domingo, 29 de noviembre de 2015

Soy asqueroso pero no es una novicia.

Si observo a través del prisma contemplo las ruinas de una infancia muerta, el desgastado borde casi gris de una adolescencia tornadiza y las marcas de una decisión que me perseguirá. Sólo habiendo convivido en la oscuridad un individuo puede reconocer la luz, de igual manera me he dado cuenta que la insuficiencia y el rencor me hacen ser una mala persona; y por ese motivo cuando pienso en los grandes dictadores del pasado o en los inalcanzables magnates de Wall Street siento pena de que tanta codicia les ciegue. ¿Acaso el mundo no podría ser un lugar mejor si nadie interpusiera quejas para que todos (en la desigualdad más absoluta, que es la que mejor nos define realmente como colectivo) pudiéramos tener al alcance de la mano todo aquello que necesitamos? El dinero es una cárcel inmensa sin barrotes ni muros de cemento armado, por él la gente cambia cada minuto de su vida por cada moneda, por cada billete, por cada fragmento de metal, por cada trozo de papel. ¿Es este el mundo que queremos?, pudiendo dar a cada uno lo que por legítimo derecho de vida pertenece, arrastrando a un lado el falso egoísmo y mostrando a la luz el verdadero que ansía vislumbrar la felicidad en los ojos del prójimo al que amamos. No vine a traer la paz, vine a traer la guerra.

lunes, 23 de noviembre de 2015

Oí por casualidad el quejido de experiencias pasadas y huí aterrado, pero el Sol siempre acaba cayendo por muy veloz que corras hacia el oeste, aprendí que todo rechazo a combatir problemas y dilemas es un paso atrás a veces con la excusa de coger carrera. Así que vos me contemplás aquí tirado con esta carra de perro mendigando pequeñas raciones de cariño a las personas porque no reuní la suficiente plata como para conseguir algo de droga y os atrevés a juzgarme, a adoctrinarme y subyugarme como si fuera una mascota a la que aporrear con el periódico de las mañanas, ¿de verdad pensó usted en el trágico paradigma que en la propia sociedad va implícito, cuando la gasolina que le echas a tu carro proviene de pozos en los que gente escuálida pordiosea por un trozo de pan y de refinerías que ensucian el aire que sus hijos respiran? En el mundo hay tanta miseria que siento que no lo aguanto, mientras tipos de uniforme planifican la siguiente jugada maestra: una nueva vacuna para una pandemia inventada o el falso atentado que iniciará bombardeos masivos que arrebatarán sin piedad la vida a chiquillos y chiquillas que jamás entendieron el concepto de guerra. Esto es lo que ustedes quieren: MÁS DEMOCRACIA, porque el comunismo ya pasó y gracias a Dios también el fascismo, ¿y qué nos queda?: esta pobre decisión, la de ser un país anclado en la dictadura o un peón más del inmenso ajedrez sociopolítico. Y no, ni siquiera eso, siempre estuvimos en el redil, Mussolini y Hitler eran simples fantoches, eran la misma persona que hoy es un tal Obama.

Quiero pedir perdón al mundo entero por adelantado porque el día que me vaya (espero que sea por decisión propia o por elección divina justo en el momento acertado) habré dejado a generaciones futuras con el mensaje del amor en forma de epitafio apócrifo, como queriendo dejar claro que la vida merece ser vivida aunque me haya cansado de ella. A continuación de agachar la cabeza y aceptar con resignación el gélido aliento de los reproches a mí mismo levanto el mentón y volteo la mirada, "no era tan difícil, maldito imbécil, podrías haberlo intentado".

Esta noche es una noche más volcando todas las esperanzas en la buenaventura que el mañana traerá consigo, observando la desgracia cara a cara y bailando un vals con la pena.

La malo del después son los despojos que embalsaman los pájaros del sueño.

Una noche más viajo de vuelta a mis infiernos sólo por el placer de escribir estas sanguinolentas líneas, únicamente por el gozo de verme sufrir a mí mismo. Tal vez tengas razón en eso de que me quiero poco a mí mismo, y que todo ser humano puede superar cualquier traba si admite que el amor es la única respuesta viable. Y yo te pregunto una vez que te has marchado, ¿y si estamos supeditados bajo la simpleza del amor y el falso altruismo? ¿Y si mi miedo es más denso que mis intenciones de ser feliz? Entonces estrujo todo aquello y lo hago una bola, apunto y la lanzo al más oscuro rincón de mi alma, años después con el paso de los meses un nuevo miedo brota y sus blancas flores fecundan el suelo muerto y gris.

