miércoles, 31 de mayo de 2023

Al borde de la muerte te sientes libre de todo apego, te separas de los frutos de tus buenas y malas obras, encomiendas tu alma al destino por pensar que siempre actuaste del modo que dictó tu conciencia. Eso debería ser suficiente o más que suficiente. Y te sientas en silencio en una habitación oscura dando la bienvenida a la sin razón y al vacío, tratando de averiguar el origen de tu alma, pero no encuentras nada. Sin preguntas no hay respuestas, sin ideas se acaba el mundo.

Y dado que confiar en una muerte segura es lo más similar a morir, tú ya has muerto muchas veces. En el tren, en el trabajo, en la cama de un amante olvidado; cuando terminas lo que fuiste a hacer te levantas y caminas de vuelta a casa, aguardando la próxima ocasión en la que llamen a tu puerta con malas noticias.

Entonces ya no sabes en qué volcar tus energías, todo se vuelve soez y anodino en esta vida y sólo piensas en la siguiente, como si de un juego de mesa casi eterno se tratase. Esperando, siempre esperando que la vez siguiente que tu espíritu se encarne sea la definitiva, aunque nunca resulte serlo. Mas no deseas el placer de la carne, sino una libertad en rebeldía poco más que imposible, ese es el mayor pecado y la mayor ambición y por ello aquí te hayas.

Y si no eres perfecto eres aburrido, tanto como cualquier otro que no entiende o no quiere entender, y así te enredas en esta existencia material confiando en ser especial, excepcional, único; pero nada te diferencia del resto, tan sólo ves cosas que los demás no. No mereces nada si no contemplas a cualquiera como parte de ti, no trasciendes en nada a no ser que comprendas lo que viniste a hacer aquí. A fin de cuentas tu misión es mucho más sencilla de lo que esta ilusión te hizo pensar.

Como una confusión, un espasmo, un impulso es todo lo que somos, hay un páramo extenso y abierto, pero sólo hay un camino posible. La muerte y la vida son lo mismo observadas desde distintas perspectivas.


Peach Pit - Sweet FA (Full Album)

lunes, 29 de mayo de 2023

El pozo de la existencia

Me miró directamente tratando de encontrar sus ojos con los míos, pero yo seguía fijando mi atención en la pared del edificio. No te acostumbres a vivir así, tienes que esforzarte por sentirte bien, me decía. Pero para entonces ya hube aceptado una nueva manera de sentir la realidad, un modo distinto de percibir y lidiar con el entorno, pues sentimientos tan básicos como la tristeza o la ira ya casi no significaban nada, aunque pudieran influir poderosamente en mí. Era complicado no amoldarse a ello luego de tantos años, si no imposible volver a entender la existencia desde un plano similar al anterior.

No tenía verdadera intención de acabar con mi vida, poco tiempo antes había decidido ponerla en manos de Dios, el destino, el Brahman Supremo o la Divina Providencia (quien quisiera encargarse), acatando así cualquier sufrimiento que volcara sobre mi alma. Sin embargo estaba por completo seguro de que permanecería en ese cuerpo no por mucho tiempo, aunque la muerte en sí misma resultaba lo menos preocupante, en mi interior sí que me destruía por anticipado el dolor que podría causar en aquellos a quienes amaba. Me sentía roto en mil pedazos y cada día era un combate contra la melancolía más afilada y amarga, un vacío oscuro y desprovisto de luz y color al que observaba día y noche, minuto a minuto, alimentando así una agonía que sin duda me convertía en mártir supremo de la nada absoluta.

¿Estaba perdiendo la cordura? Era difícil de averiguar, pues todo baremo con el que medir o conjeturar acerca de mi estado mental había simplemente quedado obsoleto, como quebrantado, roto, inútil, desaparecido. Nunca antes las tinieblas del pensamiento se habían disipado ante mí tan formidablemente, podía ver casi a través del tiempo y el espacio, más allá de dimensiones imposibles superpuestas unas sobre otras en finas capas adoptando cobijos y formas cuánticas. Las circunstancias me situaron en ese plano del entendimiento mucho antes de ser capaz de despegarme de la carne y de la recompensa de las actividades fruitivas. Me estaba sumiendo lentamente en una especie de lúcida locura en la que me dejaba sumergir sin oponer resistencia, sin ser del todo pragmática, dejaba conscientemente de ser yo, tal vez para fundirme con el todo o viajar en espíritu a planetas celestiales de realidades lejanas.

