Subo las escaleras
peldaño a peldaño.
En el descansillo del último piso
me asomo a la ventana
con las manos guardadas en mis bolsillos,
sobre el alféizar descansa una moneda
de dos céntimos de euro.
Decido darme una oportunidad,
cara: espero un día más,
cruz: me convierto en pájaro.
Lanzo la moneda al aire,
se escapa y cae a través de la ventana.
Bajo a toda prisa
pegando saltos escaleras abajo,
para cuando encuentro la moneda
ya se me han quitado las ganas de intentarlo.
La miro de cerca reposando sobre el asfalto,
había salido cara.
Un día más es un día menos,
me digo.
Guardo la moneda de la muerte
en mi bolsillo vacío
y vuelvo a la cama con mi amor.
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