Un triste cigarro más, para tú estar más cerca de la muerte y yo más lejos de ti, con arrugas en tu rostro y los portarretratos del salón declarando el testimonio de una belleza pasada que se marchita a cada calada. Ah, qué habré hecho yo para tenerte y malgastarte y a día de hoy no ser capaz de dar marcha atrás, y ahora sé que sería el hombre más afortunado del mundo si encontrara a una mujer que me amase la mitad de lo que tú lo haces. No puedes enseñarme a ser feliz a estas alturas, solamente cabe la posibilidad de que por mí mismo aprenda a mostrarte el verdadero amor (ese amor del que siempre hablas y dices que un hombre jamás podrá sentir) y así me dejes volar en paz. Porque te amo con todas mis fuerzas y en cada una de tus lágrimas veo mi fotografía, y me doy cuenta que del mismo modo en el que el cáncer se llevó a tu madre la desidia y la cobardía me quitarán a la mía.

jueves, 19 de noviembre de 2015

Me despierto doce horas más viejo y salgo a la calle para contemplar la obra del señor.

Si supieras toda la pena que guardo dentro no me harías esas preguntas, cuando me ves tirado en la cama a las cuatro de la tarde con los ojos entornados esgrimiendo cada filamento de las sábanas en busca de un poco de esperanza. Y me dices "no me gusta verte así", "¿así cómo?" respondo yo, y a continuación me haces una señal para indicarme dónde hay tabaco y te marchas. Dios, si pudiera devolverte tan sólo un poco más de lo que te pido estaría conforme, pero te quiero tanto y tú a mí que eso te impide dejarme vivir. ¿Hasta qué punto la desgracia de una madre puede llegar a adormecerse hasta un día despertar y desear no haber engendrado? Yo soy tu mayor don, y dieciocho años después me convertí en la peor maldición. Lo siento, si te dijera que eres la persona por la que más lloro con diferencia te haría más triste, y entonces yo tendría que quitarme la vida y tú vendrías conmigo irremediablemente. Combato contra el poderoso cauce de mis lágrimas, estoy perdido y no sé encontrarme y año tras año los meses pasan fugaces pero persistentes bajo el innegable lema Mañana empezaré a cambiar.

martes, 17 de noviembre de 2015

but i dont weep. do you?

Siempre solo entre los hombres pero no tan mal acompañado como pensaban, suelo sacar ese pájaro que guardo bajo siete capas de ropa de su jaula y canta para mí, y sus silbidos me hacen llorar. Al amparo de la luz surgida de la tremenda fricción de una solitaria paja al borde del estallido de la mañana, lloro cagando, cago unas cinco veces al día. La cuenta atrás comienza desde el primer instante de tu concepción, cada vez un poco menos joven, todos morimos dentro del mismo retroceso que es la vida y la existencia. Tan vacía y tan escueta que la llaman bazofia, y la desprecian, pero tiene un jugo tan adictivo que no puedo enfadarme con ella.

Detrás de las cortinas coloreadas y de los muros de atrezo se esconde una tiniebla baldía, podría haber hecho muchas cosas esta noche, sí, pero me regodeo en la sombra de mis fracasos que poquito a poco van dando forma al barro. Limpié el corte, coagulé la sangre y suturé la herida, y a otra cosa, dispuesto a ser el mejor en lo que mejor se me da, que es nada más que esto. Atrás quedan los tiempos en los que era un vano intento de niño suicida, antes cortaba mi piel en finas tiras como si fuera fiambre, ahora me mato por dentro. Y me pregunto qué puede encontrar quién en mi interior, como si fuera algo más que una supurante amalgama de sentimientos depositados en un recipiente hueco con un diminuto agujero en su base. Poco a poco me voy drenando y con todo el amor que se me escapa voy sembrando papeles en blanco.

domingo, 15 de noviembre de 2015

Relato de una noche breve pero intensa.