Había decidido no poner fin a mi vida, ya que al fin y al cabo el cuerpo material se deshace con el tiempo, pero el alma espiritual es inmortal, intangible e inevitable. Cualesquiera que fuesen mis pesares, habría de enfrentarlos tarde o temprano, así como los evité durante millones de vidas pasadas también me perseguirían en las millones posteriores.


John Frusciante - The Empyrean

jueves, 25 de mayo de 2023

El Coño Flotante

Casi todos los hombres de la aldea trabajaban en la mina, había sido levantada con objeto de dar cobijo a los trabajadores y a sus familias, poco a poco el negocio prosperó y más y más inversores querían su parte del valioso carbón que se extraía, por lo que el asentamiento creció a marchas forzadas en pocos lustros. Mi padre también fue empleado de la mina, hasta que un fatal accidente se lo llevó a la otra vida junto a un amplio número de compañeros. En semejantes condiciones, entre páramos y altas montañas y aislados del resto de la civilización, muchas madres morían de melancolía unos años más tarde de la pérdida de sus maridos. De ese modo los niños huérfanos teníamos que ocupar el puesto de nuestros progenitores o aceptar la muerte (o la miseria en su lugar), por suerte yo ya tenía nueve años cuando mi padre falleció, así que aceptaron, no de buena gana, que le sustituyera. Con frecuencia desempeñaba las peores tareas, cobraba el peor sueldo y trabajaba más horas que los adultos, pero me sentía feliz de tener la posibilidad de seguir adelante gracias a mi propio esfuerzo. Dios me había dado otra oportunidad.

Una noche helada del Invierno más frío que pude recordar, mientras me dedicaba al mantenimiento de las maquinarias de elevación del material extraído de las entrañas de la tierra, me mandaron al pueblo, a unos dos kilómetros de distancia de la mina, para comprar algo de comida para mí y el resto de compañeros del turno nocturno. Me dirigí presto como un perro obediente a la posada y el tabernero ya tenía preparada las raciones, como era de esperar, pues en un lugar como aquel ni siquiera la muerte alteraba el sagrado orden establecido por la rutina que nos envolvía a todos sin excepción. De regreso, subiendo la enorme y empinada cuesta, que servía como nexo y frontera entre el pueblo y la mina, pude vislumbrar por unos instantes un fogoso destello ocultarse entre las nubes mientras descendía a gran velocidad. Cuando llegué a la mina, corriendo como un loco, traté de explicarle a los hombres lo que había visto, pero algunos no me creyeron y el resto sencillamente no prestó atención. De algún modo, aunque sabía que me arriesgaba a recibir una paliza, me escabullí de mi puesto de mantenimiento y salí a cielo abierto tratando de encontrar esa luz. Para mi sorpresa se encontraba a unos cientos de metros justo sobre mí, distinguí que se trataba de una figura humana que flotaba como si se sumergiera en el agua. Me percaté, en un cálculo mental veloz y casi instintivo, de que la trayectoria de su vuelo llevaría aquel cuerpo justo hacia el interior de uno de los agujeros de la mina que conducía directamente a galerías abandonadas años atrás, que daba la casualidad de ser uno de los más profundos y peligrosos, pues muchos mineros murieron en su interior a causa de alguna veta abierta de gas tóxico.

