jueves, 20 de diciembre de 2012

Ahora estoy trabajando en mi propia decadencia, gracias.

No te demores, ódiame. Tan pronto como voy probando drogas mis opiniones sobre ellas cambian progresivamente, son menos putas que las ilusiones al menos. Quiero luz para millares de ojos, más humanos y menos personas cada vez. 
 
Si ahora me prometiese que lo voy a hacer cambiar todo sería como gritar al cénit. Aplausos, aplaudes. Insultos que no saben disfrazarse, momentos que plantaron sus semillas podridas. Y ahora las flores del pasado polinizan futuros que hacen coagular la sangre. Mis pocos esfuerzos por mejorar cualquier cosa, como la decadencia del Imperio Otomano. Soldados que caen en guerras extrañas que ni siquiera conocen para que los altos cargos fascistas se lucren.

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