domingo, 3 de agosto de 2014

What if you were right the first time?

Preso de este insomnio desmedido, dependiente de esta pasiva depresión. No es que no pueda librarme de mis antiguos demonios, es que algo dentro de mí me lo prohíbe. Camino de vuelta a casa por las calles que me vieron crecer saciado de odio inútil, con la permanente sensación en mis hombros de que el camino correcto no siempre es el más fácil. Y me pregunto, ¿habrá llegado el momento de dejar el pasado a un lado y dejarte emprender el vuelo? Te pido perdón, te pido perdón, te aclamo perdón... por no saber encajar medias verdades afiladas que se paseaban de incógnito delante de mis narices, pero yo nunca podré perdonarte el disimulo con el que apáticamente dejas correr mi sangre mientras sonríes hacia otros ojos. Como si fuera consciente de todo y a la vez un ignorante empedernido, pero jamás correré esa suerte. 

Y aquí sigo, tragándome palabras de desprecio que sólo me reconfortarían a mí en la espinosa soledad de mi habitación.
Y aquí permanezco, sentado viéndolas venir y encajando las piezas, sonriendo dulcemente mientras mi falo destila depresión.

¿Cuándo me convertí en ese tipo al que merece la pena ocultar ciertos aspectos de tu vida, ciertos aspectos algo vergonzantes para la mayoría que cubres con metros y metros de fangosa tierra como si yo fuera uno de ellos? 

La tentación me saluda como mi traviesa colega indiscreta, y a la vez tan mojigata. La misma que solía conseguir molestarme pero que nunca quise llegar a odiar. Y entonces dijo "Tenemos ese tipo de chispa que añade intriga al caldero del pensamiento que está apunto de rebosar". Nunca quise odiarte, no era parte del plan; así que mantén tu encanto donde no pueda verlo si no quieres verme marchar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario