jueves, 10 de marzo de 2016

Las inconfundibles mañanas de soledad, frío y ayuno han dando sus frutos.

Quité el montón de libros y libretas que descansaba sobre la carpeta azul y la abrí. Quise vaciarla rápidamente, sin fijarme en ningún detalle, sin leer ninguna palabra; dentro de esa carpeta estaban encerrados todos los recuerdos de una época. No pude aguantar la curiosidad. Lo primero que pillé fue un texto de Marx acerca de la explotación al trabajador, y sonreí mientras lo leía pensando cuántas cosas no entendí entonces de aquellos párrafos rebosantes de certezas y que hoy tengo como verdades intachables aprendidas de otros autores menos malogrados por sus pensamientos. Por fuera de la carpeta había escrito RECUERDOS DE 1ºB, recordé las palabras de mi profesor de dibujo, con su calva bronceada, la barba canosa y esos ojos azules: "Nunca hay que borrar nada en un dibujo, cada trazo fallido debe ser aceptado y adecuado al entorno del cuadro en cuestión". Pensé aplicar el mismo concepto en mi vida, así que tal y como él decía no borré ningún trazo, ni la más ínfima gota de tinta fue borrada o eliminada, pinté sobre ella un paisaje basándome en las enseñanzas que olvidé. Pero no las había perdido, estaban ahí, en un rinconcito perdido del alma.

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