calculando dichas y miserias,
valorando riesgos.
Los números no mienten,
las matemáticas son claras.
El balance global arroja saldo negativo,
el cero absoluto aparenta
ahora exuberancia y bienestar.
Una gran pérdida de valores
y objetivos ha acontecido,
y con ellos también el rumbo,
el motivo y la inspiración.
Los buenos tiempos pasaron
sin que reparásemos en ello,
los peores están por llegar.
No hay consuelo en esta vida,
no hay plan B;
la supervivencia es una cosa,
sobrevivir es otra bien distinta.
¿Y por qué no deshumanizar el conflicto?
¿Por qué no cambiar la perspectiva,
y observarnos como lo que somos
a ojos de un espectador,
materia y energía tomando conciencia de sí,
el inconsciente primitivo del propio Universo
dialogando consigo mismo?
Entre todas las respuestas
sólo sirve la verdadera,
encontrar el resto de ellas
es vivir y morir pasivamente.
El trauma asiste a la vida
como a la muerte,
la autenticidad de la ignorancia
nos salva de la locura
procurada por el delirio.
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