jueves, 30 de octubre de 2014

Siento frío en mi cogote, podrías ser tú, pero no. Podrían ser buenas noticias, pero no. Abajo quedan el odio, y también la razón. ¿Qué es este sentimiento extraño, que penetra como un polizón en mí? Soy dios, porque dentro de mi cabeza está mi maravillosa creación. Soy el pensamiento enfermo de algún esquizofrénico que a su vez nació de las neuronas defectuosas de algún otro pobre diablo, así los conceptos de vida, muerte, grande, pequeño, antes o después desaparecen; es mi ciclo personal. ¿Y qué importa que no sea cierto, acaso no basa la cultura su razón de ser en mentiras? A las mías no las llamo así, las llamo bonitas historias que deberían ser cumplidas. Alguien las vive por mí, en mi imaginación o en alguna dimensión paralela tan distante, no me importa.

Bang bang, estás muerto, y sin ningún tipo de consideración te etiquetan como a ganado antes incluso de tener capacidad para quejarte y escupirles. Soy tan feliz, porque a veces logro comprender por segundos cuál es mi sitio, y que todo lo que me han enseñado, y todo lo que me han dictado es erróneo. El mundo es tuyo, está escrito en luminoso, ¿acaso te ciega el brillo? 

Ah, cuántos buscaron su propia verdad a través del tiempo, el espacio y las personas, acarreando serias dificultades para situarse delante de esta y resolver por salir corriendo. Lo que ansiamos nos asusta, y nos asusta no tenerlo.

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