miércoles, 15 de mayo de 2024

Y entonces miro las pantallas, los archivos, las carpetas, los cuadernos, las hojas de papel, los borradores, los ceniceros rebosantes de droga convertida en basura, y los cristales sucios por el agua de lluvia y la cara interior de la persiana mirándome con ojos de loco. Y tanto, tanto tantísimo por hacer que me llevo las manos a la cabeza y me pregunto cuándo acabará este desorden mental que cuanto más organizo más revuelto queda. Una idea lleva a un pensamiento, el pensamiento dispara una acción, la acción se repite y se vuelve costumbre; una especie de constante, hasta que la acción reiterada florece para terminar su cometido: una obra creativa y subjetivamente artística. Todo este puto lío para nada, una metáfora invisible que se esfuma como un pedo en el aire.

Vuelvo a la cama. No es posible. Dios mío, santa mierda, no es posible que la vida sea así. Algo estoy haciendo mal, algo va del revés, algo no funciona correctamente. Y puedo diferenciar lo inexorablemente malo, por definición, también debiera mi mente ser capaz de percibir lo bueno. Carga positiva, negativa; la preocupación es adorar el conflicto. Ir pabajo es ir parriba, el Universo se pliega y se expande a través de sí mismo.

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