Era una noche fría en el pueblo, de esas en las que salíamos juntos a beber a locales en los que vendían alcohol a menores y se podía jugar al billar. Ya andábamos muy puestos, y cuando el fervor adolescente se dormía progresivamente nos fuimos de allí. Caminamos entre las calles apagadas sobre el suelo de cemento armado, yo estaba mareado, de nuevo vodka y ron, y tú querías enseñarme algo. En el extrarradio pasamos por delante de la entrada del cementerio, me contaste entonces que algunas noches atrás habían sacrificado a un carnero como parte fundamental de algún rito satánico delante de las verjas de hierro de la puerta, y justo allí una gran mancha de sangre oscura rezumaba acaso algo de vida todavía. Continuamos, y cuando terminó el camino edificado nos encontramos en la oscuridad sin farolas, sin coches, sin gritos de jóvenes borrachos cantando tonadillas, sin nada. Nos tumbamos sobre un sendero en pendiente que a su vez se ramificaba hasta casas y sus respectivos terrenos extraviados en ninguna parte, nos liamos un par de porros y miramos al cielo. Era extremadamente bello, contemplar la luz que La Luna robaba al Sol y que marcaba de manera incandescente los bordes de las montañas que nos rodeaban coloreadas de un profundo negro mate. Un velo de inconfundible secreto nos adormeció, y rodeados por la penumbra simplemente hablamos sin emitir sonido y escuchamos sin oír ni un ruido. "Qué precioso. Jamás pude imaginar tanta belleza".

Bajamos y topamos con el río que da nombre al pueblo, y nos detuvimos en mitad de un puente para escuchar el agua fluir corriente abajo hacia la inmensidad. Continuamos andando y topamos con una luz a un lado del camino, se trataba de una pequeña ermita de la Virgen de Nuestra Señora de Gracia, nos paramos delante de ella, juntamos las manos y cerramos los ojos. Yo recé por no perderte nunca, porque a través del tiempo y el espacio en el interior de nuestros lóbulos frontales siempre hubiera algo de química dispuesta a socorrernos y a hacernos pensar el uno en el otro.

Cuando terminamos encendí mi porro apagado con el fuego de una de las velas colocadas allí por algún devoto, le di las gracias al culto de un ente inexistente y volvimos de regreso a tu casa.

domingo, 8 de noviembre de 2015

Nunca me perdonaré lo que estoy a punto de hacerte, estoy al borde, pero elijo vivir.

Escapo camino de vuelta a la melancolía, ella siempre me arropa, ella siempre me entiende. Me dice que todos están locos, que algún día un ángel descenderá del cielo y hará sentir en mi pecho la calidez, que no estoy solo y que encontraré mi camino, que soy tan bello como lo patético que me veo a mí mismo. Me dice todo lo que quiero escuchar cuando lo necesito. Es el tiempo de sentir, de no desistir jamás, jamás. Por muy espesa que sea la noche, por muy coaguladas que estén las lágrimas; en mi corazón siempre conservaré esa pequeña luz.

No sé qué estoy haciendo aquí, y mientras trato de encontrarme la gente pretende que pierda el tiempo acumulando dígitos en un monitor de un banco a cambio de mi tiempo vital o estudiando los métodos por los cuales nos esclavizan económicamente. Pero ya es tarde, no pueden detenerme.

Cuando caigo no pienso en nada más, dejar caer mi torso como el de un muerto rebotando contra el colchón una, dos y hasta tres veces marcando la cadencia con la que la muerte se comunica conmigo en sutiles contoneos. Pero amigo, es eso o la droga, es permitir que las penas respiren un poco de oxígeno mientras se asoman por mi garganta o ahogarlas con humo. Son como las abejas, les asusta un poco de fuego, pero a mí no. Por eso quieren salir de mi interior, se están quemando, las estoy quemando. Es eso o permitirme ser un ignorante.

Lera Lynn - My Least Favorite Life (Live)

Un descanso, querida.

Cuando camino a mi alrededor la gente necesita odiarme, y con sofisticadas artimañas el rencor y la paranoia desatan su pus. Soy un tipo extraño que ya nació viejo a lo Benjamin Button, ¿pero a quién le importa mi historia? Me siento como un ignorante, un pobre diablo; como un marine después de dejarse la cordura matando japos en el Pacífico y a la vuelta regresa a casa y lo contempla todo igual: ¿para qué? (Esa incesante pregunta).

Flemas, flemas y más flemas; suero, suero y más suero; nada, nada y más nada. Los roles se invierten constantemente a medida que la verdad sale a la luz, aunque ello no implica que cada cual acabe en su sitio correcto. Tal vez merezca la pena la muerte, tan impasible y tan tranquila, siempre vigilando con las piernas cruzadas desde el alféizar. Me dijo no pospongas nada, y he de admitir que si este fuera el último día de todos haría todas esas cosas que ella rechaza. Pero al fin y al cabo hoy sólo querría dormir para jamás despertar, pues estar vivo no es exactamente igual a vivir.

sábado, 7 de noviembre de 2015

El mundo es un lugar asqueroso y en momentos como este me siento un imbécil remarcando lo rematadamente obvio. Llevo años encerrado en la misma mierda, como cualquiera, sólo que yo renuncio a los horarios, los despertadores, las nóminas y las facturas, me niego a ser un puto esclavo. Para mí soy el ideal que la mayoría de ignorantes deberían intentar alcanzar, para mis padres un puto vago sin remedio. Columna erguida, puños cerrados, mirada recta y frente a mí el sanguinolento gotelé que no me deja pensar claro por un segundo. ¿A quién coño le importa mi sufrimiento? La vida apesta y soy tan terriblemente patético.

