jueves, 10 de diciembre de 2015

El amor se deshace en mi cerebro como un terrón de azúcar en un vaso de café caliente, mezclándose así la glucosa y la cafeína creando una poción homogénea de nervios y satisfacción. No hay nada a mi alrededor que me haga sentir mejor que ésto, y ustedes podrían pelear a muerte por una cucharada más, pero a mí nada me sacia ya. Sé que sólo un poco más satisface vuestras almas, sin embargo también soy consciente de que nada me hace sentir tan bien como presenciar en procesión a vuestras mentiras y las mías cruzar por la calle; van de oreja a oreja causando conmoción. De hecho llevan a cabo extraordinariamente bien su tarea porque a estas alturas me cuesta confiar en las personas ya que si yo miento, ¿qué les impide a ellos hacer lo mismo?

Contemplo a la belleza y la miseria del mundo converger en un mismo punto dando paso a la melancolía, cuando algo realmente extraordinario no tiene por qué ser algo realmente bueno. Vi la sangre fluir por mi antebrazo colina abajo y pensé "joder, la muerte es más colorida que la vida", y a raíz de eso coqueteé con ella algunos años, a día de hoy sigo sin avergonzarme, pero si quisiera marcharme ya lo habría hecho. Ya que estoy atado a este mundo voy a darle vueltas hasta deshacer el nudo.

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