domingo, 13 de septiembre de 2015

Tan tierno como para hacer llorar a un hombre. Pero yo no lloro.

Pienso hacia atrás y mis ojos dan la vuelta sumiéndose en la oscuridad de mi calavera. Hubo noches en las que desearía haberme matado y que nadie me encontrase justo antes de saltar al vacío, odiaba la idea de que alguien me hiciera cambiar de idea, pero siempre hubo gente que corrió de calle en calle buscando mi cadáver estampado contra la acera durante una fría mañana de año nuevo. Ya saben, vísceras, huesos rotos, sangre... Me apoyo en la misericordia de un descanso más que merecido, he estado conviviendo entre necios mucho tiempo.

"¡Qué suerte tenemos de habernos sido otorgado el don de la vida!". Oh, ya lo creo.

La vida y la muerte siguen rotando y yo permanezco sentado.

"¿No crees que deberíamos salir afuera a celebrarlo?". Por supuesto.

Mientras el resto brinca y pelea entre sí tratando de demostrar quién es el más fuerte, el que más se droga y el que más folla yo estoy aquí, sentado dentro de la oscuridad. Cuán horriblemente triviales pueden llegar a ser nuestras vidas.

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