Llego a casa para dedicarme con todas mis fuerzas a la melancolía, mis pensamientos se detienen en la muerte. ¿Qué ira me conduce a provocar mi propia destrucción?

miércoles, 4 de noviembre de 2015

Obviamente pienso en ti, imagino que nuestras diferencias se disuelven como el cloro y que la inocencia vuelve a ocupar el lugar que la impaciencia le arrebató. No me considero nadie, no creas, poco más que un bastardo. Todo lo que aprendí durante estos años de adolescente histeria programada se ve reunido en un punto exacto en el que el amor y el odio convergen dando paso a la nostalgia, una hija de puta con ganas de morderme.

¿Lo escuchas?, qué jodidamente patético, estoy maldiciendo al cielo y lo único que consigo es cambiar palabrotas de sitio. En fin, no me quejo, tengo tabaco y droga, es más de lo que podría pedir. Qué expectativas tan bajas.

Hey, aún no me he marchado, qué más quisieran; que me largara de esta puta roca infestada de parásitos para dejar al planeta tan solitario, tan carente de lo que vengo a decir. No pospongas nada, el tiempo siempre juega en tu contra: a cada minuto sesenta segundos más cerca de la muerte. Y como basura espacial surfeo sobre los hilos de luz provenientes de voluminosas estrellas muy lejanas, tan gloriosas, tan inmensas que harían dimitir de sus cerebros al raciocinio de los hombres. Hoy estoy aquí, mañana seguiré en el mismo sitio pero mi conciencia continúa saltando a través de las diferentes capas de la percepción humana. Billete a no sé dónde, chica, te llevo si quieres.

domingo, 1 de noviembre de 2015

Secretos profundamente guardados en las esquinas del alma, ¿acaso una maldición no puede convertirse en bendición si te inspira?

Así paso los días, y a decir verdad no sabría definir la diferencia esencial entre uno alegre y otro triste. No se debe a la falta de droga, ya ni siquiera me preocupa tener algo que fumar, los buenos tiempos en los que quemaba mi salud se han ido; ahora quiero hacer algo nuevo, pero sin pasarme. A veces me gustaría ser egoísta y cuadrarme delante de ti, yo qué sé, a ver qué ocurre. Pero me aterra presuponer que te merezco y el hecho de pensar algo así me hace sentir como un completo gilipollas sin esperanzas. Por eso no sé si soy un esbirro de la melancolía o el destinatario de la buena fortuna. Aun así me digo, qué coño, no hay nada que perder, y aunque sí que lo hay en ocasiones es bueno vendarse uno mismo los ojos y caminar recto con los brazos extendidos.

Me creen un loco, lo sé, mi familia me cree un loco, y lo entiendo. Es la penitencia que acepté, la de aguantar el sofoco jornada tras jornada, la de ahogar las penurias en espeso humo, la de esperar el irremediable día en el que regrese a mí, la de que me llamen vago (aunque esta última sea bastante acertada). Algunos hombres nacimos escritores, no fabricamos cigarrillos, no proporcionamos energía eléctrica, no pegamos tiros; sólo escribimos. No puedo culpar a mi padre, que absorbido por las corrientes sociales, culturales y animales creó una familia de la que ahora es preso. Facturas que pagar, responsabilidades que cumplir y tres bocas que alimentar, ah, qué triste.

Puedo llegar a entender cada mueca de descontento en sus caras cuando con absorta frivolidad les digo adiós mientras ellos me acercan de nuevo con el brazo con el que me repudiaban hace no tanto, como si no importaran estos años juntos, las risas, los excesos y los abrazos cómplices de buenos amigos. Pero no hay amistad real que florezca entre la fronda de la vanidad, cuando todos buscan ser los mejores apoyándose en los cuerpos sin vida de muchachos rezagados que no supieron adaptarse; no hay amor en la tierra en la que sembraron la muerte. Ahora son altas secuoyas que con sus densas copas impiden el paso de los rayos del Sol, asesinando toda esperanza de compañerismo y piedad humana. Un agridulce ciclo que acepto con resignación.