lunes, 28 de diciembre de 2015

Esta mañana he regresado al barrio y me he sentido como un extraño paseando por un lugar completamente nuevo y afable. Pero el Sol hoy luce fuerte, tal vez porque le he visto salir, ardiendo en combustión en una lenta agonía que me hace dar gracias a la vida por existir en mí. La noche se me abalanzó y no supe hacer nada, me derramé sobre la funda de la almohada y compuse estos versos que persisten.

Me he sentido como aquella mañana de hace ya más de dos años en la que volvíamos extasiados a casa después de descubrir parte de la verdad oculta del universo y ella cayó rendida en el sofá y yo, como un gilipollas que cree saberlo todo, miraba a mi alrededor encontrando nuevas maneras de percibir las cosas. No sé si podré quitarme del paladar este sabor agridulce, ni sé si quiero, porque la melancolía me estimula y me nutre; esquivo el miedo y los problemas se resuelven solos.

Soy un estúpido creyente, miro a la nada y veo cosas así como las luces del interior de mis párpados cuando froto mis ojos. Tengo ganas de salir a la calle otra vez y no volver hasta encontrar un buen motivo para quedarme fuera a disfrutar de la música o las risas o yo qué sé. He vuelto a recobrar la confianza de aquellos que siempre una y otra vez lanzo al abismo, pero ella siempre regresa de vuelta y yo la acepto entre risas que me hacen olvidarme de todo y centrarme en disfrutar el momento.

lunes, 21 de diciembre de 2015

Y entonces, cuando la gravedad del asunto es lo suficientemente fuerte como para absorber cualquier haz de luz que las cosas buenas desprendan, sólo entonces, trinco la botella y ella me hace feliz. A veces vino, otras whisky, ron o incluso vodka, no me importa su nombre mientras me emborrache; me quedo en casa toda la noche contemplando el parpadear de las luces de la ciudad a muchos kilómetros de distancia a través de los barrotes de mi ventana como si fuera un pajarillo, después salgo a la calle justo antes de que el Sol vuelva a nacer y el mundo parece un lugar mejor. A continuación todo se pone en marcha: los niños pequeños van al colegio acompañados por sus madres, los adultos van a sus trabajos de mierda dentro de sus carros soltando humos tóxicos y los ancianos van a rehabilitación aguardando acaso la extrema unción. Es como si la ciudad despertase mientras yo permanezco dormido, sentado sobre adoquines apoyado en la pared entre orines y vómitos preguntándome si merezco algo mejor. Obviamente no. He perdido algunos trabajos, amigos, familiares e incluso personas a las que amé, sin duda la botella es una afición bastante sacrificada.

Una vez oí decir a una persona una consideración de lo más descortés, pero innegablemente cierta, y es que todos los alcohólicos somos unos borrachos. Mi padre lo era y su padre antes que él, ¿quién soy yo para cortar de cuajo el legado de una estirpe que se extiende ya por generaciones? Él me daba duro, llegaba del curro estresado, sobre todo cuando no le fiaban más en el bar, y ni siquiera le era necesario estar colocado para encontrar una buena excusa para endiñarme. Por eso yo no tengo hijos, ¿qué alcohólico hijo de un alcohólico podría ser un buen padre?

La primera vez que probé el alcohol tuve miedo de transformarme y de un momento a otro pasar a ser un enfermo, pero no pude frenar la curiosidad, pensé, si bebo tanto como bebe él tal vez logre entender el motivo por el que me odia. Él ni siquiera me odiaba, se odiaba a sí mismo, aunque llegué a dicha conclusión demasiado tarde.

Y entonces, cuando los problemas y las obligaciones del día a día pesan más que las ilusiones de un nuevo y próspero futuro otorgado por Dios, sólo entonces, trinco la botella y ella me hace feliz. No importan un carajo las facturas, ni la cita del dentista, ni la reunión de primera hora con el jefe: lo único que deseo es seguir nadando en cerveza. Me quedo deambulando por las calles toda la noche en cuanto el Sol muere, y los yonquis convulsionan en el suelo por un pico, y los adolescentes huyen de la policía por un par de porros y las personas con porvenir descansan en sus hogares plácidamente resistiéndose a la tentación de mandarlo todo a la mierda. Es como si la ciudad durmiese mientras yo continúo despierto sobre el pavimento adheriéndome a él como un chicle preguntándome si alguna vez llegué a plantearme la posibilidad de ser lo que soy hoy. Obviamente no. He perdido muchas cosas pero no las ganas de vivir, porque un drogadicto jamás abandona su hábito, y el mío es persistir.

lunes, 14 de diciembre de 2015

Yonqui.

Me dreno por dentro cada vez que pienso en todo el dolor y la pena que hoy reinan en el mundo y lo simple que sería realmente deshacerse de todos los problemas, ser feliz es tan fácil. Mientras todos despiertan poco a poco mi alma ya está ivernando, cogiendo fuerzas para nacer otra vez. Cuando miro tu cara, y la lascivia no juega sus cartas, me veo solo porque siento que sigo siendo un crío más crío que tú, y es algo que no sé cómo sobrellevar. Mañana tengo que volver a levantarme para ir a un lugar que desprecio profundamente (no por el fin por el que fue construido, sino por el engaño en el que se cimentó) como el condenado a muerte que recorre la milla verde sin oponer resistencia aceptando su inevitable final o el cigarro que se consume en cenizas. Esta noche leo a Burroughs mientras espero a que amanezca para refugiarme de los fantasmas que de vez en cuando vienen de visita para importunarme, estoy jodidamente solo porque la tristeza de mi alrededor me suprime. 

Puedo verlos desde lejos enseñar sus colmillos casi por instinto dejando gotear la saliva a través de pequeñas e intencionadas fugas de sus labios, pero yo no soy así. Yo quiero vivir, danzar, llorar y reír, que todo lo que hago guarde un inquieto fin que siempre sea el de contemplar la felicidad en la sonrisa de mis más allegados para así volcar la buenaventura en la mía propia. Tengo miedo y de mi miedo soy culpable así como de mi dicha o mi desgracia, y no pretendo inmiscuirme con vanos reproches que tratan de pasar desapercibidos como indiscutibles alagos, pero carajos, estoy intentando hacer lo correcto con todas mis fuerzas y todo a mi alrededor me grita lo opuesto. Sé que nací para llevar la contraria y demostrar que todos aquellos mitos, leyendas y sueños premonitorios del pasado eran ciertos, que la esperanza no alberga límites y que si fui arrojado hasta aquí fue por algún motivo. ¿Y qué más da aun no siendo así?, si la vida no tiene un sentido inventaré uno. No sé qué estoy haciendo aquí, pero si vuelve a amanecer antes de que me duerma te aseguro de que no tendré los cojones para despertar.

jueves, 10 de diciembre de 2015

El amor se deshace en mi cerebro como un terrón de azúcar en un vaso de café caliente, mezclándose así la glucosa y la cafeína creando una poción homogénea de nervios y satisfacción. No hay nada a mi alrededor que me haga sentir mejor que ésto, y ustedes podrían pelear a muerte por una cucharada más, pero a mí nada me sacia ya. Sé que sólo un poco más satisface vuestras almas, sin embargo también soy consciente de que nada me hace sentir tan bien como presenciar en procesión a vuestras mentiras y las mías cruzar por la calle; van de oreja a oreja causando conmoción. De hecho llevan a cabo extraordinariamente bien su tarea porque a estas alturas me cuesta confiar en las personas ya que si yo miento, ¿qué les impide a ellos hacer lo mismo?

Contemplo a la belleza y la miseria del mundo converger en un mismo punto dando paso a la melancolía, cuando algo realmente extraordinario no tiene por qué ser algo realmente bueno. Vi la sangre fluir por mi antebrazo colina abajo y pensé "joder, la muerte es más colorida que la vida", y a raíz de eso coqueteé con ella algunos años, a día de hoy sigo sin avergonzarme, pero si quisiera marcharme ya lo habría hecho. Ya que estoy atado a este mundo voy a darle vueltas hasta deshacer el nudo.

What if you are right and they are wrong?

Hoy contemplé a un viejo solitario, estaba quieto, sentado, con las manos entre las piernas dando sorbitos a una caña. Me resultó terriblemente melancólico, porque mientras los jóvenes bebían y se divertían a su alrededor él sólo clavaba la mirada en el suelo y tomaba tragos del vaso. Estuve a punto de hablarle, invitarle a una cerveza o simplemente sentarme delante suyo para descubrir qué escondía. Pensé en mi abuelo, en la vejez y en el inevitable declive al que mente y cuerpo se ven sometidos, parecía triste pero su rostro se iluminó cuando vio a un niño pequeño caminar con su padre cogido a su mano. Entonces hice un esfuerzo, inútil finalmente, porque algunas lagrimas tímidas consiguieron salir. Y allí, yo, me sentí tan imbécil de encontrarme observando a un anciano apiadándome de él, como si necesitara mi ayuda, como si alguna certeza mística me hubiese indicado que tenía que socorrerle. ¿Socorrerle de qué?, más bien tuve que auxiliarme a mí mismo. Tomé un gran trago y choqué el vaso contra la mesa y acto seguido nos descojonamos todos juntos por alguna tontería sin importancia que ya ni recuerdo. Salimos a la calle a cualquier encuentro fortuito que nos entretuviera, escuchamos a unos chavales alemanes con pintas de mochileros tocar frente a la catedral, Paula y yo les echamos un cigarro cada uno y nos dieron las gracias. Entonces pensé que hubimos formado parte de algo jodidamente bello, ellos nos habían hecho un poco más felices con su música y nosotros a ellos también. Continuamos caminando de vuelta al barrio y cuando nos paramos en un parque a fumar y hablar di gracias al alcohol, a la cerveza, a los porros, a los amigos de siempre y a las charlas sin aparentes intenciones de ser concluidas. Ellos me agradecieron el esfuerzo de enseñarles tanto a lo largo de tantas y tantas conversaciones, como si fuera un profesor; no me vieron, pero sonreí fugazmente, mi corazón se inundó de bondad. Entonces Paula contó algo que su madre le había dicho algún tiempo antes cuando estuvo cerca de la muerte, y es que lo único realmente importante en la vida son las cosas que te hacen feliz. Por eso, en parte, hoy he decidido hacer lo necesario para serlo, y no pierdo la esperanza.

martes, 8 de diciembre de 2015




Certero en la oscuridad arroja su simiente,
aquel que nunca dice la verdad pero tampoco miente.
Mira de reojo su futuro consecuente,
y acaso alberga a comprender la retórica de la vida y la muerte.
La muerte.

Entonces cuando me abrumo de este mundo gris
acudo a los restos de lo que fui.
Intento ser feliz y aunque no sea suficiente
el amor siempre permanece caliente.
Caliente.



Mi libertad acaba en el momento en el que por imposición me levanto del sofá para hacer algo que no me apetece en absoluto. Soy un adicto, lo sé, no hay nada que admitir porque no es una desgracia, nadie lo implantó en mí, yo lo elegí. Supongo que quería evadirme, inhalar humo blanco y que las penas claudicasen, era una dulce esperanza que a ratos funcionó y todavía da resultados. Veo rostros familiares, amigos con los que he convivido años y después de dos décadas me parecen extraños, pienso en ellos y me sorprendo al ver que ya no son esos críos con los que jugaba; ahora son respetables hombres que estudian carreras y tienen carro propio. ¿Y yo?, bueno, yo estoy aquí escribiendo a la nada. Pero no quiero parecerme a ellos, no me gustaría en absoluto; ni vestir sus jerséis ni sus camisas, ni lucir sus sonrisas perfectas de Instagram, ni pasear con sus novias expertas en posar bien para las fotos. Observo los restos que permanecen y es como si me sintiera un niño que perdió la infancia asimilando lo que correspondía ser un adulto con sus horarios, sus obligaciones y sus miedos. Aún sigo asustado y no me apetece llorar estos días tan sólo por el desahogo, por deshidratarme un poco y darme a mí mismo toqueticos en la espalda a modo de consuelo "sólo un esfuerzo más". En ocasiones pienso que la vida acabará consumiéndome antes de que aprenda a montarla, antes de que sepa domar mis preocupaciones.

jueves, 3 de diciembre de 2015

Bastardos hijos de la gran puta.

Me han llamado de tantas formas: hipócrita, imbécil, cejudo, asqueroso o incluso nazi (esta última al decirle a una antigua profesora de filosofía que a mi parecer una mujer siempre posee el derecho de decidir sobre su feto y su posible aborto ya que éste es durante nueve meses un parásito, y como si fuera poco también una mascota con obligada manutención como mínimo durante los dieciocho venideros años). Me hace mirar atrás y sonrojarme. 

Considero que soy honesto conmigo mismo y en especial con el resto de las personas, incluso con las que no me gustan que suelen ser la mayoría, pero a ellos no les interesa mi opinión, nunca les interesa. Sin embargo acostumbran a aceptarme cuando me conocen y admiten mi inteligencia en ciertos aspectos, pero siempre me miraron por encima del hombro, "mira a ese pobre imbécil desplomado sobre el mugriento banco, me pone enfermo".

Un año más desde que salí del coño de mi madre y otro más cerca para marcharme, y aunque en realidad sólo sean dígitos, y aunque todas las falsas felicitaciones escritas que tratan de actuar en pos de la amistad y el buen rollo sean atrezo me dejo engañar por unos instantes y pienso que el mundo es un lugar fabuloso. No más lejos de la realidad enseguida despierto y de nuevo me pongo a manejar pensamientos, ordenar palabras, contabilizar las penas y voilà, la ambición se comió al hombre. Sí, sí, sí; si quisiera tendría el mundo a mis pies, y sí, también sé que el único motivo de mi desgracia soy yo mismo. Pero díganme, supuestos teóricos de la causalidad, si la suerte de cada individuo se ve delimitada por su manera de proyectar sus intereses hacia el exterior, ¿eso querría decir que el niño pequeño que muere de inanición en Somalia o el anciano que se agarra con las uñas a sus últimos momentos de vida jodido por el cáncer están en dicha situación porque no supieron pensar en positivo?

Tal vez a estas alturas decir que la vida es una mierda hace que suene demasiado pedante, o demasiado condescendiente o demasiado satírico; o simplemente quede como un idiota que va por ahí predicando lo que todos saben. Pero no piensen por ello que alguien denota poco cerebro, ¿acaso no están hartos de escuchar en todas partes acerca de los refugiados, la contaminación o la futura e inevitable tercera guerra mundial? No nos importa una mierda, y no nos importará hasta que construyamos guetos, la polución sea más común que el oxígeno y de un día para otro nos llamen a filas para matar musulmanes al otro lado del mundo. Las mismas caras que ven en la televisión y en las papeletas electorales son las mismas caras que promocionan la guerra, la injusticia y la desigualdad para que nosotros vistamos ropa más barata fabricada con un menor coste o consumamos drogas más puras (provenientes de países que invadieron en nombre de la democracia) que implican un gasto mínimo en transporte. Fascistas de mierda, están por todas partes; en los telediarios, en los periódicos, en los congresos y en búnkers bajo tierra examinando cada palabra que tecleamos en internet y cada transacción bancaria que efectuamos. Nosotros les dimos el poder para controlarnos, ¿quién se lo va a quitar ahora?

martes, 1 de diciembre de 2015

Con el estómago lleno uno escribe mejor, cuando el recipiente bosa y a mi boca llega su jugo. Qué sabrosa bilis, vino para enseñarme el proceso visceral por el cual el amor se licua y sólo queda la lascivia en noches primigenias con los bordes marcados y en mis mejillas las huellas ya frías de los besos que no soy capaz de volver a sentir. Qué solo, qué triste, qué desamparado; felicidades otra vez, gilipollas, solamente tú serías capaz de alargar esta miseria por tantos y tantos años. Al menos soy libre para elegir ser preso, o lo fui, tal vez en el instante único en el que tomé la decisión. Pero aún conservo el coraje, o la soberbia, de enfrentarme a mí mismo e imaginar la insólita posibilidad de encontrarme frente a una multitud que desea amarme, pero no sabe cómo. Soy incapaz, sinceramente, me cuesta horrores levantarme de la cama antes de las cuatro de la tarde y ellos quieren que lo haga a las siete de la mañana cinco días a la semana; simplemente me entra la risa. Y es que a decir verdad a veces ya no soy capaz de diferenciar lo estrictamente necesario de lo artificialmente implantado, cuando la democracia y la libertad de expresión se subordinan a la injuria y al atrezo... ¿qué nos queda?

Sigo siendo un niño, sólo bebo y fumo más, y es algo que no puedo dejar de hacer. Porque en esos días en los que no veo el Sol más que un par de horas y las ganas de hacer algo por mí mismo escasean recurro al hachís, cortado y oscuro como la onírica premonición que marcó un desenlace fatal o el beso otorgado por pura obligación desde tus labios a los míos en una fría madrugada antes de que volviera a casa sin esperar tan siquiera la remota posibilidad de que fuera el último.

Simplemente escribo para no olvidar incluso los detalles más indeseables ni las cenizas de un amor olvidado y guardado en un cofre póstumamente lanzado al mar. Porque necesito recordar e imaginar ensimismado en el infinito desierto que es la nostalgia, obligando a ese inmenso cúmulo de fortuitas casualidades encontrar un significado que hoy de coherencia a estas líneas. Pero no puedo, simplemente es imposible, así que cuando yo me muera lancen un lápiz a la caja de madera y no dejen pasar lo que en vida no quieran.

domingo, 29 de noviembre de 2015

Soy asqueroso pero no es una novicia.

Si observo a través del prisma contemplo las ruinas de una infancia muerta, el desgastado borde casi gris de una adolescencia tornadiza y las marcas de una decisión que me perseguirá. Sólo habiendo convivido en la oscuridad un individuo puede reconocer la luz, de igual manera me he dado cuenta que la insuficiencia y el rencor me hacen ser una mala persona; y por ese motivo cuando pienso en los grandes dictadores del pasado o en los inalcanzables magnates de Wall Street siento pena de que tanta codicia les ciegue. ¿Acaso el mundo no podría ser un lugar mejor si nadie interpusiera quejas para que todos (en la desigualdad más absoluta, que es la que mejor nos define realmente como colectivo) pudiéramos tener al alcance de la mano todo aquello que necesitamos? El dinero es una cárcel inmensa sin barrotes ni muros de cemento armado, por él la gente cambia cada minuto de su vida por cada moneda, por cada billete, por cada fragmento de metal, por cada trozo de papel. ¿Es este el mundo que queremos?, pudiendo dar a cada uno lo que por legítimo derecho de vida pertenece, arrastrando a un lado el falso egoísmo y mostrando a la luz el verdadero que ansía vislumbrar la felicidad en los ojos del prójimo al que amamos. No vine a traer la paz, vine a traer la guerra.

lunes, 23 de noviembre de 2015

Oí por casualidad el quejido de experiencias pasadas y huí aterrado, pero el Sol siempre acaba cayendo por muy veloz que corras hacia el oeste, aprendí que todo rechazo a combatir problemas y dilemas es un paso atrás a veces con la excusa de coger carrera. Así que vos me contemplás aquí tirado con esta carra de perro mendigando pequeñas raciones de cariño a las personas porque no reuní la suficiente plata como para conseguir algo de droga y os atrevés a juzgarme, a adoctrinarme y subyugarme como si fuera una mascota a la que aporrear con el periódico de las mañanas, ¿de verdad pensó usted en el trágico paradigma que en la propia sociedad va implícito, cuando la gasolina que le echas a tu carro proviene de pozos en los que gente escuálida pordiosea por un trozo de pan y de refinerías que ensucian el aire que sus hijos respiran? En el mundo hay tanta miseria que siento que no lo aguanto, mientras tipos de uniforme planifican la siguiente jugada maestra: una nueva vacuna para una pandemia inventada o el falso atentado que iniciará bombardeos masivos que arrebatarán sin piedad la vida a chiquillos y chiquillas que jamás entendieron el concepto de guerra. Esto es lo que ustedes quieren: MÁS DEMOCRACIA, porque el comunismo ya pasó y gracias a Dios también el fascismo, ¿y qué nos queda?: esta pobre decisión, la de ser un país anclado en la dictadura o un peón más del inmenso ajedrez sociopolítico. Y no, ni siquiera eso, siempre estuvimos en el redil, Mussolini y Hitler eran simples fantoches, eran la misma persona que hoy es un tal Obama.

Quiero pedir perdón al mundo entero por adelantado porque el día que me vaya (espero que sea por decisión propia o por elección divina justo en el momento acertado) habré dejado a generaciones futuras con el mensaje del amor en forma de epitafio apócrifo, como queriendo dejar claro que la vida merece ser vivida aunque me haya cansado de ella. A continuación de agachar la cabeza y aceptar con resignación el gélido aliento de los reproches a mí mismo levanto el mentón y volteo la mirada, "no era tan difícil, maldito imbécil, podrías haberlo intentado".

Esta noche es una noche más volcando todas las esperanzas en la buenaventura que el mañana traerá consigo, observando la desgracia cara a cara y bailando un vals con la pena.

La malo del después son los despojos que embalsaman los pájaros del sueño.

Una noche más viajo de vuelta a mis infiernos sólo por el placer de escribir estas sanguinolentas líneas, únicamente por el gozo de verme sufrir a mí mismo. Tal vez tengas razón en eso de que me quiero poco a mí mismo, y que todo ser humano puede superar cualquier traba si admite que el amor es la única respuesta viable. Y yo te pregunto una vez que te has marchado, ¿y si estamos supeditados bajo la simpleza del amor y el falso altruismo? ¿Y si mi miedo es más denso que mis intenciones de ser feliz? Entonces estrujo todo aquello y lo hago una bola, apunto y la lanzo al más oscuro rincón de mi alma, años después con el paso de los meses un nuevo miedo brota y sus blancas flores fecundan el suelo muerto y gris.

Un triste cigarro más, para tú estar más cerca de la muerte y yo más lejos de ti, con arrugas en tu rostro y los portarretratos del salón declarando el testimonio de una belleza pasada que se marchita a cada calada. Ah, qué habré hecho yo para tenerte y malgastarte y a día de hoy no ser capaz de dar marcha atrás, y ahora sé que sería el hombre más afortunado del mundo si encontrara a una mujer que me amase la mitad de lo que tú lo haces. No puedes enseñarme a ser feliz a estas alturas, solamente cabe la posibilidad de que por mí mismo aprenda a mostrarte el verdadero amor (ese amor del que siempre hablas y dices que un hombre jamás podrá sentir) y así me dejes volar en paz. Porque te amo con todas mis fuerzas y en cada una de tus lágrimas veo mi fotografía, y me doy cuenta que del mismo modo en el que el cáncer se llevó a tu madre la desidia y la cobardía me quitarán a la mía.

jueves, 19 de noviembre de 2015

Me despierto doce horas más viejo y salgo a la calle para contemplar la obra del señor.

Si supieras toda la pena que guardo dentro no me harías esas preguntas, cuando me ves tirado en la cama a las cuatro de la tarde con los ojos entornados esgrimiendo cada filamento de las sábanas en busca de un poco de esperanza. Y me dices "no me gusta verte así", "¿así cómo?" respondo yo, y a continuación me haces una señal para indicarme dónde hay tabaco y te marchas. Dios, si pudiera devolverte tan sólo un poco más de lo que te pido estaría conforme, pero te quiero tanto y tú a mí que eso te impide dejarme vivir. ¿Hasta qué punto la desgracia de una madre puede llegar a adormecerse hasta un día despertar y desear no haber engendrado? Yo soy tu mayor don, y dieciocho años después me convertí en la peor maldición. Lo siento, si te dijera que eres la persona por la que más lloro con diferencia te haría más triste, y entonces yo tendría que quitarme la vida y tú vendrías conmigo irremediablemente. Combato contra el poderoso cauce de mis lágrimas, estoy perdido y no sé encontrarme y año tras año los meses pasan fugaces pero persistentes bajo el innegable lema Mañana empezaré a cambiar.

martes, 17 de noviembre de 2015

but i dont weep. do you?

Siempre solo entre los hombres pero no tan mal acompañado como pensaban, suelo sacar ese pájaro que guardo bajo siete capas de ropa de su jaula y canta para mí, y sus silbidos me hacen llorar. Al amparo de la luz surgida de la tremenda fricción de una solitaria paja al borde del estallido de la mañana, lloro cagando, cago unas cinco veces al día. La cuenta atrás comienza desde el primer instante de tu concepción, cada vez un poco menos joven, todos morimos dentro del mismo retroceso que es la vida y la existencia. Tan vacía y tan escueta que la llaman bazofia, y la desprecian, pero tiene un jugo tan adictivo que no puedo enfadarme con ella.

Detrás de las cortinas coloreadas y de los muros de atrezo se esconde una tiniebla baldía, podría haber hecho muchas cosas esta noche, sí, pero me regodeo en la sombra de mis fracasos que poquito a poco van dando forma al barro. Limpié el corte, coagulé la sangre y suturé la herida, y a otra cosa, dispuesto a ser el mejor en lo que mejor se me da, que es nada más que esto. Atrás quedan los tiempos en los que era un vano intento de niño suicida, antes cortaba mi piel en finas tiras como si fuera fiambre, ahora me mato por dentro. Y me pregunto qué puede encontrar quién en mi interior, como si fuera algo más que una supurante amalgama de sentimientos depositados en un recipiente hueco con un diminuto agujero en su base. Poco a poco me voy drenando y con todo el amor que se me escapa voy sembrando papeles en blanco.

domingo, 15 de noviembre de 2015

Relato de una noche breve pero intensa.

Era una noche fría en el pueblo, de esas en las que salíamos juntos a beber a locales en los que vendían alcohol a menores y se podía jugar al billar. Ya andábamos muy puestos, y cuando el fervor adolescente se dormía progresivamente nos fuimos de allí. Caminamos entre las calles apagadas sobre el suelo de cemento armado, yo estaba mareado, de nuevo vodka y ron, y tú querías enseñarme algo. En el extrarradio pasamos por delante de la entrada del cementerio, me contaste entonces que algunas noches atrás habían sacrificado a un carnero como parte fundamental de algún rito satánico delante de las verjas de hierro de la puerta, y justo allí una gran mancha de sangre oscura rezumaba acaso algo de vida todavía. Continuamos, y cuando terminó el camino edificado nos encontramos en la oscuridad sin farolas, sin coches, sin gritos de jóvenes borrachos cantando tonadillas, sin nada. Nos tumbamos sobre un sendero en pendiente que a su vez se ramificaba hasta casas y sus respectivos terrenos extraviados en ninguna parte, nos liamos un par de porros y miramos al cielo. Era extremadamente bello, contemplar la luz que La Luna robaba al Sol y que marcaba de manera incandescente los bordes de las montañas que nos rodeaban coloreadas de un profundo negro mate. Un velo de inconfundible secreto nos adormeció, y rodeados por la penumbra simplemente hablamos sin emitir sonido y escuchamos sin oír ni un ruido. "Qué precioso. Jamás pude imaginar tanta belleza".

Bajamos y topamos con el río que da nombre al pueblo, y nos detuvimos en mitad de un puente para escuchar el agua fluir corriente abajo hacia la inmensidad. Continuamos andando y topamos con una luz a un lado del camino, se trataba de una pequeña ermita de la Virgen de Nuestra Señora de Gracia, nos paramos delante de ella, juntamos las manos y cerramos los ojos. Yo recé por no perderte nunca, porque a través del tiempo y el espacio en el interior de nuestros lóbulos frontales siempre hubiera algo de química dispuesta a socorrernos y a hacernos pensar el uno en el otro.

Cuando terminamos encendí mi porro apagado con el fuego de una de las velas colocadas allí por algún devoto, le di las gracias al culto de un ente inexistente y volvimos de regreso a tu casa.

domingo, 8 de noviembre de 2015

Nunca me perdonaré lo que estoy a punto de hacerte, estoy al borde, pero elijo vivir.

Escapo camino de vuelta a la melancolía, ella siempre me arropa, ella siempre me entiende. Me dice que todos están locos, que algún día un ángel descenderá del cielo y hará sentir en mi pecho la calidez, que no estoy solo y que encontraré mi camino, que soy tan bello como lo patético que me veo a mí mismo. Me dice todo lo que quiero escuchar cuando lo necesito. Es el tiempo de sentir, de no desistir jamás, jamás. Por muy espesa que sea la noche, por muy coaguladas que estén las lágrimas; en mi corazón siempre conservaré esa pequeña luz.

No sé qué estoy haciendo aquí, y mientras trato de encontrarme la gente pretende que pierda el tiempo acumulando dígitos en un monitor de un banco a cambio de mi tiempo vital o estudiando los métodos por los cuales nos esclavizan económicamente. Pero ya es tarde, no pueden detenerme.

Cuando caigo no pienso en nada más, dejar caer mi torso como el de un muerto rebotando contra el colchón una, dos y hasta tres veces marcando la cadencia con la que la muerte se comunica conmigo en sutiles contoneos. Pero amigo, es eso o la droga, es permitir que las penas respiren un poco de oxígeno mientras se asoman por mi garganta o ahogarlas con humo. Son como las abejas, les asusta un poco de fuego, pero a mí no. Por eso quieren salir de mi interior, se están quemando, las estoy quemando. Es eso o permitirme ser un ignorante.

Lera Lynn - My Least Favorite Life (Live)

Un descanso, querida.

Cuando camino a mi alrededor la gente necesita odiarme, y con sofisticadas artimañas el rencor y la paranoia desatan su pus. Soy un tipo extraño que ya nació viejo a lo Benjamin Button, ¿pero a quién le importa mi historia? Me siento como un ignorante, un pobre diablo; como un marine después de dejarse la cordura matando japos en el Pacífico y a la vuelta regresa a casa y lo contempla todo igual: ¿para qué? (Esa incesante pregunta).

Flemas, flemas y más flemas; suero, suero y más suero; nada, nada y más nada. Los roles se invierten constantemente a medida que la verdad sale a la luz, aunque ello no implica que cada cual acabe en su sitio correcto. Tal vez merezca la pena la muerte, tan impasible y tan tranquila, siempre vigilando con las piernas cruzadas desde el alféizar. Me dijo no pospongas nada, y he de admitir que si este fuera el último día de todos haría todas esas cosas que ella rechaza. Pero al fin y al cabo hoy sólo querría dormir para jamás despertar, pues estar vivo no es exactamente igual a vivir.

sábado, 7 de noviembre de 2015

El mundo es un lugar asqueroso y en momentos como este me siento un imbécil remarcando lo rematadamente obvio. Llevo años encerrado en la misma mierda, como cualquiera, sólo que yo renuncio a los horarios, los despertadores, las nóminas y las facturas, me niego a ser un puto esclavo. Para mí soy el ideal que la mayoría de ignorantes deberían intentar alcanzar, para mis padres un puto vago sin remedio. Columna erguida, puños cerrados, mirada recta y frente a mí el sanguinolento gotelé que no me deja pensar claro por un segundo. ¿A quién coño le importa mi sufrimiento? La vida apesta y soy tan terriblemente patético.

Llego a casa para dedicarme con todas mis fuerzas a la melancolía, mis pensamientos se detienen en la muerte. ¿Qué ira me conduce a provocar mi propia destrucción?

miércoles, 4 de noviembre de 2015

Obviamente pienso en ti, imagino que nuestras diferencias se disuelven como el cloro y que la inocencia vuelve a ocupar el lugar que la impaciencia le arrebató. No me considero nadie, no creas, poco más que un bastardo. Todo lo que aprendí durante estos años de adolescente histeria programada se ve reunido en un punto exacto en el que el amor y el odio convergen dando paso a la nostalgia, una hija de puta con ganas de morderme.

¿Lo escuchas?, qué jodidamente patético, estoy maldiciendo al cielo y lo único que consigo es cambiar palabrotas de sitio. En fin, no me quejo, tengo tabaco y droga, es más de lo que podría pedir. Qué expectativas tan bajas.

