El que mucho abarca poco aprieta, la avaricia rompe el saco. Yo te vendo las manos, te lavo los pies, te pido disculpas, te regalo mi amor.
Ya no existe diferencia entre el día y la noche, todo es una línea, los ciclos de vigilia se intercalan como cartas y mantengo mi cuerpo confuso y despierto gracias al éxtasis que la droga y el Jazz me proporcionan. Y ni siquiera me importa demasiado, prefiero no saber si estoy bien o mal, es mejor seguir hacia adelante sin pensar. Tomo mis pastillas, como vegetales, hago mi trabajo.
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