domingo, 8 de noviembre de 2015

Un descanso, querida.

Cuando camino a mi alrededor la gente necesita odiarme, y con sofisticadas artimañas el rencor y la paranoia desatan su pus. Soy un tipo extraño que ya nació viejo a lo Benjamin Button, ¿pero a quién le importa mi historia? Me siento como un ignorante, un pobre diablo; como un marine después de dejarse la cordura matando japos en el Pacífico y a la vuelta regresa a casa y lo contempla todo igual: ¿para qué? (Esa incesante pregunta).

Flemas, flemas y más flemas; suero, suero y más suero; nada, nada y más nada. Los roles se invierten constantemente a medida que la verdad sale a la luz, aunque ello no implica que cada cual acabe en su sitio correcto. Tal vez merezca la pena la muerte, tan impasible y tan tranquila, siempre vigilando con las piernas cruzadas desde el alféizar. Me dijo no pospongas nada, y he de admitir que si este fuera el último día de todos haría todas esas cosas que ella rechaza. Pero al fin y al cabo hoy sólo querría dormir para jamás despertar, pues estar vivo no es exactamente igual a vivir.

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