Contemplo el mundo a través de una ventana desde el cuarto más alto del edificio más alto, y la jungla de asfalto de esta ciudad desconocida e infinita me resulta algo hermoso y aterrador, mi mirada se detiene en mi reflejo sobre el cristal, y la expresión de mi rostro me hace recordar a amantes y amigos a los que dejé de lado o la vida me arrebató.
Y me siento tan corriente y ordinario que pierdo cualquier interés en demostrarme ser mejor que otros, ya le he quitado a mi ego el cigarrillo de los labios muchas veces, ya he renunciado a la aprobación ajena y al reconocimiento. Simplemente sigo mirando por la ventana y esta contemplación hace que me confunda a mí mismo con el entorno, la realidad se vuelva difusa y difícil de distinguir de los sueños, todos mis objetivos pierdan su trascendencia.
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