sábado, 9 de marzo de 2024

Hola, qué tal? Rebien. Vos? Mejor que nunca, sopesando el suicidio. Es la mejor idea que has tenido nunca. Verdad? Verdad. Como el cielo azul y la luz del Sol después de una tormenta. Lo malo es que igual me quieren meter en el psiquiátrico, pero yo les digo nein nein nein. Mejor morir libre como la madre de Bambi. Me imaginas ahí metido con el resto de tarados? Sin droga, sin mis instrumentos y las otras mierdas que me hacen sentir humano? Peor que Jack Nicholson, encima sin banda sonora o aplausos después de que se cierre el telón; sin premios de la crítica, sin gloria, sin recuerdo. Plus, se sabe cuando entras, pero no cuando sales. Claro! Te imaginas? Acabarías suicidándote abriéndote las venas a mordiscos. Al fin y al cabo todo el mundo en la ciudad tiene una herida, es un suicida. Es la verdad. La única incógnita por despejar es sorprenderse por el que caiga primero, llevarse las manos a la cara, llorar por dentro. Quién no llora ya por dentro? Llorar todavía más, quise decir. Si alguien ha de volverse loco prefiero que me toque a mí, que ya estoy a medio camino y más que mentalizado. Sí, es lo más productivo. En verdad la desgracia es para los vivos, los muertos están más cerca de la tranquilidad. Por eso cuando yo me mate no quiero velatorios ni entierros, cada uno que se consuele en su puta casa, que no me usen a mí como pretexto para apiadarse de sí mismos. Drogaros, maltrataros unos a otros, lo único que pido es que el recuerdo de mi persona muera conmigo. Y durante el tiempo que transcurra entre que dices que te vas a matar hasta que realmente te mates, qué hacemos los demás? Lo mismo, planificar vuestra muerte. Ah. Dijo Aristóteles que la raza humana se diferencia del resto por ser un animal político, no? Yo creo que hay política —la intención de gestionar una comunidad de individuos— en casi cualquier especie animal. Na. Lo que nos diferencia realmente es que un humano puede decidir sobre su muerte, un animal ni siquiera imagina el suicidio; si acaso se muere de pena o de sed, pero el instinto le impide acabar con su propia vida sea cual sea el tormento que padece o lo imposible de su salvación. Ya te digo yo que paso de esperar tanto. Jaja, total.

Soy, ante todo, un proyecto de algo magnífico abandonado a la mitad, un cohete que explota antes de despegar, Pegaso uncido al arado.

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