Si me lanzara esta noche al infinito no podría culpar a los demás por ello, sin embargo trataron de ayudarme y entenderme, tal vez sencillamente no pudieron. Aunque no fuese necesario, no se puede exigir tal cosa, el amor no se reclama, simplemente cae como maná del cielo, estuve convencido por demasiado tiempo que en este mundo uno puede contar con algo más que sí mismo.
El error fue confiar en ganar sin conocer el juego, apostar cualquier cosa ignorando su valor, por simple diversión el precio a pagar es desorbitado. Hay un pasillo infinito y estrecho por el que divagan las almas de los que se marcharon demasiado temprano, allí aguardan su momento para retornar a otro cuerpo, vivir otra vida y experimentar de nuevo los mismos tormentos.
No te eches atrás por afilado que sea el dolor, si te dejas ir, entonces todos esos imbéciles sufrirán enorme tortura. Perdónalos, porque no saben lo que hacen, perdónalos como te perdonas a ti mismo, que tampoco sabes lo que haces, cada vez que empuñas un cuchillo y cambias de idea y lo guardas en el cajón de la cocina y te asomas a la ventana y fumas un poco y te obligas a pensar que todavía hay una pequeña esperanza.
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