hermosa, el bosque es hermoso. ¿Para qué ibas a mancharlo con tu sangre?

—Gracias por la sopa, viejo. —Dije levantándome del asiento, y me marché.

Crucé de nuevo la carretera hacia el otro lado y contemplé la entrada al bosque. No parecía un lugar al que la gente acude para acabar con su dolor, el tipo tenía razón, era un entorno plácido. Sin embargo de alguna manera estar allí me hizo sentir melancólico, con toda esa corriente de emociones azotándome constantemente y una cuestión grabada a fuego en mi mente: elegir la vida o elegir la muerte. 

Penetré en el bosque confundido, me preguntaba cómo la gente podía temerlo, cómo desde hace siglos se le había considerado un lugar maldito; allí los pájaros cantaban como en cualquier otra parte de la naturaleza e incluso me atrevería a asegurar que el musgo era el más verde que había visto jamás. Después de un rato me encontré con algunos carteles en los que habían escrito cosas como:




TU VIDA ES UN REGALO HERMOSO DE TUS PADRES.
POR FAVOR, PIENSA EN TUS PADRES, HERMANOS E HIJOS.
NO LO GUARDES DENTRO, HAY MUCHAS PERSONAS QUE QUIEREN AYUDARTE



Y al final del todo un número de contacto para que los suicidas llamasen. Fascinante, ¿cuántas veces habrá sido este mismo cartel lo último que una persona leyó en vida? 

Al cabo de más tiempo veías senderos prohibidos y contraindicados por los que los infames caminaban en busca de respuestas, protegidos con simples cordeles atados por los extremos a palos que impedían vagamente el acceso. Salté el cordón y caminé por el suelo lleno de hojas y púas de pino. Poco a poco iban apareciendo cintas de colores que la gente ataba de árbol en árbol para no perderse, aquellos eran los rastros de los indecisos que no tenían claro si se mudarían al infierno o sólo echarían un vistazo, de mentes perturbadas por la sociedad; algunos volvían y otros no, como dijo el viejo. En ciertos puntos casi era tenebroso observar tantos matices de colores vivos alrededor en un ambiente tan repetitivo, me veía obligado a dar tirones pasando entre los troncos a toda velocidad rompiendo las cintas. En una de esas ocasiones corrí tan rápido por un tramo cuesta abajo que caí con la cara pegada al suelo sobre un lecho de flores, tenía la boca ensangrentada porque me había mordido la lengua. Mientras escupía sangre todavía tumbado me fijé en una cinta que parecía reciente, estaba tensa y no había perdido color. Me levanté y seguí el recorrido hasta llegar a una zona de muy difícil acceso situada en una hondonada entre dos colinas pedregosas y con mucho follaje, allí había un pequeño campamento con una tienda de campaña, comida enlatada y algo de basura alrededor. Había un hombre con pinta de oficinista, vestía con pantalón de traje y camisa blanca y llevaba unas gafas de culo de vaso, cuando lo vi estaba de espaldas a mí contemplando el único rayo de Sol que entraba entre las frondosas copas de los árboles. Me situé justo detrás de él y dije hola. El tipo se mostró reticente.

—Hola. —Dijo sin girarse. Estaba sentado con las piernas cruzadas sobre el suelo.

—¿Qué haces aquí?

—Busco.

—¿Qué buscas?

—La respuesta. —Seguía sin girarse.

—¿A qué?

—¿No la buscas tú también?

—Puede. ¿A qué pregunta?

—A la de la vida. —Apoyó las manos sobre los muslos y volteó la cabeza. —A la de la vida. —Repitió.

—¿Dónde se encuentra?

—En las copas de los árboles, en los rayos de luz, en las piedras del camino... La respuesta está en todas partes.

—¿Por qué la buscas aquí entonces?

—Aquí se piensa mejor, durante siglos las personas han venido aquí. La gente piensa que quiénes se aventuran en este bosque son unos infelices, que lo han perdido todo y en este lugar esperan desprenderse de lo único que les queda. Pero no es así, creo que muchas personas vinieron para encontrar la verdad y que la encontraron, pero no todos pudieron soportarla.

—¿Y qué verdad es?

—Que la vida merece ser vivida y la muerte ser aceptada en el momento oportuno.

—¿Por qué razón estás aquí?

—Por la misma razón por la que estamos todos. La sociedad me hizo enfermar. ¿Y tú?

—Supongo que por el mismo motivo.

—No hay nada de grandioso en la muerte, y menos en un lugar como este. ¿Ves todas esas cintas?, —Dijo elevando el mentón. —son la última herencia que las personas dejan en este mundo. ¿Sabes lo que te espera después de la muerte?, a mí ni siquiera me importa, yo sólo creo en lo que veo, y lo que veo son un montón de huesos. Ah, en eso nos convertimos, en esqueletos. Dime, ¿quieres ser tú un esqueleto?

—No lo tengo muy claro.

—Entonces creo que deberías marcharte. —Dijo al mirarme directamente, sus ojos estaban irritados y rojizos. Pude entrever la cantidad de espacio vacío entre su camisa y su tórax, estaba famélico. Me apiadé de él.

—¿Necesitas ayuda?

—¿Crees que la necesito? Te asustas de ver a un hombre con verdaderas ganas de morir, te cuesta comprender que alguien esté aquí por voluntad propia, pero de igual manera que no hay nada grandioso en la muerte tampoco hay nada triste en ella. Ya te lo dije, todos hemos de aprender a morir en el momento preciso, y el mío está llegando. —Bajó el mentón, giró la cabeza y volvió su vista al frente.

—Espero que te vaya bien. —Dije. —Mucha suerte.

—A ti también.

Al despedirme de aquel tipo pensé en que todos los hombres frente a la muerte se vuelven unos poetas, sin nada que perder ni nada que ganar, solos, desamparados, abstemios de toda satisfacción salvo la que otorga la idea de la muerte. Tal vez el dolor que les hizo huir continuó después, tal vez les persiguió por eones a través de las capas de la realidad no perceptibles, pegado como un imán a sus espíritus melancólicos durante sus siguientes vidas. Sin duda los suicidas apostaban duro.

Me alejé más y más sin un rumbo concreto, a las pocas horas encontré un camino para senderistas, me incorporé a él atravesando unos arbustos. Casualmente pasaba por allí una pareja de excursionistas que me miraron como el que ve un muerto andar.

—¿Necesita ayuda, señor? —Preguntó uno de los dos, inclinándose levemente, utilizando un tono de voz amable, temiéndome.

—¿Cómo se va a la salida?

—Caminando por este sendero, en esta misma dirección. —Dijo aún asustado.

—Gracias, caballero. —Dije, y jamás volví a pisar aquel bosque.

Desde París con amor.

No hay nada malo en mi interior. No hay una necesidad, no hay un impulso que me haga saltar de la cama por las mañanas para cometer el mal, y aunque así fuera no sería yo el culpable de tan abominable sentimiento, sino todas aquellas experiencias que me labraron tal y como soy y las personas que intervinieron en ellas. Tal vez también haya que tener en cuenta la genética. En fin, nadie es culpable de nada. Si existe un culpable verdadero podríamos llamarlo dios, o providencia, o el hijoputa que pulsó el botón de la creación.

Ella, que es la única persona sobre la tierra que me ama incondicionalmente, me pregunta qué puede hacer para ayudarme, qué necesito; yo le respondo que el mundo es un lugar tenebroso, que tal vez esté tornando a la locura o mi lucidez haya alcanzado un nivel tan alto que me permite ver cosas que los demás ignoran... En cualquier caso soy un desgraciado, mi destino es ser un desgraciado. Pero no importa, yo acepto mi rol, no hay discordia con respecto a eso, lo acepto como el devoto que acepta su penitencia, pero a diferencia de ellos yo lo asumo y lo disfruto, para mí no es un pago anticipado a cambio de un favor divino, no es un mal trago.

Puede que se me esté yendo la olla.

lunes, 28 de marzo de 2016

Últimamente nada me llena y todo me da igual, no hay renta posible, no hay beneficios que extraer en las transacciones con otras personas. Escribo con la televisión encendida porque me asusta el silencio, durante toda la noche permanezco en soledad y sin embargo cuando me meto en la cama me convierto en otra persona. Miro el monitor y me traslado a un lugar lejano perdido en el tiempo, la inmensa mayoría de tu vida pertenece al pasado, el presente es inmediato e infinito, muere y vuelve a nacer constantemente. Aunque yo permanezca aquí sentado encerrado en mí mismo afuera el mundo sigue girando, así que me exilio y retiro mi pequeña contribución a la inmensa maquinaria del universo para permanecer tumbado en la cama como un feto aún deforme en el vientre matriz. ¿Quieren saber la diferencia entre escribir por inspiración y escribir por necesidad?, no quiero que nadie juzgue estas palabras, son puras, no pretendo enseñar ninguna lección, tan sólo tengo la esperanza de que me ayuden a controlar mi odio. Voy de un lugar a otro sin necesidad de ser rechazado para irme, los estereotipos y los prejuicios me han calado más de lo que esperaba, ahora soy como ellos: víctima, juez y verdugo de mis pensamientos y mi prepotencia. Si dijera lo que realmente me apetece hacer me llamarían monstruo, me pregunto cómo reúnen las fuerzas para inquirir en las debilidades ajenas y obviar las suyas con asombrosa destreza, todo surge del miedo a ser diferente, por eso es mundo está podrido.

domingo, 27 de marzo de 2016

Llego a casa cuando ya es de día y me dirijo a la cocina, abro la nevera y bebo zumo, la cierro. El grifo gotea y giro con fuerza la llave para cerrarlo del todo, lleva goteando toda la noche, pero yo no estaba ahí para evitarlo. Durante las últimas cuarenta y ocho horas todo ha sido un bucle, un bucle divertido, apenas he entablado conversación con dos personas y he fumado más de lo que suelo fumar en una semana, sigo vivo con algunos minutos menos de vida. Recuerdo una vez en su casa a la madrugada, todos estaban ya dormidos pero yo me quedé viendo en uno de esos canales de pago que su familia tenía contratados un documental de un grafitero que viajaba por China pintando. Exploraba parajes profundos dibujando en lugares curiosos, inesperados y prohibidos, lo flipé, pensé que era alucinante marcharte por un tiempo tú y otro par de tíos que te graban haciendo cosas increíbles. Por algún motivo aquella noche quedó marcada en mí, y ni siquiera me acuerdo exactamente con qué personas estaba ni qué hicimos ese día, sólo aquel lapso y la sensación permanente de que yo podría llegar a ser uno de esos tíos inclusive sabiendo que toda mi vida y mi alrededor vatinizinaban lo contrario. Y da igual la causa, no me hace sentir mal pero me asombra mirar hacia atrás, es como mirarse reflejado en un espejo feo y gris.

lunes, 21 de marzo de 2016

La mentira predomina en el mundo, de hecho es el sustento básico del cual muchas personas se nutren. La utilizan cuando defraudan a hacienda o cuando no admiten sus inclinaciones sexuales, les hace más poderosos o menos vulnerables. La mentira siempre oculta debilidad, aquel que no está conforme con algo inventa, con frecuencia ni siquiera es proyectado hacia el exterior sino hacia uno mismo. La mentira es importante, las mujeres se maquillan para ocultar sus imperfecciones faciales, lo calvos se ponen peluquín y los presidentes de las grandes potencias crean atentados de falsa bandera. Toda mentira exige un sentimiento prohibido, una reacción, un pensamiento que difiere con las enseñanzas que nos impartieron, y un deseo que nos atormenta y nos hace cuestionarnos si somos monstruos.

¿Pueden ustedes juzgar al violador?, ¿pueden ustedes llegar a comprender por mínimo que sea la cantidad de dolor que puede empujar a un hombre a cometer tal acto de locura? A veces simplemente se trata de ignorancia en bruto, aquella que hace a las personas hacer cosas violentamente absurdas porque simplemente no le enseñaron que no es lo correcto. Nadie nace odiando, ¿conocieron alguna vez a un bebé con prejuicios? El ser humano nace como animal y es transformado a hombre, y durante el proceso algo penetra en nuestros cerebros haciéndonos formar parte de una abominable mente colectiva que nos arroja a la injuria y al pecado para después martirizarnos con la culpa. No hay nada repulsivo en nuestros sentimientos e impulsos animales, tan sólo mucho que aprender; pensar lo contrario sería negarnos a nosotros mismos nuestro rol como seres vivientes.

sábado, 19 de marzo de 2016

Ante todo he de ser capaz de aguantar el sofoco que provoca la estupidez humana en mi cuerpo. Hace algunas semanas que he comenzado a pesar en ese incesante ciclo del que olvidé formo parte, acabar por no poder soportar a quiénes me rodean. Pero no hay que preocuparse, mi más corta extremidad sigue mandando en mí, así que soy un pobre esclavo, así que cuando hago lo correcto no extraigo recompensa alguna. ¿Pero a quién cojones le importa, joder?, estoy aquí tirado en el suelo soltando mierda por un orificio y flemas por el otro; es dulce poder decir que tal vez lo merezca, a mí no me importa, no voy a juzgar mi suerte. La ira me ha hecho escribir esto.

