martes, 2 de junio de 2015

Me senté entre brumas de pensamientos extraviados para escribir un texto que no quería salir, tachando lo que mis manos transcribían y volviendo a empezar desde el cero. No encuentro la tonalidad adecuada, tal vez debiera ampliar el espectro; somos peces que asoman la vista a través de las transparentes paredes de su pecera y creen saberlo todo. Todo a mi alrededor es bello, ¿estamos aquí para descifrar dicha belleza o simplemente para contemplarla? Esa magnificencia, ese poder que nadie posee, muchos hombres lo han querido; controlar las mareas o impedir enfermedades. No tenemos el control, no tenemos nada, tan sólo más necesidad que aprensión. Las estrellas están en el cielo para mirarlas y descubrir nuestra insignificancia, las nubes para que entendamos la lejanía que nos une a todos con todo.

Por eso mi visión del mundo resulta caótica y oscura para aquellos que no comprenden que mi vida carece de peso frente a la implosión de una gigante roja, pero que no por ello voy a dejar de apreciarla. Que todo avanza en dirección contraria salvo el tiempo y que por eso lo empleo a mi manera, bien que en múltiples ocasiones gasto mi estima y mi sed en pensamientos muertos que no llevan más que a negros agujeros, pero todo tropiezo es útil en un camino tan largo. El dolor es momentáneo, lo aprendido no. Encuentro la longevidad en breves instantes de pasión que me hacen arder desde el comienzo hasta el fin, deseando y malogrando y a veces aportando mi grano de arena a un buen amor o a alguna causa perdida que tiene mucho de honor, pero siempre por mi bien personal. El egoísmo nos hará libres de las ataduras de la comprensión y el altruismo, enseñando nuestros verdaderos rostros sin temor a indicar que la persona que más queremos somos nosotros mismos. Y el que no lo ve es porque no quiere o no está preparado, malograr sus intenciones y todo lo aprendido, ah, que peligrosa tarea para aquellos que nunca vieron el brillo cegador de la destrucción. Los últimos quizás serán los primeros porque tuvieron más tiempo para reflexionar o debido a que desde su incomprendida perspectiva las sombras de la hoguera resultaban demasiado indignas de adulación en comparación con la luz del sol.

No hay comentarios:

Publicar un comentario