lunes, 26 de septiembre de 2022

He viajado en tren durante algunos minutos desplazándome a millones de kilómetros, en sueños retrocedí quince años hacia un pasado que viví en sepia aunque en vigilia se sentía como algo más luminoso, y cuando regreso este cuerpo y esta realidad se sienten extrañas. Dudo del sentido de cualquier cosa, no estoy seguro de que exista una verdad o de que pueda ser alcanzada, qué estúpida ironía es que el propio universo tome conciencia de sí mismo y aun así no sea capaz de comprenderse. Sin duda el cosmos es tan autodestructivo como cualquiera de sus vástagos.

El error fue confiar en la naturaleza humana, abandonarse a la ilusión de ser iluminado por un rayo de luz rosa, fe. La contradicción existe para poder dudar de algo, así como el mal para apreciar el bien o la miseria para percibir el gozo. Si el miedo te acompaña, podría ser peor, podrías haberlo convertido en tu nueva religión y rendirle culto, pudieras renunciar a la esperanza de encontrar una nueva salida que nunca habías visto antes.

Aunque todavía conservas un techo, cuatro paredes, carne muerta en la nevera y algo de marihuana en un bote de cristal, todo lo que necesitas para seguir adelante es una ilusión de mentira porque las verdaderas te las fumaste ya. Mientras siga habiendo gente a tu lado que no se ha cansado aún de ti, por otra parte el reloj sigue funcionando y los astros continúan girando, no parecen tener intención de parar. Querría que lo hicieran sólo para disfrutar de saber que yo estaba en lo cierto y todos los demás se equivocaban, por desgracia ese sentimiento es empujado por el ego.

Muchas palabras por minuto, demasiadas ideas afiladas, no puedo limarlas todas, tampoco detener la hemorragia. Habrá sido algún dios lo suficientemente cruel para hacerme experimentar una vida que no puedo llevar adelante. Si me mato es por desidia. Si escribo es porque necesito letras absurdas para mi siguiente álbum.

No hay comentarios:

Publicar un comentario