Un cuerpo son trozos de carne unidos por tendones y huesos que guardan órganos, fluidos y otras cosas dentro. El movimiento en los pliegues de la piel forman dunas perfectamente onduladas, reposa su peso sobre el mío y con mis manos abiertas recorro sus curvas. Veo una cara, miro un rostro, observo unos ojos y contemplo la arista más afilada de un alma humana. Frotar sacos de piel hasta que supuren sudor y juntar boca con boca, lengua con lengua, la esencial necesidad física de estar tan cerca que sólo en el interior se siente bien. Y pienso, no sé qué voy a hacer sin esta nueva droga en forma de ser humano.
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