martes, 1 de diciembre de 2015

Con el estómago lleno uno escribe mejor, cuando el recipiente bosa y a mi boca llega su jugo. Qué sabrosa bilis, vino para enseñarme el proceso visceral por el cual el amor se licua y sólo queda la lascivia en noches primigenias con los bordes marcados y en mis mejillas las huellas ya frías de los besos que no soy capaz de volver a sentir. Qué solo, qué triste, qué desamparado; felicidades otra vez, gilipollas, solamente tú serías capaz de alargar esta miseria por tantos y tantos años. Al menos soy libre para elegir ser preso, o lo fui, tal vez en el instante único en el que tomé la decisión. Pero aún conservo el coraje, o la soberbia, de enfrentarme a mí mismo e imaginar la insólita posibilidad de encontrarme frente a una multitud que desea amarme, pero no sabe cómo. Soy incapaz, sinceramente, me cuesta horrores levantarme de la cama antes de las cuatro de la tarde y ellos quieren que lo haga a las siete de la mañana cinco días a la semana; simplemente me entra la risa. Y es que a decir verdad a veces ya no soy capaz de diferenciar lo estrictamente necesario de lo artificialmente implantado, cuando la democracia y la libertad de expresión se subordinan a la injuria y al atrezo... ¿qué nos queda?

Sigo siendo un niño, sólo bebo y fumo más, y es algo que no puedo dejar de hacer. Porque en esos días en los que no veo el Sol más que un par de horas y las ganas de hacer algo por mí mismo escasean recurro al hachís, cortado y oscuro como la onírica premonición que marcó un desenlace fatal o el beso otorgado por pura obligación desde tus labios a los míos en una fría madrugada antes de que volviera a casa sin esperar tan siquiera la remota posibilidad de que fuera el último.

Simplemente escribo para no olvidar incluso los detalles más indeseables ni las cenizas de un amor olvidado y guardado en un cofre póstumamente lanzado al mar. Porque necesito recordar e imaginar ensimismado en el infinito desierto que es la nostalgia, obligando a ese inmenso cúmulo de fortuitas casualidades encontrar un significado que hoy de coherencia a estas líneas. Pero no puedo, simplemente es imposible, así que cuando yo me muera lancen un lápiz a la caja de madera y no dejen pasar lo que en vida no quieran.

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