miércoles, 13 de agosto de 2014

Aquí estoy y sigo siendo el mismo, mis lágrimas lo corroboran con innegable gentileza. Colecciono tapones de cera, los guardo en la cerradura de mis ojos porque la única llave que conservo lleva tiempo oxidada, y para ser sincero hace mucho que dejé de mirar a través de ella. ¿En qué lugar quedan la desazón y la histeria adolescente cuando mis pensamientos se debaten entre la vida y la muerte?, ¿qué importan las caricias, los besos o los excesos cuando la luz que refleja la búsqueda del conocimiento alumbra todo lo que siempre quise conocer? Por eso digo, que no temo a nada salvo a indagar, pero a la vez es lo que me da la vida. Por esta mierda muero, caigo y me levanto cada día.

Cuando cae la luz me convierto en una rata.

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