miércoles, 3 de junio de 2015

Algún día encontraremos el lugar en el que nuestros sueños y la realidad choquen. (El grito desgarrador de ballenas estancadas en bahías)

Antes de que mi polla incluso se enfriara de alguna manera estabas insultándome a la cara, cometiendo a lo mejor algún que otro acto de codicia precaria. Mis muertos me enseñaron que la prisa no es buena consejera cuando con ilusión o decepción te dejas derribar por amor u otras muchas razones sinceras. Tal vez se debió al dolor, que siempre irrumpe e interrumpe pensamientos sanos que aún permanecen en la lumbre, entre la oscuridad, esperando que algunos ojos deseosos de pasión les alumbren. Sin ni siquiera importar un mal día o que abrirse las venas de par en par sea la costumbre a tomar.

Todos los hombres que una vez nacieron hoy están muertos o esperan su momento, ¿es que acaso fueron malos cuando la parca vino y se les llevó sin estar atentos? Mejor hacerse a un lado, o permanecer sentado viéndolas venir como el jurado que cree poder decidir sobre la vida de otro humano y contempla un juicio sentado desde un estrado. Rencor, odio y miedo, son los tres grandes mandatarios que invaden corazones de individuos buenos desde el suelo hasta el cénit y desde el centro hasta el extrarradio.

Es, una sublime fuerza que acontece, que hace a los humanos querer surcar los cielos y desear salir del mar a los peces. Destrozar la burbuja, quemar el egoísmo y arrancar al destino de sus frías manos lo que cada uno merece, sin importar daños ni prejuicios a la vista de un desconocido que hace años era un amigo y ahora es un extraño con recuerdos en común contigo. Lo que digo es lo que pienso y lo que pienso es lo que soy, no me doblego ante nadie pero no dejo que mis pies dejen de tocar el suelo para no olvidar donde estoy. Acaso voy, regreso y retorno otra vez al lugar donde no quise volver, pero aquí me ves.

Tal vez el tiempo no es cíclico pero la conciencia de los hombres sí lo es, que se preocupan y castigan por pecados absurdos que una vez cometieron sin mala intención ni saber el porqué. Hoy incluso decir tu propia opinión es un acto de rebeldía capaz de poner en pie a una nación, digna de poetas reales que no pierden la noción. Ni por un segundo me hundo aunque sea para volver y esclarecer que este cuerpo escuálido guarda una poderosa voluntad aunque se muestre frágil como el papel.

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