sábado, 22 de octubre de 2016

Hay mucho mal en mí. Pienso a veces que nunca mi comunicación con otra persona será cien por cien fidedigna y completa, mi locura rebasa los límites del entendimiento ordinario y común, escribir sobre ello tal vez sea un lento descenso hacia la locura. Probablemente no, pero tampoco espero que me sane.

Tengo poco que decir últimamente porque siempre es lo mismo, las ilusiones llegan a veces en grupo, poco después se disuelven y no queda nada de ellas. Son como el agua que se derrama sobre el piso, si la dejas ahí por un tiempo se evaporará y no quedará testimonio alguno, salvo tu recuerdo. En ocasiones nada importa, de hecho todo el rato lo único que importa son las reacciones electroquímicas que suceden como explosiones estelares atómicas encerradas en un microcosmos dentro de mi cráneo, todo eso son hechos fácilmente tergiversables por la psicosis propia del comportamiento humano. Probablemente no esté más enfermo que cualquier otra persona, quizás rebaso un poco la media, pero es la situación en la que me encuentro la que me hace palidecer ante mis ya arraigados dolores mentales, es el conocimiento acerca de los mismos lo que me destruye. Ah, fuente del deseo y del dolor.

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