martes, 17 de septiembre de 2024

¿Y si pienso demasiado en la muerte? ¿Y si me clavo un bolígrafo en el ojo? ¿Y si me rajo el vientre con un cuchillo? ¿Y si me hago daño y la vida me aburre y no encuentro consuelo? ¿Qué tanto importa si mi ojo no es mi ojo, mi vientre no es mío, ni siquiera mi cuerpo o mi vida me pertenecen? ¿Podría matar a alguien? ¿Podría provocar una desgracia? ¿Podría hacer algo después de arrepentirme?


El color de la sangre es un color hermoso, hay tantas cosas bellas en los detalles más miserables; en el llanto de un moribundo, en la soledad de un anciano, en la miseria de la pobreza. Yo no merezco redención y por eso no la busco, sin embargo a veces me siento en posición de otorgarla, perdonar a cambio de nada a quienes me hirieron. Al fin y al cabo Ícaro murió con su empresa y algunos dicen que Prometeo fue finalmente liberado de su castigo, el de Sísifo aún continúa.


Cada instante precede al siguiente, un momento muere para que otro nazca con objeto de acabarse también. Y aunque cada segundo sea valioso me regocijo en su destrucción, como si fuese yo el artífice de un hecho tan nimio, como si pudiera vanagloriarme de ello. Todas los sentimientos importantes parecen subrayados esta noche con fosforescencia; yo veo mi reflejo en la forma que envuelve todas las cosas, y para cuando deje de hacerlo me habré marchado.


Frank Ocean - nostalgia, ULTRA

domingo, 1 de septiembre de 2024

Yo sólo pienso en el suicidio, mi hermano, mi mayor deseo es destruir mi carne y convertirme en otra carne, mis expectativas son inexistentes, mis deseos sencillamente absurdos. A las viejas amistades que clavaron puñalitos en mi espalda, ahora les suplicaría que me acuchillasen en la cara para dejar de ver y oír. Y ya que nadie quiere hacer el esfuerzo de comprender, tampoco se harán entender, y la cultura y los hombres tratarán así de mitigar su complejo de culpa. Las personas nunca estuvimos tan enfermas, nunca vamos a dejar vivir a los demás, nunca aceptaremos nuestros errores. Hay que acabar lo que se empieza y finalizar como comienza, las personas mueren de un modo similar al que nacen.


Si no hay intención no hay acción, sin la última no hay reacción, sin reacción no hay cambio, la ausencia del cambio significa seguir tomando los mismos caminos equivocados. El rencor y el amor se expresan con frecuencia de la misma manera, aquel que no desee diferenciar lo uno de lo otro está condenado al infierno en vida, y a éste conducirá también a quienes le aman.


Si no se establece un límite es del todo imposible desarrollarse plenamente, el individuo tendrá que expulsar de su vida al resto de seres que se alimenten de él como se cercena una extremidad infectada, ya que el perjuicio de perder un miembro es menos dañino —aunque no indiferente— a perder la propia voluntad.


En resumen, mejor suicidarse.


Omar Rodríguez López & John Frusciante