sábado, 7 de noviembre de 2015

El mundo es un lugar asqueroso y en momentos como este me siento un imbécil remarcando lo rematadamente obvio. Llevo años encerrado en la misma mierda, como cualquiera, sólo que yo renuncio a los horarios, los despertadores, las nóminas y las facturas, me niego a ser un puto esclavo. Para mí soy el ideal que la mayoría de ignorantes deberían intentar alcanzar, para mis padres un puto vago sin remedio. Columna erguida, puños cerrados, mirada recta y frente a mí el sanguinolento gotelé que no me deja pensar claro por un segundo. ¿A quién coño le importa mi sufrimiento? La vida apesta y soy tan terriblemente patético.

Llego a casa para dedicarme con todas mis fuerzas a la melancolía, mis pensamientos se detienen en la muerte. ¿Qué ira me conduce a provocar mi propia destrucción?

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