martes, 17 de noviembre de 2015

but i dont weep. do you?

Siempre solo entre los hombres pero no tan mal acompañado como pensaban, suelo sacar ese pájaro que guardo bajo siete capas de ropa de su jaula y canta para mí, y sus silbidos me hacen llorar. Al amparo de la luz surgida de la tremenda fricción de una solitaria paja al borde del estallido de la mañana, lloro cagando, cago unas cinco veces al día. La cuenta atrás comienza desde el primer instante de tu concepción, cada vez un poco menos joven, todos morimos dentro del mismo retroceso que es la vida y la existencia. Tan vacía y tan escueta que la llaman bazofia, y la desprecian, pero tiene un jugo tan adictivo que no puedo enfadarme con ella.

Detrás de las cortinas coloreadas y de los muros de atrezo se esconde una tiniebla baldía, podría haber hecho muchas cosas esta noche, sí, pero me regodeo en la sombra de mis fracasos que poquito a poco van dando forma al barro. Limpié el corte, coagulé la sangre y suturé la herida, y a otra cosa, dispuesto a ser el mejor en lo que mejor se me da, que es nada más que esto. Atrás quedan los tiempos en los que era un vano intento de niño suicida, antes cortaba mi piel en finas tiras como si fuera fiambre, ahora me mato por dentro. Y me pregunto qué puede encontrar quién en mi interior, como si fuera algo más que una supurante amalgama de sentimientos depositados en un recipiente hueco con un diminuto agujero en su base. Poco a poco me voy drenando y con todo el amor que se me escapa voy sembrando papeles en blanco.

No hay comentarios:

Publicar un comentario