jueves, 10 de diciembre de 2015

What if you are right and they are wrong?

Hoy contemplé a un viejo solitario, estaba quieto, sentado, con las manos entre las piernas dando sorbitos a una caña. Me resultó terriblemente melancólico, porque mientras los jóvenes bebían y se divertían a su alrededor él sólo clavaba la mirada en el suelo y tomaba tragos del vaso. Estuve a punto de hablarle, invitarle a una cerveza o simplemente sentarme delante suyo para descubrir qué escondía. Pensé en mi abuelo, en la vejez y en el inevitable declive al que mente y cuerpo se ven sometidos, parecía triste pero su rostro se iluminó cuando vio a un niño pequeño caminar con su padre cogido a su mano. Entonces hice un esfuerzo, inútil finalmente, porque algunas lagrimas tímidas consiguieron salir. Y allí, yo, me sentí tan imbécil de encontrarme observando a un anciano apiadándome de él, como si necesitara mi ayuda, como si alguna certeza mística me hubiese indicado que tenía que socorrerle. ¿Socorrerle de qué?, más bien tuve que auxiliarme a mí mismo. Tomé un gran trago y choqué el vaso contra la mesa y acto seguido nos descojonamos todos juntos por alguna tontería sin importancia que ya ni recuerdo. Salimos a la calle a cualquier encuentro fortuito que nos entretuviera, escuchamos a unos chavales alemanes con pintas de mochileros tocar frente a la catedral, Paula y yo les echamos un cigarro cada uno y nos dieron las gracias. Entonces pensé que hubimos formado parte de algo jodidamente bello, ellos nos habían hecho un poco más felices con su música y nosotros a ellos también. Continuamos caminando de vuelta al barrio y cuando nos paramos en un parque a fumar y hablar di gracias al alcohol, a la cerveza, a los porros, a los amigos de siempre y a las charlas sin aparentes intenciones de ser concluidas. Ellos me agradecieron el esfuerzo de enseñarles tanto a lo largo de tantas y tantas conversaciones, como si fuera un profesor; no me vieron, pero sonreí fugazmente, mi corazón se inundó de bondad. Entonces Paula contó algo que su madre le había dicho algún tiempo antes cuando estuvo cerca de la muerte, y es que lo único realmente importante en la vida son las cosas que te hacen feliz. Por eso, en parte, hoy he decidido hacer lo necesario para serlo, y no pierdo la esperanza.

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