lunes, 6 de octubre de 2014

Vencedores y vencidos.

El dolor no es más que la marea que arrastra mis pensamientos más profundos hacia la orilla, y yo me dedico a transformarlos en renglones, o trazos, o notas que ni siquiera conozco. Estoy acostumbrado a tratar con el barro, a moldearlo, a aplastarlo y darle formas bizarras; pero nada lo compongo yo, todo viene solo. Y no sé si soy un imán que atrae con poderosa fuerza la inspiración más clara o el pozo sin fondo al que todos arrojan sus desperdicios, y estoy indeciso, porque de la más enfermiza demencia surge la más brillante obra de arte. Escribo esto en mi mente con los ojos cerrados, tratando a la vez de memorizar y de plasmar tu rostro en las paredes interiores de mis párpados, pero no estoy viajando y me frustro. Pero tú eres pura poesía- o tal vez me engañen mis testículos-, pero tú eres divinidad en el reino de los sentidos.

Quema tus virtudes, hermano mío, porque sino ellas te quemarán a ti. Quémate en el fuego de tus virtudes, pobre indeciso, si por suerte o providencia recibiste un don desperdiciarlo sería vileza o soberbia. ¿Dios me dio la vida y ahora pretende que la conserve?, ¿dios rompió mi silencio y ahora quiere que actúe para él? El hombre debe ser superado, pues de no ser así individual y colectivamente seríamos hipócritas, tal y como siempre ha sido y será.

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