sábado, 22 de julio de 2017

joder macho

El otro día vomité y el vómito me supo como a esos pastelillos de semillas y cereales que me dieron a probar las chicas griegas, recuerdo que sabían a mierda, como mi vómito. De camino al restaurante iba dando pequeños mordiscos o fingiendo que los daba, cuando tuve la ocasión lancé disimuladamente el pastel que me quedaba por los aires hasta que aterrizó en unos arbustos. Esta porquería no se la comen ni las ratas, pensé.

Después de la cena aquella noche fue la más loca, tanto que apenas recuerdo nada, ni siquiera recuerdo haberme despedido de nadie. Esa misma mañana muy temprano salimos del pueblo dirección a Roma sin haber dormido nada, si no hubiera sido por el vino todo habría sido mucho más dramático, pero al menos me acordaría de algo. Al día siguiente ya estaba a miles de kilómetros de cualquiera de ellos, y ni siquiera dije adiós.

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