Lancé mi casco y mi cinturón de herramientas al polvoriento suelo repleto de hollín y corrí tan rápido como pude al encuentro con lo que pensé que podía ser un ángel. Pobrecito, pensé, le han echado del Cielo y por si fuese poco va a aterrizar en uno de los lugares más solitarios y contaminados del planeta. Llegué a tiempo con sólo unos metros de ventaja con respecto al cuerpo flotante antes de que éste se introdujera en el agujero, me encaramé a una vieja y oxidada verja colocada alrededor del propio foso para impedir que los borrachos cayesen dentro, estiré mi cuerpo tanto como pude hasta que crujieron mis vértebras y agarré el extraño atuendo del humanoide flotante. Entonces di un tirón y lo atraje hacia mí, no pesaba casi nada, y de nuevo me pareció que aquel cuerpo se movía por el aire como si este fuese un denso fluido que le permitía ser arrastrado por la rivera de un río. Cuando ambos nos encontramos sobre el suelo sólido fuera de peligro sostuve el cuerpo en brazos, toda la piel resplandecía como el oro alumbrado por la luz del Sol, pero era particularmente un collar que colgaba de su cuello lo que emitía un destello casi cegador y una energía que sin duda le permitía flotar de aquella manera, como si no tuviera obligación de lidiar con la gravedad. Unos segundos después toda luz o reflejo se esfumó de su cuerpo y pude ver que se trataba de una chica más joven que yo envuelta en un vestido azul de una sola pieza, con un largo y denso pelo negro y un colgante cuyo talismán tenía forma de lágrima y lucía un extraño y exquisito símbolo tallado en él que jamás había visto antes. A continuación perdió toda capacidad de levitación y sentí todo el peso de su cuerpo caer sobre mis brazos, lo que casi me hizo retorcerme directo al suelo mientras aún la sostenía a ella. Su rostro era hermoso, y aunque se encontraba inconsciente, su expresión era de extrema melancolía. Comprendí que ser expulsado del paraíso nunca es fácil. Dejé su cuerpo al resguardo del frío en el interior de una de las casetas exteriores en las que guardábamos algunas herramientas, lo tapé con cariño y delicadeza con una manta y fui a por mi cena para dejarla a su lado por si despertaba. ¿Se alimentarían los ángeles de comida humana?

Al regresar a mi puesto, gracias al cielo, nadie había reparado en mi ausencia, por lo que terminé mi turno con tranquilidad. Cuando ya casi amanecía me dirigí al depósito de herramientas y allí estaba ella, todavía dormida y más pálida si cabía. Como no había médico ni nada parecido en el pequeño pueblo y las familias que quedaban no querían (ni podían) hacerse cargo de las fatalidades que a los huérfanos nos hostigaran, me dirigí con ella a mi destartalada casa en la que vivía solo desde la muerte de mis padres. La tumbé sobre la antigua cama del dormitorio principal, de nuevo dejando la ración de comida a su lado y yo mismo me fui a dormir tan agotado como una mula. Cuando fue pleno día desperté y me asomé a la habitación donde el ángel descansaba, seguía sin dar señales de conciencia, así que comprobé su temperatura corporal y el pulso, todo parecía estar en orden. Estaba acostumbrado a socorrer a compañeros en las minas que perdían el conocimiento por toda clase de accidentes, me enseñaron a como identificar todo tipo de lesiones internas como derrames o roturas de huesos, pero examinando el yerto cuerpo no pude hallar ningún tipo de complicación. Simplemente era una chica dormida en un profundo sueño, incluso su respiración parecía normal, aunque esa mueca de tristeza desesperada seguía marcada en su cara. Me partía el alma, me hacía sentir terriblemente triste y bendecido, como aquel al que se le encomienda una misión sagrada que por otro lado sólo puede traer penurias.

Salí al exterior de la casa, trepé por los barrotes de una ventana y subí al tejado para tocar la trompeta. En ocasiones algunas aves estacionarias parecían disfrutar de la música y volaban sobre mí dibujando amplios círculos en el aire. El ángel se despertó y me llamó por mi nombre, la invité a escalar hasta mi posición y comenzamos a hablar en una lengua muerta que comprendía pero no recordaba. Me contó acerca de sus orígenes y el pasado de su pueblo, una sociedad y cultura perfectas en las que el hombre había adoptado una vida tranquila y pacífica basada en la iluminación espiritual. Por alguna razón, que ella no podía definir con total seguridad, un evento catastrófico la obligó a huir del lugar y dejar a su propia familia, decía con lágrimas en los ojos. Entonces agarré sus manos con las mías y las puse muy cerca de mi pecho, y le aseguré que desde aquel momento no pasaría un solo día en el que no le prestaría mi ayuda para que lograse estar de vuelta a casa. Fueron las palabras más sinceras que pronuncié en toda mi vida.


