lunes, 25 de agosto de 2014

Viento y marea, sueños opacos que en su neblina y espesor ocultan realidades extrañas. ¿Qué quieren de mí o qué necesito de ellos? Deambulan, probablemente de aquí para allá de mi habitación, observando mis pensamientos y colándose como polizones en mi psique. Y entonces despierto y me incorporo con sobresalto de la cama de mis padres, las aspas del ventilador giran y hacen ruido; parecen un helicóptero, y la carcasa que lo rodea se difumina de manera que parece estar sumergido en agua, ¿estaré yo sumergido? Algunas cosas no pueden explicarse, suponiendo que mi estupidez no pueda llegar a tener más poder que mi propia voluntad.

domingo, 24 de agosto de 2014

Más allá de lo racionalmente demostrable.

Me marcho, vuelvo, voy y regreso. Es tarde, y mientras escribo estas líneas espero al Sol, pero aguardar su salida implica revolverme entre las sábanas entreabriendo los ojos en busca de figuras ocultas entre las sombras de mi habitación (más tarde viene ese inevitable quemazón en mi estómago que me acompaña durante el resto del día). ¿Qué fuerza imposible de esquivar me empuja a temer y deslizarme a un lado y a otro a través las fronteras del raciocinio y del miedo?, ¿por qué necesito descubrir lo que me asusta, y a continuación lo rechazo por el simple terror a lo desconocido?

Tengo miedo de creer, porque durante estos últimos doce meses me he sentido demasiado cerca y a la vez de espaldas, postrado ante una verdad que me asusta más que la nada. Conforme escribo esto más me aproximo, pero no estoy preparado. Definitivamente no estoy preparado.

domingo, 17 de agosto de 2014

Camino de regreso a casa, es muy tarde pero nunca lo es demasiado. Sujeto entre mis dedos índice y corazón un cigarrillo húmedo, mientras escucho a los monos en mis auriculares me gusta fantasear con la belleza indomable. Habría estado bien que en ese momento hubieras mirado mi cara para que me dijeras si estaba triste o jodidamente alegre, porque francamente albergaba serias dudas.

¿Es la luz de aquella farola lo que parpadea o soy yo? Seguí andando y de regreso me crucé con viejos recuerdos, pero cerré los ojos, y justo cuando nos encontramos cara a cara me embistieron. Quise llorar, quise huir, quise haber aprendido a volar el anterior Verano para escapar lo más rápido posible; pero no hubo manera. Recuerdo que sus rostros eran blancos y pensé en devorarlos como si se trataran de gramos blancos de m, pero sería caer de nuevo en el error.

¿Qué es aquello que recta a través del cielo y la tierra, que levanta los árboles y me empuja hacia atrás? Tal vez se trataba de el destino incomprendido. Pero no podía quedarme para comprobarlo. Continué y acabé donde siempre, sentado en un sofá roñoso en el que descansar con mis amigos justo antes de que amaneciera. 

miércoles, 13 de agosto de 2014

We just blew it, and I'm not sad. Well I'm mad, well I'm bad.

Hablemos de aquellos tiempos en los que no disfrutaba (o me saciaba) de derramar mi propia sangre, antes de probar el adictivo brebaje que emanaba de tu antigua boca y se colaba entre los huecos de tu antigua dentadura, mucho antes de consumir, mucho antes de perder la fe y comenzar a creer que no hay espacio para mí. Estaba acostumbrado a ver los gramos pasar delante de mí, pintaba paredes y esbozaba maneras indoloras y rápidas de quitarme la vida; tan sólo era un simple juego que más tarde cobró seriedad, una corriente por la que me dejaba arrastrar. 

Este aroma, ah, el de las noches en vela escrutando el techo con la mirada seca como del que se oye llorar, el del impertinente sentimiento de tratar a llegar a comprender la muerte; pero no puede comprenderse lo que no que no se experimenta. Tal vez, en la tristeza me siento completo porque me da la clarividencia de mis actos y mis pensamientos, o quizá sólo sea un espejismo, por eso vacilo y voy de un lado a otro de la línea. Y tal como aprendí me pregunto si todo es una invención, un teatro, y que yo, formando parte de un macabro espectáculo, soy el único actor; y permanezco sobre el escenario para hacer reír, ¿a quién? Si ni siquiera puedo confiar en mis sentidos, y lo único que tengo por certeza son mis propios pensamientos, ¿cómo pretenden entonces que acate sus normas, que crea en sus divinidades, que confíe en la extraña recompensa que me ofrecen? Yo no quiero oros, cadenas, ni tesoros; la auténtica recompensa es eliminar la necesidad de dicho reconocimiento, y eso nadie puede dártelo.

Aquí estoy y sigo siendo el mismo, mis lágrimas lo corroboran con innegable gentileza. Colecciono tapones de cera, los guardo en la cerradura de mis ojos porque la única llave que conservo lleva tiempo oxidada, y para ser sincero hace mucho que dejé de mirar a través de ella. ¿En qué lugar quedan la desazón y la histeria adolescente cuando mis pensamientos se debaten entre la vida y la muerte?, ¿qué importan las caricias, los besos o los excesos cuando la luz que refleja la búsqueda del conocimiento alumbra todo lo que siempre quise conocer? Por eso digo, que no temo a nada salvo a indagar, pero a la vez es lo que me da la vida. Por esta mierda muero, caigo y me levanto cada día.

Cuando cae la luz me convierto en una rata.

martes, 12 de agosto de 2014

You said goodbye.

Te has marchado, como quien se ha ido de viaje a un país extranjero, como el que se muda de barrio; pero tú nunca regresarás. Nunca volveré a verte, nunca volveré a verte, nunca volveré a verte. Contigo he aprendido lo complicado que es el concepto de la muerte, y por tanto también de la vida. Simplemente ya no estás, pero si en algún lugar queda algo de ti es seguro que estarás con ella. 

Siento que no llegué a conocerte, y que lejos de ser cariñoso contigo (tal y como merecías) no aproveché los últimos años en los que aún estabas en casa y podías vivir a medias. Desapareciste de la misma manera en la que te mantuviste sobre la tierra, con dolor, esfuerzo y fortaleza, soportando tu gigantesco infierno personal. Y ahora estoy llorando, porque estás muerto y sólo vives en recuerdos que también acabarán por desaparecer.

jueves, 7 de agosto de 2014

And four years have gone by.

"Buen intento, no podrás escapar, pero buen intento. A través de los baches y las penurias, tú avanzas impasible porque, ¿qué otra queda? ¿Para qué hablar acerca de lo que ya está muerto?, ¿para qué persistir en indagar la herida, si la sangre derramada jamás volverá a regar la tela interior de mis órganos? Ojalá todo ésto hubiera acabado bien. Los extremos se tocan, y por eso la más contundente felicidad genera en otro lugar tristeza. ¿Qué quieres que haga? ¿Qué quiero que hagas?, no leer estas líneas fermentando odio y creyendo que yo hago lo mismo, no es así. Es una verdadera pena que este fiel salvoconducto que es enseñar a una pequeña parte del mundo mis sentimientos provoque rabia en tu desvalijado corazón que luce en su interior muebles de atrezo; pero no puedes pedirle a un guerrero que no sangre, a un revolucionario que no sueñe, ni a un poeta que no escriba".

¿Y es que acaso no tengo el derecho a decir lo que siento (tal vez sea tu yo quien te obliga a prestarme atención) y a manifestar mi esquizofrenia de la manera humana más patética posible? Escribo todo lo que ves, pero a la vez hay tantas cosas que te dejas en el tintero. Creo que el dolor está dando paso a la locura. Otra noche sin dormir, caray, pura distimia, pero sabes, tiene un sabor agridulce que me encanta.

miércoles, 6 de agosto de 2014

Behind the doors.

A la espalda el Volga, al frente Stalingrado y entre pecho y espalda la ceniza de mis suspiros. Caray, por fin tenemos algo en común, pero yo lejos de creer en mi sempiterna razón, con frecuencia me dejo derribar y alumbrar por ese insano y acertado pensamiento que me dicta que no tengo motivos para quejarme. En fin, supongo que me he hartado de hablar siempre acerca de lo mismo y por eso te menciono; o será porque busco en ti la empatía necesaria para afrontar una dura perspectiva común.


Para no hacer caso de tus ojos me escondo entre las cuerdas vocales de Jim, y canto en silencio con misticismo hacia el techo que me ve dormir y revolcarme como un cerdo. Quisimos hacer oídos sordos al diagnóstico de un eco pasado, pero erramos y ahora tan sólo sé hacia dónde no quiero mirar. He comprendido que las cosas buenas pueden cambiar.

domingo, 3 de agosto de 2014

What if you were right the first time?

Preso de este insomnio desmedido, dependiente de esta pasiva depresión. No es que no pueda librarme de mis antiguos demonios, es que algo dentro de mí me lo prohíbe. Camino de vuelta a casa por las calles que me vieron crecer saciado de odio inútil, con la permanente sensación en mis hombros de que el camino correcto no siempre es el más fácil. Y me pregunto, ¿habrá llegado el momento de dejar el pasado a un lado y dejarte emprender el vuelo? Te pido perdón, te pido perdón, te aclamo perdón... por no saber encajar medias verdades afiladas que se paseaban de incógnito delante de mis narices, pero yo nunca podré perdonarte el disimulo con el que apáticamente dejas correr mi sangre mientras sonríes hacia otros ojos. Como si fuera consciente de todo y a la vez un ignorante empedernido, pero jamás correré esa suerte. 

Y aquí sigo, tragándome palabras de desprecio que sólo me reconfortarían a mí en la espinosa soledad de mi habitación.
Y aquí permanezco, sentado viéndolas venir y encajando las piezas, sonriendo dulcemente mientras mi falo destila depresión.

¿Cuándo me convertí en ese tipo al que merece la pena ocultar ciertos aspectos de tu vida, ciertos aspectos algo vergonzantes para la mayoría que cubres con metros y metros de fangosa tierra como si yo fuera uno de ellos? 

La tentación me saluda como mi traviesa colega indiscreta, y a la vez tan mojigata. La misma que solía conseguir molestarme pero que nunca quise llegar a odiar. Y entonces dijo "Tenemos ese tipo de chispa que añade intriga al caldero del pensamiento que está apunto de rebosar". Nunca quise odiarte, no era parte del plan; así que mantén tu encanto donde no pueda verlo si no quieres verme marchar.