Hey, aún no me he marchado, qué más quisieran; que me largara de esta puta roca infestada de parásitos para dejar al planeta tan solitario, tan carente de lo que vengo a decir. No pospongas nada, el tiempo siempre juega en tu contra: a cada minuto sesenta segundos más cerca de la muerte. Y como basura espacial surfeo sobre los hilos de luz provenientes de voluminosas estrellas muy lejanas, tan gloriosas, tan inmensas que harían dimitir de sus cerebros al raciocinio de los hombres. Hoy estoy aquí, mañana seguiré en el mismo sitio pero mi conciencia continúa saltando a través de las diferentes capas de la percepción humana. Billete a no sé dónde, chica, te llevo si quieres.

domingo, 1 de noviembre de 2015

Secretos profundamente guardados en las esquinas del alma, ¿acaso una maldición no puede convertirse en bendición si te inspira?

Así paso los días, y a decir verdad no sabría definir la diferencia esencial entre uno alegre y otro triste. No se debe a la falta de droga, ya ni siquiera me preocupa tener algo que fumar, los buenos tiempos en los que quemaba mi salud se han ido; ahora quiero hacer algo nuevo, pero sin pasarme. A veces me gustaría ser egoísta y cuadrarme delante de ti, yo qué sé, a ver qué ocurre. Pero me aterra presuponer que te merezco y el hecho de pensar algo así me hace sentir como un completo gilipollas sin esperanzas. Por eso no sé si soy un esbirro de la melancolía o el destinatario de la buena fortuna. Aun así me digo, qué coño, no hay nada que perder, y aunque sí que lo hay en ocasiones es bueno vendarse uno mismo los ojos y caminar recto con los brazos extendidos.

Me creen un loco, lo sé, mi familia me cree un loco, y lo entiendo. Es la penitencia que acepté, la de aguantar el sofoco jornada tras jornada, la de ahogar las penurias en espeso humo, la de esperar el irremediable día en el que regrese a mí, la de que me llamen vago (aunque esta última sea bastante acertada). Algunos hombres nacimos escritores, no fabricamos cigarrillos, no proporcionamos energía eléctrica, no pegamos tiros; sólo escribimos. No puedo culpar a mi padre, que absorbido por las corrientes sociales, culturales y animales creó una familia de la que ahora es preso. Facturas que pagar, responsabilidades que cumplir y tres bocas que alimentar, ah, qué triste.

Puedo llegar a entender cada mueca de descontento en sus caras cuando con absorta frivolidad les digo adiós mientras ellos me acercan de nuevo con el brazo con el que me repudiaban hace no tanto, como si no importaran estos años juntos, las risas, los excesos y los abrazos cómplices de buenos amigos. Pero no hay amistad real que florezca entre la fronda de la vanidad, cuando todos buscan ser los mejores apoyándose en los cuerpos sin vida de muchachos rezagados que no supieron adaptarse; no hay amor en la tierra en la que sembraron la muerte. Ahora son altas secuoyas que con sus densas copas impiden el paso de los rayos del Sol, asesinando toda esperanza de compañerismo y piedad humana. Un agridulce ciclo que acepto con resignación.

viernes, 30 de octubre de 2015

Trabajo en pensar un gran pensamiento, pienso en trabajar en un gran trabajo

Dios me libre de llegar a ser algún día uno de esos músicos de escaparate que utilizan su influencia mediática y el poco cerebro de las personas para incitarlos a consumir. Me resulta realmente asqueroso que estemos tan condicionados y estereotipados, y que además nos encante. Por consiguiente el mundo jamás ha estado tan sumido en la superficialidad, ¿qué importan los versos que puedas escribir, los pensamientos que llegues a vislumbrar o las ideas que consigas enseñar?, lo importante es que me folles como una perra.

Saben, matar está mal, simplemente por el hecho de que nadie tiene el derecho a quitarle la vida a otro individuo, así se rige la moral occidental al menos (tan extendida como un tumor maligno por la corteza terrestre). Y me parece completamente absurdo que un gobierno sea capaz de castigar a alguien bajo la misma pena por la que se le imparte justicia: el asesinato. La hipocresía es un rasgo distintivo de nuestra especie.

Sutil, muy sutil, como el quejido de los grillos en la calurosa noche o la mordaz impaciencia de no haber logrado encender la cerilla al primer intento. Por la mañana duermo, y cuando despierto salgo a la calle a drogarme y a recibir los regalos que me la vida me otorga. A veces la ilusión de un nuevo amor no enfermizo y otras una mierda de perro pegada a mi suela. Aún camino con pies de plomo, no crean, pero mi corazón exige rebeldía, así que me dejo llevar por el viento. Camino de aquí a allá la gente discute a voces, y si no encuentran a nadie se ensañan con sí mismos. Tanta rabia, tanta energía desperdiciada pudiendo emplearla en echar un polvo o pintar un cuadro, y sin embargo tanta pasión astenia que se abstiene del verdadero bienestar. 

Smith VS Marx, Marx VS Smith. Dejen de partirse las pelotas por un sueldo, el deportivo de sus sueños o la ropa que siempre quisieron vestir. La felicidad está ahí afuera, sólo tienen que salir a cogerla.

miércoles, 28 de octubre de 2015

Hay una casa en Nueva Orleans a la que llaman El Sol Naciente.

Sonó crack, y por eso estoy aquí. Tan sucio, tan rastrero, tan vil, agazapado. ¡Sí!, ¡soy una buena persona! Y una mierda. Soy asqueroso pero eso no es nada nuevo para mí, para ustedes tal vez sí, que confían como crédulos en el buen corazón de las personas (y más tarde se ofenden al haber caído en el error cuando la mayor ofensa es su exceso de confianza), pues bien, están leyendo a un demente. Y por supuesto que he visto a tantos amigos queridos caer en el pozo sin que ni siquiera se dieran cuenta del impacto, allí permanecen en su húmedo interior, ¿quién soy yo para decirles "eh, tío, te estás equivocando"?

Miro a ambos lados y sólo veo caras largas, joder, rostros desesperados con muecas de insomnio, de asco, como si estuvieran haciendo un esfuerzo por tragar esas palabras que trepan por el esófago intentando escapar una vez más, pero tienen que hacer un esfuerzo para reprimirse. Tengo miedo y de mi miedo soy culpable, no puedo rogarle a dios que me ame, he creado en los hombres tanto odio como el que ellos depositaron súbitamente en mí; pero yo ya lo he expulsado. Y por eso, cuando percibo la rabia y la inquina en ojos ajenos me siento como un cachorro herido sin teta de la que mamar. Sí, eso es lo que soy, un perro.

martes, 27 de octubre de 2015

La mano invisible con la que Adam Smith se hacía las pajas.

Detrás de la ira y el rencor se esconde el miedo, he comprendido en gran medida la capacidad que tenemos para convertir todo ese cúmulo de carencias y creencias en una gran bola de helio que arde en combustión, aunque me cuesta analizar dicho proceso en mi persona. Si amas estarás solo, creyendo que decantas tu amor de tu corazón a otro.

Creo en el poder de la elección en un universo repleto de caos, como el poeta que en un ademán absurdo intenta plasmar la belleza de todo con letras, como captar en una fotografía todo el cosmos.

Por mucho tiempo lidié con el temor y la indiferencia, y aún lo hago, pero qué sería de mí si no escribiera estas líneas. Un trozo de carne más. Para eso estoy aquí, soy el claro ejemplo de tío al que nadie querría parecerse, soy yo, este es mi rol. Persigo la verdad incansablemente, ¿desean saber en qué me esfuerzo para cambiar el mundo?, simplemente ÉSTO mientras fumo un pitillo porque soy débil. 

La verdad se esconde en los cajones, en esquinas y callejones.
La verdad nunca morirá si la mentira continúa existiendo.

martes, 20 de octubre de 2015

Vive a tu manera, chico, ya rendirás cuentas.

Tenía la mirada entornada, observaba la luz y ella me cegaba, quién iba a decir que conseguiría superarlo algún día. El pasado me trastorna, trato de recordarlo constantemente para no olvidar los buenos momentos, cuando éramos unos críos que cambiaron la inocencia por el consumo de drogas. Y juntos ahora lucimos tan patéticos a pesar de nuestra segregación, aunque no me arrepiento de nada tal vez debería haberte hecho más caso. Dijiste para consolarme que yo acabaría mejor que tú, cuando me veías roto y quebrado inhalando motas de polvo tumbado en el suelo, aunque no sé si estabas en lo cierto.

Algunas cosas han cambiado, de hecho la mayoría, y lo único que conservo es una piel con cicatrices muy perras y un cuerpo escuálido. No sabría decirte porqué lo perdí todo desde el principio, aprendí a ser un suicida antes que un vividor, estudiaba los métodos más simples y alcanzables para catapultarme a través de la frontera para ver qué hay más allá. Y no tenía intención de regresar para contarlo.

Poco perdura en la superficie de mi conciencia de lo que fui entonces, un niñato inadaptado y por suerte no demasiado marginado, miro atrás y pienso cómo cojones no salté por la terraza con doble tirabuzón incluido.

domingo, 18 de octubre de 2015

Si dios existe en una mujer negra bisexual.

Me apena verlos, casi me avergüenza pertenecer a su misma especie, tal vez me asemeje a ellos más de lo que soy capaz de admitir. Los veo pelear, discutir, insultarse unos a los otros malgastando energías, quemando la vitalidad y la alegría como carburantes para hacer avanzar a la ira. ¿Y para qué?, para ser los mejores en vicios tan superfluos. Las apariencias engañan, pero más engaña el que pretende aparentar. El individuo inseguro construirá a su alrededor cuatro muros de atrezo, en sus paredes exteriores estarán escritos todas sus falsas andanzas como prueba de que sus pecados y sus carencias son otros, no los expuestos, para así a los ojos del resto estar camuflado convirtiendo sus peores pesadillas en su mejor arma. Podría parecer realmente útil, pero será un esfuerzo vano, ya que dichas estructuras no soportarán su propio peso al no haber sido construidas desde los cimientos. Dicho proceso sólo puede ser efectuado por parte de unas manos que cuentan la verdad.

Y conforme ellos se esfuerzan en ser los más fuertes, los más valientes o los que más follan yo permanezco sentado, observando, contemplando la estupidez humana en su máximo esplendor. Pienso, qué patético caer en la cuenta de que no soy tan distinto, de que seguramente lo único que me diferencia de ellos, a excepción de mis genes, son mis experiencias vividas.

Cuando era un crío vi pasar al cáncer, lo miraba de frente, pero yo no era su presa. En comparación con la edad del universo él fue un suspiro, quizás menos que eso, y tal como vino se fue llevándosela a ella. Dime, a quién puedo culpar de aquello. El odio es un lodo inservible que se adhiere a tus pies al andar aumentando el peso a cada paso.

miércoles, 14 de octubre de 2015

birds flying high, you know how i feel

Que les follen a esos hombres de negocios con sus trajes y relojes suizos, a la mierda con ellos y sus deportivos. A tomar por culo con Rajoy, Obama o el enano cabrón de Corea del Norte, por mí pueden dilatar sus respectivos anos y meter allá adentro toda la miseria que generan en el mundo.  

