Los dos se encontraron frente a frente, más bien ella le buscó a él. Cuando la ve a su lado el indefenso no se puede negar, pero tiene que huir, porque a pesar de ser un apático consentido, no tiene agallas. Sólo puede escapar cuando su corazón le dicta: "Quémate junto a ella, por siempre hasta que sólo queden cenizas de vosotros."
Él, aunque abúlico... también tiene derecho a enamorarse.
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