martes, 10 de octubre de 2023

Ya quedé limpio por dentro y por fuera, ya no se puede, ni es menester, lógico o interesante, rumiar pensamientos antiguos que de por adelantado mostraban el brillo de sus colmillos en las tinieblas de noches primigenias imposibles de recordar. Y aunque el viento y el agua limpiaron ya la sangre, el tiempo se llevó consigo a los viejos y enfermos y los sentimientos reposan en un fondo estable, ya no quiero permanecer por más tiempo en este páramo muerto y plano. Espeso calor por el día y frío afilado por las noches. ¿Qué quieres? Estoy hecho de carne.

Aunque me encuentro tan solo no me arrepiento de nada y si fuera cierto que el universo es un ciclo palpitante como los latidos de un corazón, esta vida se repitiese infinitas veces, en infinitas ocasiones obraría de igual manera. Sin importar demasiado el sufrimiento cuando éste ya pasó, y esperando regresar de nuevo, sin tener tanta importancia el miedo o la pobreza del alma, ser abandonado por quienes considerabas incorruptibles es una amarga cura de humildad.

El gran arte es el de sufrir sin quejas, así el sufrimiento goza de menos peso y la vida debe ser más fácilmente sobrellevada. Encara tus miedos, hermano, ilumina la caverna y espantando con tu fuego las sombras que hasta el día de hoy te atormentan. Busca en ellas la luz y no temas nunca de quedar solemnemente aturdido en soledad, porque el amor nos llega a todos.

Todo el tiempo y siempre sin palabras, que parecen tratar de contar la historia de un tiempo futuro que nadie sabe qué deparará. Aunque fuese lo que sea, tal vez un rencor encarnado tan difícil de borrar demuestra en el perdón la más valiosa de las lecciones, no te olvides de mí como yo no te olvido a ti. Y merece la pena reiterarse al decir que viviría la misma vida si la tuviera dos o más veces porque las traiciones te enseñan y de lo fracasos tanto se aprende, el miedo te cambia y las miserias fortalecen. No se olviden de mí como yo no les olvidaré a ustedes, por un rencor encarnado tan difícil de borrar.