domingo, 29 de julio de 2012

Dos mil siete.

En algún aula de alguna escuela de primaria de algún país primermundista se plantea el tema de conversación sobre los hogares de los jóvenes alumnos, uno de ellos, para la sorpresa de todos los demás e incluyendo a la propia maestra de clase, cuenta y afirma cómo él duerme en el sucio y frío suelo del salón de su hogar por el mero hecho de que su madre le obliga. La profesora trata de razonar con el crío ya que quizás, debido a su corta edad, hace un mal uso de sus palabras, pero no es así.

Dentro de sus compañeros, de esos chicos y chicas que han crecido con él, hay una pequeña parte en cada uno de ellos que desea continuar oyendo esas afirmaciones, ya que en el corazón de cada humano descansa un instinto de sed por las desgracias ajenas, ya sean de seres amados o no.

No hay comentarios:

Publicar un comentario