lunes, 12 de octubre de 2015

Ese yonqui, con los dientes picados y el cuerpo escuálido al que desprecias puede ser más feliz que tú. Probablemente lo sea. El mundo es una mierda, ¿pero a quién carajos le importa tu vida? Voy por ahí mendigando un poco de misericordia, y la encuentro, y no la merezco. Si todo el sufrimiento que genero dejándome llevar por mis impulsos regresara a mí con la misma fuerza con la que los hago fluir sin duda mi cuerpo se calcinaría, y todavía de este modo soy lo suficientemente vil como para recriminarle a dios su mala conducta para conmigo. Mundo sucio donde todos piensan sólo en ellos mismos, malditos mil veces, títeres del egoísmo.

Soy tan patético y bello al mismo tiempo, pero he de decir algo y es que vos no podés maldecirme porque yo ya estoy maldito. Me siento realmente emocionado por el hecho de que todos morimos algún día mientras contemplo la miseria del mundo y me adhiero a ella como un chicle pisoteado en la acera, negro y sucio. 

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