lunes, 22 de abril de 2019

Anoche te escribía un poema al que hoy he prendido fuego y en su lugar escribo esto, justo como la última vez, cuanto más haces que te quiera más me jodes. Para ti sólo soy un niño, una maceta a la que escupir o arrojar tus colillas, para ti no soy digno de admirar. Si acaso me quieres, porque te quiero, si acaso me quieres, porque te cuido más y mejor que nadie. Y si me dices ven yo voy, en la fría noche o en salas de espera de hospital yo te busco hasta que te encuentro. Me haces daño, amor, y no me respetas, y siempre me juzgas y siempre me retas. Yo no soy como tú, no quiero enfrentarme a desafíos todos los días, no quiero tus verdades incómodas. Quiero estar contigo y estar tranquilo, quiero estar contigo y que no me rayes la puta cabeza.

No me digas que tienes sueño cuando serías capaz de cerrar los ojos con tal de perderme de vista, no me mensajees como si nada hubiera ocurrido. Y si no quise hacerlo no fue por vergüenza, simplemente no me apetecía. Hoy lloré por tu culpa, mañana también aunque no hablemos, aunque no lo sepas y no te importe; tus juicios de valores son mierda caliente sobre el asfalto de mi calle, la verdad está en tu mano y cuando la estrujas tu fina piel de porcelana se mancha con su ponzoñosa bilis. Yo soy como la roca que soporta tus mareas, pero algún día voy a vomitártelo todo a la cara y no te va a gustar. Te quiero locamente, te querría decir todo esto con palabras bonitas, pero antes me rajo el vientre con un cuchillo que enfrentarme a ti cara a cara. Nunca vas a leer esto, nunca vas a saberlo, es lo más triste.

Tú no crees en mí, tú no crees en mí. Ya me cansé de intentar hacerte ver lo que valgo. No te voy a contar, no te voy a contar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario