lunes, 29 de junio de 2015

Y la culpabilidad se esfumó de sus cabezas como el sudor que se evapora a la vez que transpira la piel, se pueden ver columnas de vapor ascendiendo si la luz los atraviesa. Quisiera conocer a tantos genios que perdieron la vida, y preguntarles, ¿morir sirvió de algo? La programación a la que nos enfrentamos es tan poderosa que nos hará dudar de la verdad aunque nos la muestren, aunque pongan en nuestras narices un cartel en el que haya escrito "sois unos parguelas, controlamos el mundo ilegítimamente". No culpo a aquellos que tienen el poder, su atracción es tan potente que hace a los hombres admitir que tienen un precio, ¿pero qué valor tienen realmente? El dinero, las leyes, las fronteras o los convencionalismos, son trabas así como la sobrestimación al sexo y al resto de los placeres corpóreos; soy más que carne, huesos y vísceras embaladas en piel porque mi autodeterminación lo dicta. Si no encontramos motivos para vivir inventemos uno, estamos a un paso de ser inmortales.

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