En la penumbra de mi habitación sólo estoy yo, yo mismo y mis fantasmas. Yo y la columna de humo que asciende desde un extremo del porro hasta el techo, la columna de humo que asciende desde un extremo del porro hasta el techo y yo. Sostiene el mundo con su ondulante contoneo, un soplido o siquiera un suspiro y a la mierda. También está el ruido de la lluvia casual, el zumbido del tendido eléctrico y el piar de los ruiseñores; me hacen recordar que mientras todos duermen ocurren cosas. Cierro los ojos y me concentro en la nada, incluso allá hay algo que ver, si sabes traspasar la primera capa de piel de tus párpados encontrarás maravillas luminiscentes.
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