Cómo empezar estas líneas hablando acerca de algo que no hace ruido, pero cuyo sólo pensamiento me hace temblar. Escucho aullidos de un viejo lobo camuflados entre acordes de quinta y el ritmo del Mississippi, cortando el viento con malos presagios, jamás me había sentido mejor. Años vista de recorrido arduo, y en el horizonte un apacible oasis de serenidad tal vez otorgado por la muerte o por el deseo cumplido de un hedonista perdido por sus placeres. Robemos un momento a aquello que quiere robarnos la vida y disfrutemos de lo único que tenemos casi con seguridad, esta noche voy a drogarme o a tumbarme en un asqueroso sofá a compartir risas con algunos de los míos (que resolverán por marcharse algún día).
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