martes, 23 de junio de 2015

Hoy me has salvado de ir a la cárcel.

De no haber sido por ese encuentro tan fugaz como inexistente habría estado sumergido durante horas en aquella visión imperiosa de acuchillar sus vísceras o hacer reventar una bomba casera en el interior de su habitación; colocarla bajo su almohada y prender la mecha. A decir verdad no tenía intención de saludarte, más bien de que al cruzar tu vista con la luz que reflecta mi cuerpo vendrías a mí arrastrada por tus impulsos. No fue así, probablemente ni siquiera reparaste en mi ir y venir por los pasillos, te vi de espaldas luciendo tu pelo largo y meneando el trasero, nunca fuiste la más alta ni la más despierta, pero tenías las tetas grandes y un culo que empezó a crecer temprano. Era suficiente para mí, amén de un rostro angelical. 

Antes de irme con la droga ya embolsada y pagada te busqué otra vez con un rápido movimiento de cuello, efectivamente de nuevo te encontrabas de espalda a escasos metros de mí, pensé en aproximarme con la idea de darte el abrazo más cálido que jamás te regalaron con intención de follarte o de meneármela horas más tarde con tu recuerdo aún caliente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario