Hay una flor y un brote de hierba que crecen en el asfalto
y ambos son aplastados al pisar inocente de un bebé que da sus primeros pasos.
Y alrededor de la flor también es aplastada una araña que tejía su tela
y ahí yacen triturados ella y sus huevos que aún guardaba adentro.
Y hay un tipo triste que contempla la escena desde la terraza de un bar
mientras todos ríen y todos bailan
pero el tipo sigue mirando la flor y el brote de hierba.
Y más tarde el tipo regresa a casa y se para a pensar.
Por la ventana mira a los demás,
y no es tan grande el gozo de observar como la pesadumbre de calcular
cuántas flores y arañas habremos de matar para alcanzar
el prometedor destino que deseamos y que por el contrario
inevitablemente tornará a un final fatal.
Así que el hombre sigue mirando por la ventana sin parar de pensar,
y si piensa en lo que la vida le depara jamás dejará de pensar,
y piensa que si la vida va de ser aplastado
mejor que morir aplastado por un zapato
es morir aplastado por la gravedad.