miércoles, 21 de enero de 2015

dont forget whose legs youre on

Los días arrastran sus talones con desidia, no queriendo así transcurrir, mientras las semanas esperan su turno para estallar. Es una dulce visión que implica una inevitable sensación de autodestrucción a pesar de no estar haciendo nada, tan sólo ver los días pasar. Tentación me hipnotiza y me obliga a seducirte y a utilizarte, tal y como todos los bípedos actúan, pero esta vez lo hago por mis testículos. Arrojar un poco de luz al agujero, qué más quisiera yo.

No dejo de pensar en que esta, durante los días pasiva depresión, y cuando cae el sol hasta que vuelve a salir amarga caída hacia el abismo, es el preludio de mi inexorable muerte y que sólo yo seré responsable. Y entonces mi espíritu vagará eternamente en pos de la luz de alguna farola o de un cigarrillo húmedo atrapado entre los dedos de algún megalómano durante una noche de lluvia. Ah, quiero descansar, tengo demasiados nudos que desatar y pocas ganas, la verdad. ¿Qué sentido tiene procurar morir tranquilo, si no sé qué me espera?, ¿por qué prepararme para algo tan impredecible? Algo me dice que sí, algo me dice que no. Ah, quiero tumbarme y dormir, pero el sueño no está conmigo, es tarde pero sé que aún queda mucho para el crepúsculo y aún más para cerrar las oxidadas bisagras de mis párpados y empezar a soñar.

Necesito algo que calme mi ansia urgentemente, necesito algo que calme mis nervios; me lanzo al frío suelo para llorar y regodearme, para apreciar el odio depositado en mis lágrimas después de la masturbación. Dime qué necesito, demuéstrame que no me necesito abrazado a ti ni entre tus piernas, tengo un fuego interno que me está quemando. El viento golpea la puerta corredera de la terraza y pareciera que alguien estuviera tratando de entrar. Esta noche estoy solo pero acompañado, tengo miedo y no quiero optar por la vía fácil. Dame un respiro.

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