jueves, 16 de noviembre de 2023

Cuántas veces traicionado —o traicioné—, cuántas veces abandonado, cuántas veces muerto, cuántas veces yerto, cuántas veces solo. Todo me atraviesa, soy como un túnel por el que pasa el tren. Descargo mi ira sobre mí mismo y aquellos a mi alrededor y las drogas que consumo me hacen ver lo que quiero ver, ser lo que quiero ser. Tanto por prescripción médica como por mera ansia de desapego y ensoñación, la droga sigue siendo droga. Si algo de importancia hay lo ignoro, si tuviera que cambiar mi pensamiento no sabría, ni querría, saber por dónde empezar. Cuando hablo emito sonidos de auxilio de perro, y en tanto que me asemejo a un cánido, cuanto más como más cago y si dejo de comer igualmente sigo cagando con la misma regularidad y cantidad. Aunque no engordo ni adelgazo.

¿Quieres que me devane los sesos en una tarea indispensable para el alma y la propia sustancia primordial de la conciencia humana? Yo soy tu hombre. ¿Quieres que me deje la piel, que ponga todo mi ser en juego, mi carne, mis emociones e incluso el significado de toda una vida y de las siguientes que he de experimentar? Sabes de sobra, yo soy tu hombre. Pero si quisieras que permaneciera templado, estático, muerto en un poso de aturdimiento errático; te pediría la muerte antes del próximo lunes, pues soy lo suficiente cobarde para desearla pero no lo necesariamente osado para encontrarla.

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