Si yo pudiera ser una bestia
lo sería
y devoraría a todo el mundo,
mordería sus gargantas
y bebería el jugo que brotase de ellos
como si fuera la sangre de Cristo.
Si yo pudiera ser una bestia lo sería
pero soy demasiado introvertido,
así que
pa no sentirme tan mal con lo que soy
me pongo a bailar en el salón,
que es tan grande y tan amplio
que he empezado a construir
mi propio jardín de interior.
Y en ocasiones la droga
me lleva consigo a lugares mágicos
que solo puedo soñar con visitar,
y me siento tan bien
que estoy entrenando a mi cerebro
de modo que por sí mismo
sea capaz de generar
las sustancias necesarias
para poder vivir siempre
en un estado alterado de conciencia
perpetuo y cómodo.
Ah,
y esta felicidad tan arrogante
en la que me sumerjo desde el aire
en picado sin salpicar una gota.
Que algún día acabe todo esto,
no me importa cuando.
Tal vez
el mayor afortunado de la historia,
siempre que la fortuna permanezca a mi lado,
yo solo tendré palabras de agradecimiento
para mis amados y mis enemigos.
Envidio la ignorancia del resto
y me afano a la mía
como haría cualquier otro.
Me siento vivo sufriendo,
me siento vivo despreciando la vida.
Aunque es pecado despreciarla,
el desprecio es un tipo de desapego.
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