sábado, 28 de enero de 2017

Hay un sitio solitario al que escalo con excesiva frecuencia, me gusta ir durante la noche y mirar la ciudad desde allá arriba. A veces cercano al precipicio giro mi cabeza ciento ochenta grados y se diría que los edificios brotan del cielo y las luces de la ciudad son las estrellas, abajo en tierra sólo hay un vacío negro salpicado por pequeños destellos que son el resplandor del fuego interior de las personas que están ahí, flotando. ¿Cuándo van a ascender? Y si lo hicieran, ¿adónde irían? Humanamente les compadezco, no tienen un cielo que contemplar en las noches de melancolía porque están en él.

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