jueves, 15 de enero de 2015

Enamorados del deseo más que del propio objeto deseado, pendientes del morbo y la excitación que propugnan actos prohibidos más que a la repercusión de estos. Así somos, así sentimos.

El tiempo transcurre, y justo en ese lugar se encuentra el reto, vivir a través del tiempo sin que este nos lastime teniendo en cuenta que todo lo que sucede y nos conforma ocurre sobre su tapiz. Las rocas y los árboles caerán pudiendo romper mis huesos, pero la muerte jamás podrá herirme. Si la existencia tiene un final tomémoslo con júbilo, no por resignación, pues no cabe ese sentimiento en el pecho del hombre sabio. Tomémoslo, como descanso y como premio, no como un castigo ni un final fatigoso y oscuro.

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