Adiós a las multinacionales y al elitismo. Hasta nunca a los bancos, los créditos, las hipotecas y toda la publicidad que nos quema el cerebro. ¡Ciao!, a sutiles aumentos en el precio en la factura de la luz y a desmesurados recortes de sueldo. Nos vemos, querida cafetera de lujo anunciada por un actor famoso por la que tuve que hacer horas extras, fui estúpido, haces café, no das la felicidad.  

¿Quién se tapa por las noches con dinero? ¿Quién alimenta a sus hijos o da de comer al perro con dinero? ¿Quién se inyecta dinero con una jeringa para curarse de una enfermedad u olvidar los problemas?

martes, 13 de octubre de 2015

Cuando el odio me quema por dentro vengo aquí, escribo y suturo mis heridas internas sin necesidad de abrir mi carne. A veces pienso en lo sencillo que resultaría para mí dejarte tirado en el suelo inconsciente, arrancarte los ojos con los pulgares o despojar a tu boca de esa sonrisa perfecta de ortodoncia. Pero entonces sería como los demás. Me siento realmente estúpido aceptándolo, que por lo general la violencia me parece completamente inútil, aunque querría utilizarla casi cada día.

Entonces, bueno, ¿qué otra queda?

Estoy en silencio escuchando hablar a mi interior porque no puedo verlo desde adentro, y me pregunto qué textura deben de tener mis pulmones o de qué color es la luz que desprenden mis neuronas al escribir estas palabras repletas de rencor. 

lunes, 12 de octubre de 2015

Ese yonqui, con los dientes picados y el cuerpo escuálido al que desprecias puede ser más feliz que tú. Probablemente lo sea. El mundo es una mierda, ¿pero a quién carajos le importa tu vida? Voy por ahí mendigando un poco de misericordia, y la encuentro, y no la merezco. Si todo el sufrimiento que genero dejándome llevar por mis impulsos regresara a mí con la misma fuerza con la que los hago fluir sin duda mi cuerpo se calcinaría, y todavía de este modo soy lo suficientemente vil como para recriminarle a dios su mala conducta para conmigo. Mundo sucio donde todos piensan sólo en ellos mismos, malditos mil veces, títeres del egoísmo.

Soy tan patético y bello al mismo tiempo, pero he de decir algo y es que vos no podés maldecirme porque yo ya estoy maldito. Me siento realmente emocionado por el hecho de que todos morimos algún día mientras contemplo la miseria del mundo y me adhiero a ella como un chicle pisoteado en la acera, negro y sucio. 

jueves, 8 de octubre de 2015

Siempre que me apoyé en la duda como base elemental de mi progreso fui libre, pero cuando fundamenté mis ideales sobre la certeza fui un creyente. Algunos hombres nunca viven, y otros nunca mueren. A veces se pudren en empleos de ocho horas diarias para mendigar televisiones, plazas de garajes o autos más grandes, ¿pero quién quiere algo así? Vivir sin ataduras, sin horarios ni facturas, sin obligaciones de ninguna clase salvo las que tu propio organismo te brinda es privilegio de unos pocos.

Hace un par de noches estaba fumándome un porro con un amigo, en el lugar de siempre aislado de la ciudad y el ruido y contemplé una gran bola de fuego surcar el cielo. Pensé que se trataba de los dioses que regresaban a recogernos o de algún gris que manejaba su platillo ebrio.

lunes, 5 de octubre de 2015

Todo lo que ves algún día fue robado.

Una mañana cualquiera de un día cualquiera un tipo cualquiera se despierta tendido sobre su cama por el estruendo que escupe su despertador, se incorpora sentándose con los pies apoyados en el suelo, abre el primer cajón de la mesilla y aun con los ojos pegados enciende un cigarrillo. Ha comprendido de una vez por todas que si vivir tiene sentido morir también, y en caso de que no lo tenga, ¿qué le impediría entonces saltar por el balcón? No es una opción que le interese, vive en un tercero, de hecho ni siquiera sabe lo que quiere, porque carece de toda ilusión y ni siquiera la tiene por la muerte. Él quiere poder querer y querer querer, pero ya no quiere absolutamente nada. Y se pregunta, ¿cómo iba a ser la muerte algo digno de evitar si tantas personas buscan en ella la liberación?

Se levanta, comienza a vestirse cuando todavía no ha amanecido, la noche es fría y él también. A duras penas se dirige al baño tambaleándose, con mucho vigor y poca puntería empapa su cara sobre la pila del lavabo con contundentes puñados de agua, en tiempos pretéritos se habría dado una ducha, pero ahora el hedor que rezumaba de sus axilas no parecía ser trascendente para él. La resolución satisfactoria de un nuevo día nunca se sintió tan lejana, el mundo es un lugar sin colores para alguien que sólo puede ver escalas grises.

"¡Ah, Christian! ¿En qué te has convertido?". Padre y cabeza de familia, bajo el peso de las obligaciones Christian aguanta el chaparrón suturando su odio hacia sí mismo. Él tiene una casa grande, una esposa que le idolatra y unos hijos que sacan buenas notas, por eso no se soporta, posee todo lo que en teoría hace feliz a un hombre, pero toda regla tiene sus excepciones.

Desayuna una manzanilla y un par de magdalenas a toda prisa como si fuera un animal de granja, no come, engulle. Para él no es más que un trámite, comer  es necesario para no desfallecer durante una agotadora jornada de trabajo, para evitar ardores monumentales como pirámides. Abrocha el último botón de su camisa, coge su maletín y las llaves del coche y cierra la puerta suavemente para que ni sus hijos ni su mujer se despierten. El cielo está nublado, hoy volverá a llover y no ha cogido paraguas. Inserta las llaves en el contacto, la maquinaria cobra vida y Christian se dirige al trabajo, a ese purgatorio de miradas vacías, de clientes insatisfechos y excedentes a los que nadie da salida. La empresa va mal y hay que reducir plantilla, ya han despedido a varios empleados como él, su momento está cerca, lo huele. Christian mira a su jefe, lo contempla como el negro que observa al capataz de la plantación. Querría ser como él, desearía tener un traje mejor, un coche más caro y una mujer más joven, pero se pudre en el mismo puesto desde hace quince años.

Regresa al confort del hogar a la hora del almuerzo, su hijo menor no quiere comerse la verdura y discute con la madre, Christian le insta a que se trague de una vez esa mierda. Se deja caer en la cama como un torso sin vida revotando en el colchón, ni siquiera almuerza, prefiere dormir porque en menos de un par de horas le toca volver al curro. Logra conciliar el sueño entre los gritos que su esposa lanza al viento como una perturbada, no importan las paredes ni las puertas, él sigue escuchándola. Hubo una época no hace tanto en la que ella, Sara, era una joven inexperta en el amor, con las mejillas rosas y un buen culo prieto, con un sentido del humor que haría destornillarse al propio mártir en la cruz. Ahora Sara no era más que una amalgama mal entendida de lo que fue años atrás, ¿qué fue de sus chistes, de su necesidad por ver lucir una sonrisa en los labios de su esposo, de su grandilocuencia para disfrazar malas noticias en pequeños altercados? Todos aquellos detalles se habían esfumado en la penumbra del tiempo. ¿Cuándo cambió todo?, ¿en qué momento su Edén particular se había transformado en el infierno de Dante?

Vuelve al trabajo y se queda haciendo horas extras, de regreso pasa por delante de una tienda de instrumentos musicales ya cerrada. A través del cristal transparente del escaparate observa una guitarra eléctrica que permanece inmóvil de pie apoyada en un soporte, luce brillante y frágil. Examina sus recuerdos por medio del instrumento, cierra los ojos y ve imágenes proyectadas en formato Super8 en las paredes interiores de sus párpados de sí mismo improvisando en un garaje con su banda, tocando en un cuchitril sucio y poco alumbrado... Se lamenta de no haber exprimido cada momento, de dejar los buenos tiempos correr y contemplar con pasividad a su vitalidad marchitar. Se arrepiente, pero arrepentirse no es más que un acto de rectificación tardío, y lo que ya ha pasado no se puede cambiar, tan sólo las repercusiones de aquello que aparentemente hicimos mal. Sin embargo aunque esto debería librarle de todo peso ese es el motivo fundamental por el que mira atrás con recelo y esgrimiendo leves sonrisas pensando en los pudo ser pero no fue. Pero él sabe que el tiempo no sólo desmiembra recuerdos para hacerlos más acogedores e idílicos inclinando aún más la balanza a favor de la nostalgia, sino que también trastorna drásticamente la resolución de nuestros actos e intereses. Así que enciende un cigarrillo y lo comparte con el viento mientras camina en dirección a su coche.

Una mañana más Christian se despierta antes del amanecer, emerge de su capullo de sábanas sudadas y se dirige al trabajo, después vuelve a casa, come algo si le da tiempo y duerme una breve siesta para enseguida volver a sus obligaciones. Día tras día sin tregua, incluso en los fines de semana tiene que hacer esfuerzos extras para la empresa. Esa empresa, ah, que le ha tenido tantos años sentado en la misma andrajosa silla, en el mismo destartalado escritorio con un ordenador desfasado y bolígrafos que no escriben, rodeado de oficinistas necios que no ven nada más allá de sus nóminas, de secretarias rechonchas que chismorrean a sus espaldas acerca de su mal aspecto. Para el negocio él no es más que mano de obra, un simple peón de un gran ajedrez, ni siquiera es relevante, podrían despedirlo y colocar a un pazguato como él en menos de una semana. El tipo que lo sustituyese podría ser incluso más feo y más tonto, lo suficiente hasta como para pagarle menos. Por eso él sabe que aunque no valga nada, que aunque la noticia de su dimisión no fuera lo suficientemente trascendental para su jefe como para esgrimir siquiera una mueca de descontento en su arrugada tez, no podía dejar el trabajo. Sí, Christian era un pobre esclavo.

Y como si fuera poco, como si la arrogancia de su destino no fuera ya lo bastante irritante, se ve forzado a lidiar a diario con las expectativas no cumplidas y con los impulsos reprimidos. Qué bello sería, ¿verdad?, estampar la enorme cabezota del jefe contra sus zapatos, hacer fracturar la nariz de aquel compañero que se mofó de él por las grandes marcas de sudor en su camisa que asomaban desde las axilas, ¿verdad? Cuando está en la calle caminando a toda prisa dando empujones y también recibiéndolos del resto de individuos estresados ya ni siquiera sabe si va o viene, si acude o regresa. Se cruza con esos exitosos hombres de negocios, con sus cigarrillos entre los dedos, sus dientes relucientes y carteras llenas de billetes y tarjetas de crédito. Los ve montar en sus deportivos de alta gama, consultar la hora en sus relojes suizos, tomar café a la salida de esos grandes edificios lujosos, conversar entre ellos mientras ríen. Él desearía tener todo aquello, que todos a su paso giraran la cabeza y sintieran en sus pechos la misma ansia que él siente cuando tiene tan cerca y a la vez tan lejos aquello que necesita con fervor.