viernes, 18 de marzo de 2016

Un almendro en flor, la visión del eterno presente representada en forma de pétalos y granos de polen, la primavera aún no ha llegado pero yo tengo alergia todo el año. He descubierto mi incomprensible incapacidad para dibujar rostros o cuerpos bonitos, supongo que nunca estuve en contacto con la belleza y debido a eso sufro mis limitaciones, pero tu recuerdo me hace escribir, lo cual es innegablemente hermoso. Cuando pienso en ti me siento como un imbécil.
Incluso antes de echarlo todo ya me he cerciorado con creces de lo miserable que soy, de lo loco que estoy. Lo daría todo por mis cinco minutos de gloria, ¿y después? Al carajo con la vida eterna, yo quiero explorar entre tus piernas. Hasta cuando en mi corazón está nublado consigo observar la belleza, veo a niños inocentes correr por las avenidas y me siento un mártir del tiempo, una melancolía que no se aparta de mi lado. Ella sabe que sin su compañía me derrumbaría. Antes no me ocurría, ahora incluso cuando estoy triste una parte de mí continúa brillando.

Me parece asqueroso, y a ratos el mundo un gran hervidero de mierda líquida que burbujea, una ciénaga; antes que ser como la gran mayoría prefiero ser un perro mugriento en la acera. ¿Quién escucha mis palabras?, ¿quién comparte mi pensamiento? A veces pienso que no es la razón lo que me empuja adelante, sino mi ego; que no es el amor, sino el miedo; si ni siquiera sé con seguridad si el mundo que perciben mis sentidos existe o es una invención, ¿cómo pretenden que malgaste esta vana ilusión viviendo en una jaula con barrotes de cristal? No me importa dormir un par de horas menos o que el amanecer vuelva a ganarme otra carrera, permanezco obstinado, jugándolo todo en casa ocasión, siempre, siempre hacia el frente sin dudar la firmeza del suelo que piso. Mentiría si dijera que no disfruto con la sangre que chorrea por mis extremidades.

miércoles, 16 de marzo de 2016

¿Cuánto tiempo has perdido ganando dinero?, ¿cuánto tiempo malgastaste en asuntos banales? ¿Cuántos deseos has tenido desde que eras un crío?, ¿cuántos de ellos has cumplido hasta ahora? ¿Cuánto esfuerzo empleaste en tu subsistencia?, ¿cuánto amor diste a tu familia?, ¿cuántas veces te has sentido orgulloso de ti mismo? ¿Cuánto dolor cabe en tu cuerpo?, ¿cuánto sufrimiento estás dispuesto a soportar? 

¿Cuán grande es la recompensa?

lunes, 14 de marzo de 2016

Dos párpados que se pliegan, siento una tremenda melancolía, nunca la había sentido antes. Me hace ser fuerte con lágrimas en los ojos.

Ni siquiera sé por qué estoy aquí, me refiero a aquí sentado escribiendo esto, ¿por qué? Hoy no me siento empujado, no siento ese impulso, creo que he llegado por casualidad. Me encuentro en este lugar como podría encontrarme en cualquier otro, rodeado de personas, creyéndome superior por momentos, imbécil. No es por mi ego, es por el ego del colectivo, y creo que me he vuelto enfermo, es casi crónico y me encanta. He vuelto a la locura descendiendo por la escalera de caracol, caí rodando y quebré mis huesos, fue un hecho fortuito. Pero en mi mente no existe la gravedad, así que por dentro aún estoy bien, aunque los malos hábitos y las sustancias cancerígenas drenen mi salud, mi alma sigue limpia y no ha perdido en absoluto su capacidad para amar.

domingo, 13 de marzo de 2016

what are you waiting for, man

Que conste que me he vuelto un poco menos loco al compartir otro pequeño pedazo oscuro de mi alma, por eso esta noche me parece que la existencia no tiene pasado ni futuro, es una constante sala de espera. Ni siquiera busco la paz, tampoco ser feliz aunque persiga la felicidad como fin penúltimo de mi existencia, la felicidad atonta a las personas, las hace sumisas, aburridas; yo me contento con la suerte que me toca, en la vida no hay casualidades, sólo causalidad, de hecho no considero que sea mi rol juzgar mi suerte o mi vida, si dios existe le dejo esa egoísta tarea, yo me lavo las manos. Si es real, o si de alguna manera las delgadas fibras de mi destino fueron hiladas desde antes de mi concepción entonces estoy aquí haciendo lo que debo hacer y lo que quiero hacer, de no ser así soy un pobre diablo más perdido dentro de un paréntesis absurdo entre dos nadas, lo cual es un gran desahogo. De igual manera pienso en las remotas estadísticas que rigen este intrincado universo y caigo en la cuenta en la cantidad de sucesos, desde la creación misma del cosmos y de todo lo que es, fue y no es, que dieron lugar a mi creación, a mi vida, a la expresión artística más bella por antonomasia del caos que lo mueve todo y lo creó todo. Y de nuevo recapacito, y me pregunto, si no es obra de nadie cómo algo que jamás existió pudo existir, cómo una parte de algo inerte pudo cobrar consciencia de sí mismo y estudiarse hasta los confines de su propio entendimiento. La vida es bella, ah, de eso no hay duda.

viernes, 11 de marzo de 2016

Con frecuencia pienso en mi capacidad para tolerar a las personas, y la capacidad de las personas para tolerarme a mí, tal vez no soy la clase de individuo que me gustaría tener como amigo, qué importa. He de ser fiel a mi dolor, separarme de él sería similar al suicidio, soy como un puzzle, incompleto no me encuentro sentido. Hace calor aquí dentro, pero afuera llueve, el agua cae en forma de copos de nieve que se derriten antes de tocar el suelo. Las contemplo mientras paso la aspiradora por la alfombra burdeos (¿cuánta sangre podrá absorber?), creo que he desentrañado el sentido de la vida.

Es agradable regresar a casa tarde, con la espalda torcida y las manos manchadas de tinta. Es bueno, es un sacrificio, tiempo vital a cambio de ver cobrar vida a mis ideas y no por dinero, ¿quién quiere dinero teniendo amor? Desde el cielo nos fumigan, desde el suelo nos envenenan y desde la televisión nos lavan el cerebro, no tiene mayor trascendencia, nada puede evitar que mi paseo por esta vida sea plácido. Pensé en tu puta cara el otro día, siempre que camino por un lugar concreto me imagino que estás allí y me ves andar con los auriculares puestos escuchando música y marcando el ritmo a cada paso como un gilipollas.

jueves, 10 de marzo de 2016

Las inconfundibles mañanas de soledad, frío y ayuno han dando sus frutos.

Quité el montón de libros y libretas que descansaba sobre la carpeta azul y la abrí. Quise vaciarla rápidamente, sin fijarme en ningún detalle, sin leer ninguna palabra; dentro de esa carpeta estaban encerrados todos los recuerdos de una época. No pude aguantar la curiosidad. Lo primero que pillé fue un texto de Marx acerca de la explotación al trabajador, y sonreí mientras lo leía pensando cuántas cosas no entendí entonces de aquellos párrafos rebosantes de certezas y que hoy tengo como verdades intachables aprendidas de otros autores menos malogrados por sus pensamientos. Por fuera de la carpeta había escrito RECUERDOS DE 1ºB, recordé las palabras de mi profesor de dibujo, con su calva bronceada, la barba canosa y esos ojos azules: "Nunca hay que borrar nada en un dibujo, cada trazo fallido debe ser aceptado y adecuado al entorno del cuadro en cuestión". Pensé aplicar el mismo concepto en mi vida, así que tal y como él decía no borré ningún trazo, ni la más ínfima gota de tinta fue borrada o eliminada, pinté sobre ella un paisaje basándome en las enseñanzas que olvidé. Pero no las había perdido, estaban ahí, en un rinconcito perdido del alma.

lunes, 7 de marzo de 2016

Hoy he regresado a casa después de mentirte otra vez con las manos manchadas de heces, tengo cosas que decir, pero no encuentro las palabras ni el motivo para hacerlo. Antes odiaba a las personas, me parecía fabuloso juzgarlas en asuntos en los que ellos jamás jugarían ficha por desconocimiento o simple ignorancia, hablaban del amor y el altruismo como voluntad inquebrantable del ser humano, no estaban tan equivocados, pero el positivismo convencional siempre me ha irritado. Ahora les contemplo con tranquilidad siendo perseverante hasta encontrar algo único e intachable en cada uno de ellos, bueno o malo, y con frecuencia lo perverso reluce a pesar de su oscuridad más que lo saludable.