sábado, 13 de mayo de 2023

Nunca pensé que esta vida pudiera ser así y tan llena de altibajos, noches de farra con aquellos a quienes llamé amigos cuyas caras y expresiones ya casi no recuerdo, drogas nuevas que te enseñan lo débil que es la carne, sexo en la cocina con mamada y corrida facial incluida, alucinaciones y episodios maníaco-depresivos, pensamientos obsesivos de muerte. Vivir sin dinero, sin amor, sin confianza en uno mismo o en nadie más, sabiendo a la perfección que algún día la miseria más extrema caería sobre mí como una espada de Damocles pendiente de un hilo invisible que nadie sostiene. Siempre lo supe en el fondo de mi corazón, jamás logré olvidarme por completo de esa sensación frente a la peor de las expectativas, y ahora se ha hecho realidad. Por fin he comprendido que todos los acontecimientos de mi vida pasada (y de mis vidas pasadas) redundan en este preciso momento, un instante que casi se escapa de la percepción, ahora sé que estoy acabado y no voy a fabricarme de nuevo. Vivo en rebeldía con el universo y su orden sin tiempo y fuera de cualquier ley, vivo muerto en vida porque vivir y morir son exactamente la misma cosa, como el individuo y su reflejo, copias perfectas de sí mismos pero invertidas.

El brillo de las luces del club, el humo de los porros, la cocaína fina como copos de nieve amarga, los viajes al extranjero, las aventuras, los grandes planes que nunca se llevan a cabo, los sueldos, los impuestos, los sueños de unos y otros, el sexo callejero, la envidia, el miedo a quedar solo, el rencor, la adicción, el puto Alejandro Magno y los reptiles gigantes del Cretácico; todo por mí y por este segundo eterno.

La cabeza dentro de un saco de tela, los cojones guardados en una bolsa plástica, el ego en la cartera; por si acaso me roban cualquiera de esas cosas, para que nadie salvo yo mismo pueda usarlas en mi contra. Y ni mi mierda de música, ni mis relatos, ni mis dibujos; tampoco todo el trabajo que supone la existencia, ni siquiera la manera en la que camino sosteniendo el cielo y las estrellas con mis hombros o todo lo que hube de soportar hasta el momento cuentan nada de valor. Se evaporará como la más brillante y precisa de las revelaciones. Todo por lo que tratamos de mantener erguido se derrumba. Dime si no es una maldición haber creído distinto.


Jethro Tull - Aqualung (Full Album)

domingo, 7 de mayo de 2023

Y ni los cajeros del súper, ni los amigos que tuve, ni los de mi sangre saben del azul azul tan azul oscuro casi negro sentimiento que colma mi corazón cada mañana, tarde y noche. Y tal vez los animales que viven en la calle puedan comprenderlo sin necesidad de vestir mi disfraz, pero aun así ellos siguen adelante, yo solamente no me ahogo porque el alma tiene la cualidad de flotar. Entonces veo toda la miseria del mundo y es un reflejo de la mía, me lleva consigo como una corriente de aire caliente, me eleva hasta el cielo y me deja caer. Me dejo caer.

Existe un abanico extenso de emociones casi infinitas que yo permito penetrar en mi cuerpo cual torrente mortecino, cada ápice, cada matiz, cada centímetro cúbico me propongo a analizarlo. ¿Y si ya nací enfermo? ¿Y si mi enfermedad es vivir en rebeldía? ¿Y si me pensaba con la más poderosa de las voluntades pero estaba equivocado? Y si lo intenté con todas mis fuerzas, aunque fuesen pocas, y los demás pensaron que no di de mí lo suficiente. Mártir o villano, amigo traidor de aquellos que me amaron, me amaron como no debieron haber; fue su error y mi castigo. El amor sólo con amor se paga, nada se me debe y yo tampoco debo nada.