Christian es preso del consumismo, está encerrado en un sistema creado únicamente con el fin de someter, que basa su poder en un simple juego: el consumismo. Dentro del mismo sistema económico la deuda y los intereses juegan el papel fundamental que ayudan a esclavizar a la gran mayoría, a toda esa multitud de personas normales y corrientes que cada mañana se levantan y acuden al trabajo para poder vivir, porque en dicho juego las reglas son simples: si no tienes dinero simple y llanamente te mueres. Pero efectivamente Christian no tenía ni la más mínima idea. También es extorsionado por la publicidad, ella le dicta sus gustos y necesidades, sus preferencias y pensamientos. El sistema monetario basa su progreso en la competencia individual, pero el progreso no tiene cabida en una sociedad enfocada al individualismo y el aislamiento. No había vía de desarrollo, el peso del sistema caía sobre los hombros de infelices como él con la intención de oprimir, domar, sojuzgar al hombre... Christian es un pobre diablo más, pero sueña con alcanzar un statu quo elitista. Jugar al golf, ir de tiendas sin preocuparse por el dinero, tomar té los domingos. Esas cosas.

Una mañana idéntica a las demás, perdida en mitad del mes una vez más Christian se despierta muy temprano. ¿Será esta la última? Se dirige al trabajo, pero no tiene un buen día. Pincha una rueda en el camino, llega tarde y para colmo su jefe le grita delante de toda la oficina por algo, algún motivo que suscitó en el rechoncho señor Pascual su ira, pero Christian era ajeno a eso. Tal vez se debía a su nefasto aspecto, a que nunca tenía conversación con el resto de compañeros o a que simplemente olía mal. Nadie en la oficina le soportaba, nadie quería tomar café con él mientras charlaban. Era un paria, y a la praxis él pensaba que no le venía tan mal. Sin embargo, esa mañana, mientras ordena dosieres y carpetas en un diminuto cuarto de menos de cuatro metros cuadrados, empieza a sentir opresión en el pecho y le cuesta respirar. Está sufriendo una cardiopatía isquémica, lo que corrientemente se conoce como una angina de pecho. Como consecuencia de tantos años de adicción al tabaco, de mala alimentación, de estrés absurdo y ansiedad, de abusos a su propio cuerpo en definitiva, su corazón cede. Padece de arteriosclerosis, un ensanchamiento de las paredes interiores de las arterias que riegan su corazón, taponadas por grasas y colesterol. Rápidamente cae redondo golpeándose la parte trasera de su cráneo con el vértice de uno de los ficheros, mientras permanece postrado ante la muerte sin que ningún otro compañero se percate, su vista se nubla cerrando poco a poco los párpados como persianas oxidadas. Entonces pierde el conocimiento.

Horas más tarde se despierta, a decir verdad no está seguro del tiempo que ha transcurrido tumbado en el frío suelo. Se incorpora con tesón cogiendo su pecho con una de sus manos, casi estrujando su piel, agarrándola como si fuera una prenda más que lleva puesta. Detrás de él y a través de toda su espalda un reguero de sangre empapa el suelo, su propia sangre. El dolor va progresivamente remitiendo, pero se toma varios minutos para descansar y enciende un pitillo mientras su culo regresa al pavimento. No es ni lo más sano ni lo más recomendable, dentro de la oficina está terminantemente prohibido fumar, ¿pero a quién carajos le importa? Una vez reunidas las fuerzas necesarias vuelve a levantarse y sale de la habitación, pero no ve a nadie en la oficina. ¿Qué pudo suceder? Tal vez un terremoto, un incendio, cualquier clase de catástrofe que hubiera ocurrido durante el lapso en el que había estado inconsciente, ¿quizás un simulacro? Obviamente, pensó, nadie había reparado en él, en el tonto y bobalicón Christian. No había a quién le importara en absoluto que muriera entre escombros, muchos de sus compañeros seguramente pensarían que no merece un entierro más digno.

Ni en los despachos, ni en los servicios, ni en los pasillos... Ni un alma en todo el edificio, ni siquiera en el resto de oficinas de otras empresas. Sin embargo todo seguía en perfecto orden: ningún papel en el suelo, ningún mueble volcado, ningún mínimo indicio de que algo realmente calamitoso hubiese sucedido. Salió afuera del edificio, tampoco en la calle. Fue una realidad que se hizo más palpable a cada paso que avanzaba. Los vehículos vacíos estaban en mitad de la calzada, parados alrededor de una rotonda o esperando detrás del semáforo que aún seguía brillando intercalando luces rojas, verdes y naranjas. Fue espantoso, presenciar tan mudo y abominable manifiesto, se sintió como el único organismo vivo sobre la faz del planeta o tal vez en el Universo entero. Todo era yerto y sin vida o al menos eso le parecía, aunque las fuentes siguieran expulsando agua, las farolas alumbrando y los neones de los locales de copas brillando.

¿Qué clase de desgracia era esta, que mantuviera tal absurdo orden y escondiera tan enorme caos encerrado dentro de los límites de la cordura humana? Por unos minutos fue presa del pánico, corrió aterrado de bar en bar, tienda por tienda, tratando no sólo de encontrar a otras personas, sino un simple motivo, tan sólo un vestigio de vida humana. Aporreando puertas de viviendas, gritando hacia el cielo, llamando desconsoladamente a amigos y familiares recibiendo por consiguiente la única respuesta posible: el incesable pitido de la línea de teléfono indicando que al otro lado nadie responderá. Se dirige a casa, andando, ya que no podría maniobrar por las calles con cientos de coches parados en mitad de la carretera. Cuando llega más de lo mismo, absolutamente ninguna persona.

Su mujer ya no está, sus hijos ya no están. Todo en lo que creía está muerto, quizás sea él quién está muerto. Da vueltas por la ciudad, busca bajo los puentes, en las vías de tren del extrarradio de la ciudad, en los grandes centros comerciales. Pero nada. Y entonces ve los coches de lujo, los chalets a primera línea de playa, las tiendas de ropa de marca no apta para perdedores como él, y piensa que todo eso ya es suyo, que ya no necesita deslomarse de siete a tres y de cinco a nueve cada día para tener el traje que siempre ha querido o llevar a cabo el viaje de sus sueños.

Todo aquello sin embargo no le sirve para nada, porque por primera vez en su vida se percató de que las posesiones materiales son efímeras como polvo en el viento. ¿Cuánto pagarías por el amor a tus seres queridos o la congoja previa al beso?, todos esos factores únicos no tienen precio justamente porque el dinero no puede pagarlos. Aprendió que todo lo realmente necesario ni se compra ni se vende.

domingo, 4 de octubre de 2015

Antes de brillar deben quemarse lentamente.

A veces cierro los ojos y veo la vida tan bella como puede llegar a ser,
mientras tanto la causalidad sacude con presteza la rama de la existencia
derramando la vida como frutos podridos que colapsan
en el suelo en comunión con la muerte
mientras miles de cosas fuera del cielo colisionan, explotan y desprenden bocanadas de fuego.

No tengan miedo al final, temerlo no es más que el
reflejo de la más pura ignorancia.
Qué sutil es la cadencia con la que reverbera el universo,
él tan inmenso y nosotros tan menudos, desafiando toda evidencia ciega
trato de comprenderlo porque yo soy la semilla primigenia de la infinita concepción.

Deseas un futuro brillante, con una linda casa en el campo
y habitaciones con paredes adornadas con ámbar nazi;
quieres tener a la mismísima Gioconda colgando en tu comedor
y un mayordomo que te limpie los zapatos y almidone las camisas,
pero dime qué vas a hacer para conseguirlo.

La vieja lucha entre lo necesario y lo que ambicionas,
ya sabes,
todo ese cúmulo de cosas que nos hacen creer que son imprescindibles.

Admiré en el ciclo constante aquello que todos creen ver. Algo reluciente.
Calcina tu existencia y sus motivos, construye unos nuevos
y jamás volverás a pertenecerles.
¿Una vida dedicada a la obediencia sólo para aprender a ser obediente?
La justicia es tornadiza, la justicia es excluyente. La justicia es una quimera.
Nunca creí en las cosas buenas, y tal vez por ello todo lo que ansié y conseguí lo disfruté levemente
y se me arrebató fugaz.
Nadie tuvo que decírmelo, lo aprendí allá fuera.

Las expectativas son creaciones,
que únicamente coexistiendo realmente en el reino de los pensamientos
con efectiva frecuencia devalúan con inexactitud futuras experiencias reales,
brutalmente sometidos a nuestros sueños de cartón.
El dolor el momentáneo, lo aprendido no.
Y por eso sonrío.

Porque todo lo bello tiene un precio,
y en el umbral de la muerte la destrucción
y la belleza comparten una misma madre.

Por odio, rencor y miedo los hombres llevan a cabo grandes empresas
que sus mentes en estado plenamente lúcidas no son capaces de emprender,
por lo que no desestimen dichos sentimientos,
a menudo son más poderosos que el amor.

Vi en la gente aquello que esperaba ver.
Demencia.
Oh, pobre chico escuálido,
desatendido y malentendido que pensaba que ser feliz era esta bazofia
hasta que frenó en seco y miro a su alrededor.
Allá adónde miré sólo contemplé miseria
adornada con palabras bonitas y discursos en nombre de la libertad y la democracia.

Llueve a cántaros ahí afuera, y pienso que del mismo modo
en el que los pájaros se resguardan del agua en sus nidos
también lo hacen los sintecho en los cajeros.
Conforme a ello otro extravagante pensamiento cubre de cal mis heridas,
a veces al amparo de la noche y del silencio entre calada y calada,
mientras pudro mis alvéolos.

Nada tan revitalizante como girar la vista atrás
y cerciorarse de que uno está en el lugar escogido
a pesar de que el futuro escueza cuando el cerebro confabula con él.
La soberbia por una vez me fue útil.
Solamente cuando el barco se está hundiendo
una diminuta luz sigue irradiando calor.

En ocasiones me siento tan mediocre, sentenciando por placer,
estoy amargado pero tú también lo estás.
Es un vano consuelo digno de reproche.
Aprendí a ser agradecido, pero no complaciente;
generoso, pero no idiota.

Entonces, después de soportar la tormenta
caigo dormido, y al día siguiente despierto
para observar al tío del espejo doce horas más viejo,
para escupir mis flemas, escribir mis poemas y fumar mi tabaco.
Entretanto el eterno goteo del tiempo sigue su curso
y sonrío porque el secreto se escapa a mi entender.

miércoles, 30 de septiembre de 2015

In your mysterious tempo, what you are looking for? Are you feeling fine inside your own storm? I wonder if maybe you have lost control. I have shaved my body for you, it sounds so really strange but that's the truth, fuck their shames, I'm so cruel. I cannot complain I am always welcome back in the club.

