Un cuerpo son trozos de carne 
unidos por tendones y huesos 
que guardan órganos, 
fluidos y otras cosas dentro. 
El movimiento en los pliegues 
de la piel forman dunas 
perfectamente onduladas, 
reposa su peso sobre el mío 
y con mis manos abiertas 
recorro sus curvas. 
Veo una cara, 
miro un rostro, 
observo unos ojos 
y contemplo la arista 
más afilada de un alma humana. 
Frotar sacos de piel hasta 
que supuren sudor 
y juntar boca con boca, 
lengua con lengua; 
la esencial necesidad física 
de estar tan cerca 
que sólo en el interior 
se siente bien. 
Y pienso, 
no sé qué voy a hacer 
sin esta nueva droga 
en forma de ser humano.
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