viernes, 18 de marzo de 2016

Incluso antes de echarlo todo ya me he cerciorado con creces de lo miserable que soy, de lo loco que estoy. Lo daría todo por mis cinco minutos de gloria, ¿y después? Al carajo con la vida eterna, yo quiero explorar entre tus piernas. Hasta cuando en mi corazón está nublado consigo observar la belleza, veo a niños inocentes correr por las avenidas y me siento un mártir del tiempo, una melancolía que no se aparta de mi lado. Ella sabe que sin su compañía me derrumbaría. Antes no me ocurría, ahora incluso cuando estoy triste una parte de mí continúa brillando.

Me parece asqueroso, y a ratos el mundo un gran hervidero de mierda líquida que burbujea, una ciénaga; antes que ser como la gran mayoría prefiero ser un perro mugriento en la acera. ¿Quién escucha mis palabras?, ¿quién comparte mi pensamiento? A veces pienso que no es la razón lo que me empuja adelante, sino mi ego; que no es el amor, sino el miedo; si ni siquiera sé con seguridad si el mundo que perciben mis sentidos existe o es una invención, ¿cómo pretenden que malgaste esta vana ilusión viviendo en una jaula con barrotes de cristal? No me importa dormir un par de horas menos o que el amanecer vuelva a ganarme otra carrera, permanezco obstinado, jugándolo todo en casa ocasión, siempre, siempre hacia el frente sin dudar la firmeza del suelo que piso. Mentiría si dijera que no disfruto con la sangre que chorrea por mis extremidades.

No hay comentarios:

Publicar un comentario