No encontré grandes diferencias entre el cáncer y el paso del tiempo, entre ser atropellado por un autobús o demacrar mi cuerpo con sustancias insanas. Es una excusa banal, lo sé. Individuos cualquiera que sofocados por la sobreinformación pierden el criterio, quieren ser Osama Bin Laden y el puto Obama al mismo tiempo, aunque bien pensado se asemejan bastante. Deseas un futuro brillante, con una linda casa en el campo y habitaciones con paredes adornadas con ámbar nazi; quieres tener a la mismísima Gioconda colgando en tu comedor y un mayordomo que te limpie los zapatos y almidone las camisas, pero dime qué vas a hacer para conseguirlo. La vieja lucha entre lo necesario y lo que ambicionas, ya sabes, todo ese cúmulo de cosas que nos hacen creer que son imprescindibles.

martes, 29 de septiembre de 2015

Llueve a cántaros ahí afuera, y pienso que del mismo modo en el que los pájaros se resguardan del agua en sus nidos también lo hacen los sintecho en los cajeros. Conforme a ello otro extravagante pensamiento cubre de cal mis heridas, a veces al amparo de la noche y del silencio entre calada y calada, mientras pudro mis alvéolos. Entonces me acuerdo de ti y siento lástima de que apuntaras tan alto y finalmente cayeras, de que la última vez que lo hice no supe que sería la definitiva, de haberlo sabido lo habría saboreado mejor. Nada tan revitalizante como girar la vista atrás y cerciorarse de que uno está en el lugar escogido a pesar de que el futuro escueza cuando el cerebro confabula con él.

Me acostumbré hace ya algún tiempo a todo ese compendio de miradas vacías, esos ojos en los que contemplo la repugnancia cuando les hablo del sentido de la existencia. A continuación me dicen que busque un puto sentido sentido a mi vida, y que en lugar de citar frases de eruditos muertos invente las mías propias. Ya lo hago, sólo que ellos no saben entenderlas.

domingo, 27 de septiembre de 2015

Colgando de un hilo fino.

Qué bella la vida que se abre paso a través de las calamidades. El brillo de la esperanza resulta cegador, pasa a mi lado escapándoseme por el rabillo del ojo centelleando, deslumbrándome. Traté de ser Bécquer y escribir versos tan llamativos como los suyos, algún tiempo después me di cuenta de que todas las prosas que inventaba eran dulces poemas sin rimas, tan extrañas, tan marginadas del resto.

Creer con total devoción en el auspicio de un dulce futuro me parece absurdo, tanto probablemente como pensar lo contrario, pero la adversidad suele saludarme con más frecuencia que la fortuna. Las estrellas jamás contemplaron tal atroz espectáculo de una mente prodigiosa quemándose lentamente para parecerse a ellas, pero lo siguen intentando. Algo en el magnetismo me hizo cambiar.

Alex Turner - Piledriver Waltz (Que repugnantemente bonito)

jueves, 24 de septiembre de 2015

Estoy aquí sentado repitiendo frases y conceptos para aclararme, contemplando la manera en la que las personas de las fotografías del salón me miran, están ahí inmóviles, encerrados en dos dimensiones entre las cuatro paredes de un marco. En tanto las cuerdas y las pastillas de mi bajo lentamente se oxidan, como yo, pero algún día su estruendo se hará vigente, como el mío. Mi mente está enfocada en el porvenir tan turbio, tan oscuro, tan ilegible. Qué nervios.

Hoy he pasado delante de un tipo que estaba casi tirado la acera y con la clavada fija en el suelo, delante de él un pequeño recipiente con dos monedas y un trozo de cartón en el que había escrito TENGO HAMBRE. A la gente no le importaba, no reparaban en él; simplemente lo esquivaban. Algo tan enormemente trágico estaba sucediendo delante de ellos y lo ignoraban. Qué miseria tan espectacular y qué pasividad, qué tan fácil la desgracia les pasa desapercibida cuando la ven de cerca y qué tan abrumadora les parece a través de los píxeles de una pantalla de televisión. Y me di asco, porque yo era uno de ellos.

lunes, 21 de septiembre de 2015

Para ser libre un individuo debe vivir como si ya hubiera muerto en vida. Pero qué sabrán ellos si jamás leyeron un libro, contemplaron una buena película o amaron realmente expandiendo los límites de su amor más allá de los celos o la posesión. En fin, me siento tan mediocre como ustedes, juzgando y sentenciando por placer; para vosotros una satisfacción, para mí una vergüenza. Sería grato construir los pilares de la virtud alrededor de la necesidad concibiendo el medio como fin y hacer de todo lo efímero algo continuo y perpetuo. 

No puedo culpar a quienes me critican, la ignorancia es una enfermedad, no un pecado. Aun así acepto mi rol porque él me escogió a mí, ¿quién si no iba a soportar esta pesada carga? Y no lo hago por mi beneplácito, no se equivoquen, no tengo enemigos ni rivales pero sí personas a las que rechazo, inclusive a ellas algún día llegarán las ondas de mis pensamientos y tal vez en otras vidas sepan aprender del legado que dejo. Qué risas deben provocar estos renglones a aquellos ojos vírgenes de tal abominable manifiesto, pero más gracioso es que no entiendan la mitad de lo que quiero decir, solamente los reproches.

viernes, 18 de septiembre de 2015

Culminación del dolor.

Escuché rezagado de la multitud hablar a las personas, deambulé de grupo en grupo, los contemplaba con pasividad, estudiando sus movimientos, lo que les agrada y lo que les aterroriza. Sólo son capaces de ser sinceros entre sí mientras se odian, mientras la ira les quema y piensan en ser los más fuertes. Su egoísmo es una pila bautismal en la que se inician en la sagrada orden del rencor, con los años aprenden a compensarlo con sexo o consumo, desagraviando sus pobres corazones inconclusos. Ellos sólo buscan lo mismo que yo.

Yo soy un poeta, y tú un ignorante, la diferencia entre yo y Bukowski son unas cuantas décadas y muchas botellas de vino, por lo demás guardo en mi interior más de lo que cualquiera de ustedes podría imaginar. Tengo a mi ego atado a la pata de la mesa con una correa y un bozal en el hocico para que sólo ladre cuando alguien se aventura de visita a mis adentros, entonces gruñe y trata de enseñar los dientes, yo le dejo libre y muerde a todo el que pasa.

La muerte es un umbral tenebroso, y mientras los días transcurren sigo levantándome cada mediodía para ver al tío del espejo doce horas más viejo, para escupir mis flemas, escribir mis poemas y fumar mi tabaco. Entretanto el eterno goteo del tiempo sigue su curso y sonrío porque el secreto se escapa a mi entender.

jueves, 17 de septiembre de 2015

Here I am again.

Las personas caminan de aquí a allá con la mente dispersa, cada uno sumido en sus asuntos, sus facturas, sus sueldos y sus vicios; y yo sigo colocándome. Algunos son hábiles narradores, otros rateros sin remedio y otros simples juerguistas, mientras ellos pierden su tiempo yo sigo colocándome. En ocasiones la droga me hace sentir ansiedad, pero suelo remediarla purificando mis pensamientos como una depuradora de aguas fecales, es fácil. Cuando el pecho me oprime y estoy sumido en un caos únicamente diseñado para mi sufrimiento, rodeado de personas y el estruendo de las risas, caigo en la más sofocante de las respuestas otorgada sin haber sido demandada: no puedo seguir así. Es un efectivo aditivo para la depresión o el resurgimiento, si llevas un día sumergido en la mierda la ansiedad es como un buen par de tortas en la cara o un jarro de agua fría en una mañana de diciembre, conmociona pero estimula, te estimula a dejar esa porquería. 

Pero no todos los días son iguales, algunos son inspiradores arrebatos de alegría y esperanza por conseguir lo que en mi egoísmo aseguro que me pertenece, aunque la mayoría son películas de cine mudo en el que no hay colores, en el mundo sólo hay negro y blanco para alguien que en exclusiva ve escalas grises. Mantengo la ilusión de que en algún tiempo del trayecto alguien comparta conmigo por completo la pesada carga de mis carencias y mis convicciones, alguien que no sienta la necesidad de esparcir sus jugos gástricos por la alfombra cuando lea mis ideas que en su etapa de fermentación apestan a podrido. La rueda de la fortuna infinita continúa girando, ¿en qué círculo estás tú?

lunes, 14 de septiembre de 2015

The last days of the suicide kid.

La soberbia me hizo libre, tuve suerte de estar en lo cierto, por el contrario habría resultado ser un pobre ignorante más, aunque esos ignorantes crean que yo lo soy y ellos no. Oigan, todos aquellos crédulos que tratando de imponer justicia se dejaron la piel por el camino no son unos ilusos, ni unos legos, ni siquiera unos imbéciles; tan sólo unos pobres diablos. Y les diré algo, se debe a que en este mundo no hay sitio para la verdadera honestidad porque las mentiras que queremos escuchar siempre se saborean mejor que la evidencia.

Qué triste, qué sutil, no me importa que me desprecien, la arrogancia no es rival para la indiferencia, continúo mi camino y las explosiones de mi alrededor son estruendos sin voz. Ni el sordo me ve ni el ciego me oye, ¿ven?, guardo en mi bolsillo grandes cualidades. Por la noche, escuchando el ruido que hacen los animales y los coches, he convertido mis ojos y mis oídos en una aduana, entra todo el material que me ayuda a crecer como a las plantas el Sol y todos los residuos putrefactos los desecho. Ah, qué asco doy. Ah, qué predecible.

domingo, 13 de septiembre de 2015

Isn’t it a lovely day, Mr. Bukowski? Oh, yeah, yeah, pissing in my pajamas, slop drooling out of my mouth.

¿Quién es ese extraño que se dibuja en los espejos cuando paso delante de ellos? Él me observa como yo le observo, él se siente como yo me siento; le miro directamente a los ojos, pero él no se intimida. He aprendido a sobrellevar mis momentos de ansiedad, el THC los potencia, pero como compensación me da la inspiración necesaria para escribir. Ser distinto tiene un alto precio, y bien lo acepto con diligencia, ni como bien ni duermo cuando es debido, supongo que tengo que aprender. Pasé años odiándome, a mí y a mi cuerpo sosteniendo la pesada carga del nihilismo, ustedes no pueden imaginar lo que es, están demasiado sugestionados por las posesiones materiales. No me pensaba siendo un salvador, tan sólo un viandante como cualquier otro que guarda mensajes indescifrables. Justo en el momento idóneo encontré la clarividencia, pero era tan bella, tan sanadora que era imposible, la providencia me había arrojado a este mundo para desentrañar sus enigmas. Qué egoísta, pensé yo. A día de hoy que las personas me vean como a alguien trivial me resulta cómodo, lo llevo haciendo años, me permite no juzgar. Ellos sin embargo nunca me han gustado, se suelen irritar cuando muestro lo que con recelo oculto, y con motivo. No puedo culpar a nadie, traigo bajo mi brazo las directrices para que un hombre mediocre se supere a sí mismo, muera en vida y regrese al vientre materno para nacer de nuevo esta vez por voluntad propia, pero este es un desmesurado descubrimiento para tan corto entendimiento.

Tan tierno como para hacer llorar a un hombre. Pero yo no lloro.

Pienso hacia atrás y mis ojos dan la vuelta sumiéndose en la oscuridad de mi calavera. Hubo noches en las que desearía haberme matado y que nadie me encontrase justo antes de saltar al vacío, odiaba la idea de que alguien me hiciera cambiar de idea, pero siempre hubo gente que corrió de calle en calle buscando mi cadáver estampado contra la acera durante una fría mañana de año nuevo. Ya saben, vísceras, huesos rotos, sangre... Me apoyo en la misericordia de un descanso más que merecido, he estado conviviendo entre necios mucho tiempo.

"¡Qué suerte tenemos de habernos sido otorgado el don de la vida!". Oh, ya lo creo.

La vida y la muerte siguen rotando y yo permanezco sentado.

"¿No crees que deberíamos salir afuera a celebrarlo?". Por supuesto.

Mientras el resto brinca y pelea entre sí tratando de demostrar quién es el más fuerte, el que más se droga y el que más folla yo estoy aquí, sentado dentro de la oscuridad. Cuán horriblemente triviales pueden llegar a ser nuestras vidas.

martes, 8 de septiembre de 2015

Una noche más encerrado dejando para mañana lo que debería emprender hoy.

Tal vez ya sólo me siento digno empuñando un bolígrafo o tecleando un polvoriento teclado cubierto por una fina capa de mugre, qué puedo decir, soy un tipo reservado. Escribir significa abrir una herida en tu propia piel para indagar allá adentro, recoger la sangre derramada y caligrafiar con ella la historia de tus pensamientos, el porqué de tus manías y tus gozos. Hoy en día hay tantos estímulos, tantas luces que parpadean y que se mueven de arriba a abajo que la gente no se para a mirar en su interior, el motivo por el que hacen las cosas.

La verdad es una reluciente esfera de metal fundido, si la tocas te quema, pero cuando la ves brillar quieres hacerla tuya. Pero no puedes llevarla colgada del cuello, no puedes enseñársela a todo el mundo como si fuera un trofeo de caza, a la gente no le interesa esas mierdas. A la gente le interesa la plata, todo lo demás el polvo y aire para ellos.

Convivo a diario con espíritus mediocres que tan acostumbrados a ganar, a la victoria y la celebración no son capaces de aceptar un tropiezo, por eso cuando caigo me refugio en alguna esquina poco alumbrada y escribo estas líneas con firmeza para incinerar el odio. Cuando los días transcurren lentamente arrastrando sus talones pero los meses pasan rápido sin repostar en las gasolineras, hace frío aquí afuera y yo también necesito resguardarme.

Las personas rotas me hacen sentir bien, con el corazón hecho trizas y sus destinos insípidos. Entonces te dicen algo así como "el mundo está perdido y nosotros somos la solución", aunque no con esas palabras, así que me gusta pensar que mi cometido es avivar esa luz aunque la mía se apague. Entre locos me encuentro a gusto, soy un marginado que intenta hacerse un hueco entre las personas aunque le resulten perversas. Por eso cuando rasgo alguna superficie me gusta llegar hasta el final.

lunes, 7 de septiembre de 2015

toda esa mierda

Al filo del acantilado traté de encontrar un sentido escudriñando durante mis últimos instantes de cordura una solución, un motivo que me hiciera desfallecer en mi propósito por insignificante que fuera, por tornadiza que resultara su naturaleza. Recordé con ansia en el pecho los viejos días en la escuela de arte sin un amigo de verdad, sin ningún confidente real. Me levantaba por las mañanas con la humedad calando mis cuatro capas de ropa, con la garganta entumecida por el frío que durante la noche abrazaba mi cuello, y me preguntaba ¿se puede ser más infeliz? Obviamente sí, y no es que llegara a tal conclusión debido a la corriente de mis propios sentimientos, no, llegué a ella simplemente mirando a mi alrededor. Entonces vi la melancolía en los rostros de las personas, en sus gestos, en sus palabras, en sus pasos... no había que buscar lejos, estaba allí mismo.

Hice un cálculo aproximado, ¿si por todos los momentos de bajón hubiera siempre una sonrisa en las caras de la gente el mundo sería un lugar mejor? Definí que el verdadero problema de la ecuación, la variante original no era ni las carcajadas, ni los llantos, ni los orgasmos; sino la pretensión de cada individuo por ver reflejado su entusiasmo en los ojos del prójimo. Qué triste, que todos traten de ser egoístas, y que su codicia les ciegue, que no se den cuenta de que el verdadero egoísmo ambiciona el amor de las personas que ama, su felicidad, su gratitud, su gozo.

Camino despechado bajo el innegable lema NO CONFÍES EN NADIE, pues nadie puede salvarte realmente de ti mismo salvo tú, pero sí hundirte en el fango mejor y más rápido de lo que podrías hacer jamás.

viernes, 21 de agosto de 2015

Bendita mierda enlatada que suelto antes de dormir.

Tal vez roto y desvalido. ¿Oíste eso?, fue el quebrar de las cortinas, estoy colgando sobre el alféizar. Viva la existencia enmarcada en caracteres encriptados, la vida es un puzzle del cual perdimos casi todas las piezas. Cuántos conocimientos extraviamos por el camino, al saltar la zanja y autoproclamarnos emperadores de lo desconocido obviando antiguos saberes como críos que desean ser adultos creyendo que la madurez otorga más bienestar que la inocencia. Algunos individuos que concibieron la existencia en su grado más puro fecundaron hojas de papel vacío con sus ideas, ahora todo ese flujo corre a través de mí con fuerza y voy a compartirlo.

Lidio con la vida, que es bien distinto a vivir, soporto la desidia con la que las horas arrastran sus talones, aguardando algo bueno. Edulcoro los malos recuerdos que saben a agrio, algunos escuecen en mi boca como el limón, me marcho y sin comerlo ni beberlo de nuevo estoy de vuelta, listo otra vez para irme por siempre. Sutiles banalidades, mentiras piadosas que buscan ser desveladas a oídos de quienes desean juzgar, tienen sed de pagar con la misma moneda con la que marcaron su piel en puro dolor destilado a aquellos inocentes de pecar. Puede, y solo puede, que enamorado del deseo más que del objeto deseado alcance comprender el medio como fin último haciendo desquebrajarse así toda la moral que he ido puliendo. Nacer de nuevo y soñar creyendo, qué dulce.

sábado, 25 de julio de 2015

Reciclarse o morir, comprender el motivo y la relación que los nuevos problemas traerán consigo para examinarlos y hallar la proporcionalidad del más intenso amor con el más arduo rencor. No es tarea fácil, aceptar que una persona ha desaparecido simplemente para siempre, que el cáncer decidirá tu muerte, que el mundo está cabeza abajo. 

Ayer, mientras llegaba a casa, un crío golpeteó levemente mi pantalón, estiró la mano y dijo "para ti". Era una flor. Sonrió y se largó corriendo. ¿Qué fue en los adultos de la inocencia que tanto valoraban cuando eran pequeños, cuando el mayor problema era elegir entre gominolas o caramelos? El mundo está tan equivocado qué ya no sé cómo sentirme, diría que lo peor es esta pesada soledad que siempre me hace compañía y por las noches no me deja dormir.

Anoche sentí haber vuelto al pasado, tendido sobre mi cama con el cuerpo empapado en sudor escuché a mis penurias deslizarse en estado líquido a través de mi canal auditivo mojando la almohada, no me dejaban dormir, cuando cerraba los ojos visiones catastróficas de mi cuerpo mutilado regresaban a mi imaginación.

lunes, 29 de junio de 2015

Y la culpabilidad se esfumó de sus cabezas como el sudor que se evapora a la vez que transpira la piel, se pueden ver columnas de vapor ascendiendo si la luz los atraviesa. Quisiera conocer a tantos genios que perdieron la vida, y preguntarles, ¿morir sirvió de algo? La programación a la que nos enfrentamos es tan poderosa que nos hará dudar de la verdad aunque nos la muestren, aunque pongan en nuestras narices un cartel en el que haya escrito "sois unos parguelas, controlamos el mundo ilegítimamente". No culpo a aquellos que tienen el poder, su atracción es tan potente que hace a los hombres admitir que tienen un precio, ¿pero qué valor tienen realmente? El dinero, las leyes, las fronteras o los convencionalismos, son trabas así como la sobrestimación al sexo y al resto de los placeres corpóreos; soy más que carne, huesos y vísceras embaladas en piel porque mi autodeterminación lo dicta. Si no encontramos motivos para vivir inventemos uno, estamos a un paso de ser inmortales.

martes, 23 de junio de 2015

Hoy me has salvado de ir a la cárcel.

De no haber sido por ese encuentro tan fugaz como inexistente habría estado sumergido durante horas en aquella visión imperiosa de acuchillar sus vísceras o hacer reventar una bomba casera en el interior de su habitación; colocarla bajo su almohada y prender la mecha. A decir verdad no tenía intención de saludarte, más bien de que al cruzar tu vista con la luz que reflecta mi cuerpo vendrías a mí arrastrada por tus impulsos. No fue así, probablemente ni siquiera reparaste en mi ir y venir por los pasillos, te vi de espaldas luciendo tu pelo largo y meneando el trasero, nunca fuiste la más alta ni la más despierta, pero tenías las tetas grandes y un culo que empezó a crecer temprano. Era suficiente para mí, amén de un rostro angelical. 

Antes de irme con la droga ya embolsada y pagada te busqué otra vez con un rápido movimiento de cuello, efectivamente de nuevo te encontrabas de espalda a escasos metros de mí, pensé en aproximarme con la idea de darte el abrazo más cálido que jamás te regalaron con intención de follarte o de meneármela horas más tarde con tu recuerdo aún caliente.

jueves, 18 de junio de 2015

Vaya mierda.

Algunos de mis peores días tienen un comienzo soez desde la primera vez que abro los ojos, de esa manera se hace totalmente previsible y carente por completo de sorpresas, lo cual lo hace aun más tortuoso. No hay perspectiva futura que me haga levantar del sofá por prometedora que sea, sin embargo cuando me siento a escribir escupo lo que llevo dentro sin importar el escándalo. Soy el hombre más ruin y mezquino, no comprendo esos pactos sociales, ese contrato que nadie firma y todos acatan en el que se estipulan buenas formas y la obligación de limitar mi libertad para por la de otros.

El despertar está cercano o eso me gusta creer, que soy un hombre adelantado a su tiempo como tantos otros y que entre tantos otros yo seré uno de los pilares del renacimiento. La verdad está delante de nuestras narices; pero ella no respira, no sangra, no llora.